Cada cierto tiempo, ya sea por los medios de comunicación o mediante el testimonio directo de alguien cercano, se hacen públicos ciertos fenómenos extraordinarios -dañinos en diversos grados para los testigos directos e inexplicables a simple vista para la física u otra ciencia- que suceden en casas, lugares de trabajo, otros ambientes o bien relacionados con ciertos objetos e incluso animales.
En entrevista con Portaluz el sacerdote Ghislain Roy fue categórico para señalar que “detrás de cada ídolo se esconde un demonio, si acoges a un buda puede ser que ese objeto esté infestado. Se pierde la paz del hogar, se duerme mal, las parejas se pelean o los niños ya no se sienten cómodos en casa porque la llenamos con ídolos y divinidades…”.
También el conocido sacerdote italiano, co-fundador de la Asociación Internacional de Exorcistas, padre Gabrielle Amorth (q.e.p.d.), por sus estudios en demonología y la propia experiencia del ministerio, se refería habitualmente a estos asuntos en sus conferencias y libros.
Así en las páginas 33 y siguientes de su libro “Più forti del male” explica cómo algunos de esos fenómenos podrían estar directamente relacionados -dice- con “la actuación extraordinaria del demonio”; y agrega que si bien “se da raramente”, una de esas “manifestaciones que muestran la fuerza del demonio” es la llamada “infestación” diabólica.
Por supuesto que es muy posible encontrarse con un lugar infestado si en ese recinto pudieren haberse practicado actos de culto al demonio. Al respecto algunos sacerdotes recomiendan llevar siempre consigo agua bendita para exorcismos y -cuando se llega a una habitación de hotel u otro lugar desconocido- asperjarla mientras se realiza la Oración a San Miguel Arcángel o alguna apropiada de las que se citan en el librito “Para liberarse y sanar” (p. ej. la de la pag. 176 “Oración de exorcismo para purificar y proteger tu hogar y a tu familia…”)
Síntomas de la “presencia maléfica”
Para un correcto discernimiento respecto de una potencial infestación siempre es mejor recurrir a un sacerdote u obispo, quienes tienen la obligación de atender a los fieles en estas necesidades. Pero hay ciertos síntomas que es importante considerar, según señala en la página 79 de su libro Narraciones de un exorcista el padre G. Amorth: “La mayoría de las veces la presencia maléfica en un ambiente se manifiesta causando trastornos físicos: insomnio, dolores de cabeza o de estómago, un malestar general que cuando la persona se va a otro sitio no se produce”, puntualiza.
Por su experiencia, el fallecido sacerdote puntualiza en la página 81 del citado libro que algunos lugares infestados han sido en el pasado escenario o recinto de actividades satánicas: “Me he encontrado exorcizando apartamentos en los que durante mucho tiempo se habían llevado a cabo sesiones espiritistas, o que habían estado habitados por brujos que practicaban magia negra. Peor aún si se habían celebrado cultos satánicos”, destaca.
¿Cuándo procede el exorcismo?
Al tener una certeza razonable de una infestación de lugares, objetos o animales, es necesario un exorcismo.
El sacerdote Rodrigo Vargas Pizarro de la austral diócesis de Punta Arenas en Chile, relatando un testimonio de infestación diabólica, publicado en Portaluz, recordaba: “Cabe destacar que cualquier sacerdote puede exorcizar lugares y objetos, mientras que sólo los exorcistas autorizados por su obispo, pueden exorcizar personas”.
Asimismo, el padre Amorth señala en el libro ya citado que los sacerdotes tienen disponible “el Ritual que contiene una decena de oraciones en las que se pide al Señor que proteja los lugares de las presencias maléficas...”.
La necesaria batalla con el demonio
Obviamente para reducir los riesgos de infestación y para dar la necesaria batalla con el demonio siempre es necesario cuidar el vínculo con Dios y su Iglesia mediante la vida de oración, vida sacramental y devociones como el rezo diario del rosario. Así lo vivía padre Amorth y también lo destacó en la página 43 del mencionado libro, recomendando a los sacerdotes: “He escrito muchas veces que se enfada más al demonio confesando, o sea arrebatándole almas, que exorcizando, que es sustraerle los cuerpos. Y aún más rabia se le causa predicando, porque la fe germina de la palabra de Dios”.
Todos los fieles sacarán provecho de conocer, acoger y aplicar en sus vidas la exhortación de San Pablo a los Efesios en el capítulo 6, versículos 11 al 15: "Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno."