Una noticia terrible. Una foto que deja sin respiración. Un filmado que “se comenta por sí mismo”. Reacciones de rabia, de dolor, de condena.
En ocasiones, surgen nuevos datos que cambian todo el panorama. La noticia era falsa o manipulada. La foto, un montaje. El filmado estaba descontextualizado. Empiezan reacciones al revés.
En el mundo de la información es necesario un serio espíritu crítico. Solo entonces no se admitirá cualquier dato como verdadero, y las reacciones serán más ponderadas.
Pero ese espíritu crítico vale no solo para la “primera noticia”, sino también para quienes empiezan a criticarla. Porque la falsedad puede estar en un lado, en el otro, o en los dos. Es decir, pueden manipular los “informadores”, los “contrainformadores”, o ambos…
Hace falta, por lo tanto, criticar, y criticar bien. Criticar a quienes dan inicio a una avalancha de comentarios sobre algo que no está muy claro, y también a quienes ofrecen respuestas y desmentidos que tampoco parecen del todo convincentes ni honestos.
Entonces, ¿hay que desconfiar de todos? No se trata de eso, pero sí de ser prudentes y de reconocer que vivimos en un mundo atosigado por nubes de mentiras, de medias verdades y de informaciones sesgadas.
Frente al caos informativo, necesitamos exigir a los auténticos agentes de prensa que verifiquen cada dato, cada imagen, cada testimonio, para no lanzar al ruedo algo que luego puede ser falso.
Si falta seriedad en los periodistas, algo que se constata con frecuencia, hay que formarse para no sucumbir ante “informaciones” parciales, incompletas o falsas. Cada uno buscará cómo tomar distancia ante lo que empieza a girar frenéticamente por Internet, y mantendrá un espíritu sanamente crítico, también hacia quienes lanzan críticas a la crítica…