Señor director:
A medida que pasan los meses y sigue la tramitación de la ley de aborto en la Cámara de Diputados el desconcierto y la irracionalidad se van apoderando de la opinión pública, de los poderes del Estado y del alma nacional. Si, el alma de Chile - una vez más - empieza a sangrar por la violación de los derechos humanos.
Durante más de 25 años me he dedicado a la defensa de la vida por nacer. He acompañado muchos embarazos complejos. Incluso donde los hijos han fallecido antes de nacer naturalmente. O bien, recién nacidos o algunas horas después. He estado en los partos y junto a sus madres. Así mismo, he acompañado a través del Proyecto Esperanza a mujeres que han abortado. Y tanto las primeras experiencias con niños que han llegado a fallecer, como las madres que han abortado, tienen en común la experiencia del dolor y el sufrimiento que tales situaciones provocan.
Sin embargo, ese dolor se hace distinto en la experiencia vital en cada uno de los casos. En efecto, las madres que han visto morir a sus hijos naturalmente sufren una inmensidad. Así también aquellas donde su hijo falleció durante el embarazo o el parto. Pero aquellas que abortaron tienen un dolor aún más complejo, pues algo de ellas muere, también, cuando han dado muerte a su propio hijo. Y aquellos cómplices pasivos y activos que han posibilitado el aborto también terminan sufriendo en su cuerpo y en su alma. Es imposible resistir indefinidamente ante la tortura y el asesinato. Decir lo contrario es pretender tapar el sol con un dedo.
Todo aquel que comete y practica un aborto se adentra en ese camino de autodestrucción de su propia humanidad. Al final, la culpa natural por tantas muertes causadas, más allá de toda racionalidad que pretenda excusar y justificar la muerte directa por aborto, termina siendo una fantasía. Lo que de verdad queda grabado a fuego es la muerte causada. La tortura aplicada a un ser en gestación y absolutamente indefenso.
Entonces, sinceramente, me cuesta comprender que la solución del aborto sea el camino. En todos los casos, sea cual sea la causalidad, la muerte violenta de un hijo siembra muerte en la propia vida. Por qué razón, entonces, el gobierno a través de una ley cruenta se quiere deshacer de los problemas reales de la gente.
Así, uno se pregunta: ¿qué le pasa a nuestra sociedad para no ser capaz de acoger, contener y acompañar? ¿Acaso la última palabra la debe tener la muerte? ¿Cómo puede llegar a ser posible que una enfermedad se pretenda resolver asesinando a un niño indefenso en el vientre de su madre? ¿Está nuestra sociedad tan enferma que no permite el mas mínimo grado de racionalidad para comprender que toda vida humana es digna de vivirse? ¿Queremos una sociedad de perfectos y de sanos a todo evento, eliminando a los indeseables? ¿Por qué sumamos más dolor a la mujer que ha sido violada? ¿Por qué asesinar a niños sanos cuando puede estar en peligro la vida de la madre si el médico puede y debe intentar salvar a ambos? ¿Por qué un niño que viene con alguna enfermedad se le debe sentenciar ex profeso a la muerte? ¿Acaso los diagnósticos médicos son infalibles? ¿Cómo es posible que un médico general pueda decidir quien vive o quién muere? ¿Cómo puede ser posible que se admita una discrimacion arbitraria que no permita la objeción de conciencia a todo el equipo de salud? ¿Qué atribuciones se arrogan los parlamentarios para prohibir el legítimo rechazo a un crimen abominable y no respetar la Constitución y las leyes en la defensa de la vida por nacer? ¿Acaso los parlamentarios y ministros de estado de la NM se han atribuido las prerrogativas de “dioses” para decidir sobre la vida y la muerte?
En fin, las preguntas son infinitas cuando se pone por delante la muerte de un inocente y no la vida de ese ser humano que merece vivir. Lamento profundamente que un gobierno, dirigido por una mujer que conoce de medicina y pediatría, haya llegado a poner por delante su ideología por sobre los intereses de la nación. Y aun cuando se pretenda excusar, justificar o exculpar, los hechos son lo que son: ha legislado para asesinar niños indefensos en el vientre de su madre. Entonces no le creo su discurso en defensa de los derechos humanos, pues una mujer que vivió la tortura a causa de ideologías, hace exactamente lo mismo: vuelve a torturar y legitimar un crimen contra los derechos humanos en razón de una ideología. Lamento decirlo una vez más y lo digo con tristeza, pero creo que el daño que la hace al país es inconmensurable. Y tanto o más grave será lucrar con la muerte de seres inocentes, pues la industria del aborto reporta grandes ganancias en millones de dólares cada año. La historia dará cuenta de que el aborto es un camino de muerte y el gobierno socialista de la NM con la confabulación de algunos sectores de la DC y del neo liberalismo, tendrán que rendir cuentas al país. Y no quedarán ajenos al juicio de Dios, pues la sangre de esos hijos asesinados – como la de los detenidos y desaparecidos - clamará justicia al cielo.