Señor director:
Desde hace un tiempo a esta parte, vemos como en el parlamento chileno -con los votos de la Democracia Cristiana- la vida humana queda a la deriva. Y es más grave aún, pues la vorágine abortista de la coalición “Nueva Mayoría” niega -incluso- la objeción de conciencia a profesionales de la salud; como ha ocurrido en la Comisión de Salud del Senado al rechazar, también, la objeción institucional, reduciéndola exclusivamente al médico y bajo condiciones.
Es decir, el último baluarte del discernimiento y la responsabilidad queda anulado al arbitrio de una ley injusta y cruenta. De este modo se viola la libertad de conciencia y se vulnera la defensa de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana (Art 5 de la Constitución).
Es de esperar, entonces, que el Tribunal Constitucional tenga la claridad y la valentía necesaria para no desconocer el orden jurídico vigente y el derecho natural en la defensa del derecho humano a la vida del que está por nacer. De lo contrario, el mismo andamiaje de los derechos humanos -tan defendidos por la NM- quedará derogado, causando un grave daño a Chile, a sus mujeres, madres e hijos por nacer. Y el actual gobierno de centro izquierda, junto a los populistas de turno, se lavará las manos como Pilatos, de las muertes de aquellos a quienes se les ha violado su derecho humano a la vida y la igualdad ante la ley.