Salir del túnel del pecado

13 de mayo de 2016

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Hay pecados que esclavizan, que provocan dependencia, que asfixian y desgastan.

No resulta fácil romper con ellos. Por hábitos, por presiones externas, o por otros motivos, las caídas se repiten una y otra vez.

El corazón siente pena. Querría dejar de cometer esos pecados para tener un poco más de paz y orientarse hacia metas buenas.

Pero las caídas se repiten. Uno ha entrado en un túnel que parece no tener salida. ¿Terminará pronto esto?

En situaciones de caídas frecuentes hace falta confiar en Dios. Su misericordia va más allá de cualquier pecado.

Además, Dios, como Padre bueno, comprende mejor que nadie la debilidad humana. Sabe que hay mecanismos interiores que provocan dependencias dañinas y que son difícilmente superables.

Por eso, Dios no condena a quien es humilde y pide perdón una y otra vez. Lo acoge con infinita ternura y le ofrece continuamente el bálsamo de la misericordia.

Como ha recordado varias veces el Papa Francisco, Dios nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón…

En cada confesión se abre un espacio a la esperanza. La misericordia limpia el alma que ha pecado y se arrepiente, y da fuerzas para la lucha.

Quien es perdonado tantas veces siente el deseo de dar gracias a un Dios tan bueno y de perdonar a sus hermanos.

Entonces es mucho más fácil salir del túnel del pecado y entrar confiadamente en el maravilloso mundo de la misericordia divina…

 
 
 

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