Mirar
Homogeneizar, en el sentido cultural, social, político y religioso, es querer imponer en todo una uniformidad que elimine las diferentes formas de ser, de pensar y de vivir; que todos piensen igual, luchen por las mismas causas y se aplasten o eliminen las legítimas diferencias; que haya un solo partido, hegemónico y absolutista, que no tome en cuenta las voces y los derechos de las minorías, como si, a la voz del jefe, todos tuvieran que someterse a sus deseos y preferencias; que las celebraciones religiosas fueran idénticas en todas partes, sin tomar en cuenta las diversas formas culturales de expresar la fe.
Somos muy diferentes en todos los aspectos: cultural, social, económico, político, religioso, deportivo, etc. Pretender homogeneizarnos, sería dañino y nos empobrecería. No somos máquinas hechas en serie, sino personas con historias, visiones, pensamientos y anhelos distintos. Como nuestro cuerpo: todos sus miembros son diferentes, aunque algunos se parezcan. Se parecen la mano derecha y la izquierda, pero son distintas; ambas se necesitan. En vez de pelearse una contra otra, porque una es izquierda y la otra derecha, se apoyan mutuamente, por ejemplo, para tomar el azadón, la pala o el pico. Con una sola mano, la que sea, no avanzamos. Lo mismo pasa en la sociedad. Una coalición que no toma en cuenta a los demás, se debilita.
En la política, en las cámaras legislativas, en el gobierno, pretender ser y pensar todos igual, imponer una única visión de la realidad y una ley porque el jefe supremo así lo desea, sin cambiarle una coma, es empobrecer al país. Ganaron la mayoría de votos, no de los electores. De un total de casi cien millones de electores, obtuvieron la Presidencia con sólo 36 millones; la oposición logró 22, y el abstencionismo, 40 millones. Más de 60 millones de electores no les apoyan. No representan, por tanto, como se ufanan, a la mayoría del pueblo, sino sólo a sus simpatizantes, que no son la mayoría. Escuchar a los diferentes partidos y a grupos sociales, incluso a los opositores, para descubrir y asumir su parte de verdad, eso enriquece mucho y todos nos beneficiamos. Las minorías también piensan y tienen derechos, que sería injusto no tomar en cuenta. Creerse los únicos y los más poderosos, es un proceso de autodestrucción.
En lo religioso pasa lo mismo. Hay diferentes formas de pensar y vivir la fe. Hay muchas formas de vivir el catolicismo, como son diferentes Jesús y Juan Bautista, pero juntos trabajando por la gloria de Dios y la vida digna y plena de la sociedad.
Discernir
El Papa Francisco, en su viaje a Asia y Oceanía, dijo en Indonesia: “A fin de favorecer una armonía pacífica y constructiva que garantice la paz y unifique los esfuerzos para vencer los desequilibrios y bolsas de miseria que aún persisten en algunas zonas, se podrán eliminar los prejuicios y se fomentará un clima de respeto y de confianza mutua, factores imprescindibles para afrontar los retos comunes, entre los cuales, el de contrastar el extremismo y la intolerancia, que intentan imponerse sirviéndose del engaño y la violencia. En cambio, la cercanía, el escuchar la opinión de los demás, eso crea la fraternidad de una nación” (4-IX-2024).
Actuar
Aprendamos a escuchar y valorar a quienes son y piensan en forma diferente a la propia. En vez de insultarlos y querer aplastarlos, descubramos lo bueno que tienen y aportan, para llegar a ser una imagen de la Santísima Trinidad: tres personas distintas, pero un solo Dios, porque Dios es amor.