Emma continúa compartiendo con nosotros su experiencia a lo largo de su proceso en la terapia de cambio.
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Personalmente, no sabía que yo era alguien importante. Pensaba que no tenía muchas cualidades y que siempre hacía las cosas mal o regular, por tanto de la misma manera me sentía. Esto no era algo que saltase a la vista, requería de mucho tiempo percatarse de que había colocado estratégicamente ciertas máscaras para que nadie se diese cuenta y no descubriesen de lo que en el fondo había dentro de mí.
Yo no me quería, no me gustaba lo que veía en mi espejo, me comparando constantemente con todo el mundo, especialmente con chicas. Ahí me di cuenta de otro factor de atracción. Estaba claro que buscaba en otras mujeres lo que yo no podía ver en mí; su feminidad, su escala de valores, su cultura, las conversaciones que tenían, los amigos/as que habían conseguido… Así que crecí en una gran mentira, porque pensé que yo no tenía todas esas cosas. Buscaba fuera lo que ya había dentro de mí.
Las palabras tienen mucho “poder” y fuerza. Una de las primeras cosas que hice fue trabajar con palabras de afirmación. Me escribí frases que me hubiera gustado escuchar de mis padres, de mis hermanos, de amigas… seguramente me las dijeron de pequeña, pero no hicieron impacto en mi o al menos el que yo necesitaba. No sólo las escribí sino que también me las grabé en el móvil y de vez en cuando las escuchaba.
Poco a poco mi cerebro fue almacenando y recuperando todas estas palabras y lo más importante "creyéndoselas", es decir interiorizándolas. Es importante estar segura de que mis padres están orgullosos de mí, que soy importante para mis hermanos, que mis amigas quieren pasar tiempo conmigo…tenía que creer en esto y además constatar que así era. En esos meses fue fundamental el trabajo con mi mentora, ella me repetía una y otra vez palabras de afirmación, esto me hizo darme cuenta de las cosas que los demás veían en mí, aunque para mi fuesen invisibles. Seguí superando mis propias "mentiras".
Las "mentiras" que debía olvidar
Junto con Elena trabajé una lista de creencias, cosas como “las mujeres son débiles”, tenían que desaparecer de mi mente, tenía que romper con esas cosas. Otro ejemplo sería “yo no soy capaz de hacer esto”, realmente tenía que verme, observarme y valorarme con otros ojos.
También descubrí que a pesar de que había cosas que no era capaz de hacer o no era realmente buena, había decenas de cosas en las que sí era buena, tenía que aprender a confiar en mis cualidades, tan obvias para los demás pero no tanto para mí.
La percepción sobre mi cuerpo
¿Qué pensaba sobre el? Pues no estaba contenta, tenía el error de decir siempre; “y si…”, y si fuera más alta estaría más feliz…, y si tuviese los ojos de otro color…y si tuviese un cuerpo más atlético y si consiguiese perder 4kg…realmente muchas de estas cosas no podía cambiarlas. Yo no podía hacer nada para añadir unos centímetros a mi estatura, ni cambiar el color de mis ojos…pero aprendí a que me gustase el color de mi piel, mi sonrisa, la forma de mis manos, las pecas que tengo en mi cara. Poco a poco pasé de lo más atractivo físicamente a lo que menos me gustaba, aprendí a quererme.
Desde que entré en terapia un punto importante ha sido introducir el deporte en mi día a día. Me ayuda a liberar estrés, pero también a ser más consciente de mi cuerpo. Hasta hace unas semanas no me había comprometido con este factor de la terapia, pero es algo que me está ayudando mucho. Me hace estar en paz conmigo misma, a no “desear” nada de otra mujer, ya que yo puedo trabajar en mi cuerpo con disciplina.
Lógicamente sobre mi autoestima quedan algunos aspectos, pero está mucho mejor que hace un año cuando comencé la terapia. Ya no busco en otras mujeres lo que tengo muy claro que hay en mí.
Y ya de paso, aproveché para trabajar otras cosillas que no me aportaban nada como por ejemplo, un perfeccionismo que no me hacía disfrutar de mis logros y que hacía que siempre estuviese insatisfecha.
Lo más importante que descubrí sobre mi autoestima es que el “valor” de una persona no se basa en su trabajo, ni en sus logros, ni en las relaciones que tiene con la gente, ni en su atractivo físico, las personas somos valiosas simplemente por ser personas.
Soy valiosa simplemente por ser yo.
Elena Lorenzo Rego
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