El negocio de la delincuencia

04 de septiembre de 2015

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Hemos sido testigos en los últimos meses de hechos dolorosos que nos informan los medios de comunicación. Adolescentes y niños involucrados en actos delictuales  de alto riesgo con inusitada violencia. Algo nunca antes visto en Chile. Muchos alzan sus voces para condenar y pedir castigo para quienes delinquen; cárcel o incluso la muerte.

Llevo muchos años trabajando  en la cárcel y veo con  espanto como cada año desciende la edad en que estos menores se  inician en el mundo delictual. Comienzan desde muy pequeños y la mayoría teniendo la pobreza, la droga y el abandono como patrón común. La reincidencia es cada vez más alta. Como asimismo la violencia al interior de las  cárceles, pues sobrepasa lo imaginable. Informes de los organismos públicos y privados vinculados a esta realidad que son de libre acceso por haber sido publicados en diarios nacionales, nos dicen que entre los años 2011 a 2014 murieron 558 personas en las cárceles chilenas. Las causas se desglosan así: “enfermedades estomacales”, 273 muertos; violencia  entre internos privados de libertad, 192 muertos; y en tercer lugar 79 que se suicidaron. Yo mismo les he visto morir, esposados, padeciendo largas y dolorosas enfermedades.

En otra arista, cuando uno o varios miembros de una misma familia están privados de libertad, el resto del grupo familiar también padece la condena. Niños abandonados a su suerte y otros sometidos en centros de menores, donde padecen situaciones peores que las que sobrellevan en la cárcel sus progenitores¿Así se acaba con la delincuencia o estamos pretendiendo apagar el fuego con bencina?

Los elevados costos en dinero asociados al castigo legal y la cada vez más débil rehabilitación alarman…  en Chile, con el dinero de todos, el estado paga por cada preso en una cárcel concesionada, nada más y nada menos que mil dólares mensuales. En el país son ocho las cárceles entregadas a manos de privados por concesión… para un total de 14.053 internos privados de libertad… más de 168 millones de dólares cada año. ¿En  que hemos convertido la delincuencia?  ¡En un negocio! 
 
En paralelo, el estado paga apenas 50 dólares cada mes por alumno para que sea “educado”. Así las cosas, los niños vulnerables de nuestro país involucran un mayor retorno económico presos que educándose… Si aún quien lee estas líneas no concluye cuál es la raíz del problema, se lo aclaro: Inmoralidad, que ha generado corrupción.

¿Deberíamos matar a los pobres para acabar con la delincuencia, como se atreven a sugerir los infaltables de las redes sociales?

Con todos esos recursos el estado podría generar programas de capacitación donde los pobres privados de libertad, efectivamente puedan producir y aprender a mejorar su relación con la sociedad, teniendo el incentivo de proteger y proyectar a sus familias, rompiendo ellos mismos el círculo delictual. 

Trabajando por años con los pobres y los presos, sé que la clave está en posibilitar a ellos y a todos, recuperar nuestros valores, fortalecer la vida espiritual, restaurar el alma cristiana que dio carácter e identidad  a nuestra nación. Nada ni nadie podrá jamás dar al ser humano aquél sentido integral y trascendente que sólo nos da  Cristo.

¡Bendiciones!


 

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