por Equipo Portaluz
9 Enero de 2014El Senado en Chile aprobó este martes 6 de enero la idea de legislar respecto de una ley (Acuerdo de Vida en Pareja - AVP) que regularía las uniones de hecho entre parejas del mismo sexo y de distinto sexo.
Por más de 12 meses representantes de las Iglesias cristianas, expertos en derecho civil, políticos y legisladores, como líderes de opinión cristianos, fe que es mayoritaria en el país sudamericano, expusieron ante el Parlamento o hicieron público sus reparos al texto del proyecto de ley y algunos incluso su rechazo a una ley como la que se pretende.
Sin embargo los legisladores chilenos optaron por acoger la idea de legislar, dando con ello un implícito guiño a las minorías lideradas por organizaciones de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales; y así a la “Ideología de Género”.
Bernardo Bastres, “Padre Obispo de Magallanes” y Presidente de la Comisión Nacional de la Familia de la Conferencia Episcopal de Chile, emitió el 6 de enero una carta pastoral (pulse para ver) donde establece argumentos respecto de la familia, el referido proyecto de ley AVP y el matrimonio.
Luego de la decisión del Senado chileno el Padre Obispo Bastres, entrevistado por Portaluz, profundiza sus reflexiones sobre este delicado asunto y -con la autoridad del Pastor- envía una fraterna advertencia a los legisladores que en conciencia se saben cristianos...
Usted ha declarado que una ley como la del “proyecto AVP” debilitará a la familia. ¿Concretamente cómo y en qué?
Para nosotros la familia nace de un matrimonio. Es el matrimonio lo que ha dado origen a cada una de nuestras familias. Este Proyecto de AVP, al legitimar la relación afectiva entre dos personas (que pueden ser incluso del mismo sexo), sin un compromiso más que el deseo de vivir juntos, no tiene la firmeza del compromiso y responsabilidad que da el matrimonio. El matrimonio, aunque sea solamente civil, es un compromiso delante de una comunidad... de vivir en comunidad; de aceptar dentro de esta ayuda mutua de los contrayentes, a los hijos como regalo del Señor; para los cristianos, de realizar un proyecto que implica la totalidad de la vida y no solo “hasta que dure el amor”, sino que el amor se hace una opción, como el amor de Cristo en la Cruz.
Este proyecto de ley de AVP, no lleva el compromiso estable y duradero. De hecho, si lo deciden, bastará una carta certificada para decir que ya no son más “convivientes” y la comunidad no ha entrado ni al inicio ni al término de tal relación. Por tanto es una relación subjetiva de dos que desean “experimentar” este afecto que sienten, con toda la debilidad que lleva el que no entre un tercero como testigo del querer hacer un esfuerzo por “jugarse” totalmente por la persona amada.
Está además el asunto de los hijos, pues este AVP no supone la paternidad, como en el caso del matrimonio, pues si nacen los hijos de esta relación, cada vez debe haber un acto de reconocimiento por parte del otro sobre su paternidad.
¿Piensa que debería realizarse una consulta nacional - como un Plebiscito- donde los chilenos decidan si desean una ley de AVP?
Más que hablar de plebiscito, que no es común en nuestra tradición patria, se debería tener mucho más presente lo que sostenemos las Iglesias cristianas, los legisladores, los entendidos en el tema familiar; para que a la hora de legislar no sean solamente algunos sectores de “minorías”, que presionen a los legisladores para que la ley los favorezca. Por otro lado necesitamos que nuestros legisladores, más que preocuparse de los resultados electorales, sean, como dijo Felipe Cubillos, líderes y responsables del bien de nuestro país.
¿Teme que como en una cadena inevitable luego de una Ley AVP, se apruebe una ley de matrimonio igualitario y luego una que asegure derechos de adopción a esos matrimonios entre personas del mismo sexo?
Escuchando a los senadores, en los argumentos de su aprobación o rechazo a este AVP, muchos de los que estaban a favor, sostuvieron claramente que deseaban el matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo. Por tanto también la adopción de hijos.
Por sus declaraciones se concluye que la Iglesia considera que este es un momento crucial para la familia. Además de las declaraciones públicas que usted y los obispos han realizado, además de las exposiciones ante la Cámara del Senado... ¿Qué más debe hacer la Iglesia para enfrentar este desafío?
Lo que más llama la atención, es que todos hablan del valor que tiene la familia. Más aún no hay encuesta de carácter público, en que los encuestados no respondan situando en primer lugar el valor que dan a la familia. Sin embargo, a la hora de legislar, se busca este tipo de leyes que se sabe que no va a favorecer a la familia.
Sería interesante como proyecto de ley, venir al encuentro de la formación de nuestros niños y jóvenes, para ayudarles a reflexionar y a prepararse para formar familia. Por otro lado, dotar de fuerza real, a los mediadores familiares, profesionales que tengan una clara convicción de la familia, que ayuden y sostengan a los que más necesitan ayuda; y que no sean como sucede hoy, que son un trámite para obtener el divorcio.
La tarea que tenemos como Iglesia es la educación, la formación de nuestros fieles en el tema de la familia, ayudarles a descubrir que la revelación de Dios con respecto a la familia, para nosotros, personas de fe, es el único camino que nos llevará a la felicidad.
En la tarea educativa, nos es menor el transmitir que la verdadera felicidad y la realización de la vocación a la que nos invita nuestro Dios, tiene una cuota de sacrificio, de dolor, de incomprensión, en una breve pero profunda realidad: la cruz. Sin cruz no hay camino cristiano posible de seguimiento del Señor y en la Cruz debemos descubrir la fuerza de la Resurrección para vivir nuestra opción de fe en alegría y optimismo.
Si el Censo señala que la mayoría del país es cristiano... ¿Qué sucede que esto no se expresa en la vida política?
Algunos senadores al intervenir sobre este proyecto de ley, hacían ver que la realidad religiosa no debía intervenir en la decisión.
Reconociendo la separación de Iglesia y estado, en orden a lo político y al gobierno del país... Sin embargo, cada uno de nosotros es cristiano y católico las 24 horas del día y los 365 días del año. Esto quiere decir, que cuando uno debe tomar alguna decisión, en todo orden de cosa: familiar, político, profesional, personal, etcétera, debe realizar un discernimiento, el cuál es iluminado desde la opción de fe, teniendo presente la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia. Solo allí, después de este ejercicio, que alguna vez requiere ir a consultar con otro de mayor experiencia, puedo actuar con la conciencia iluminada.
He colocado varias veces el ejemplo del fallecido Rey de Bélgica, Balduino, quien por coherencia cristiana y católico, abdicó al trono para no firmar la ley del aborto. Este ejemplo, grafica lo que nuestra fe pide en nuestro actuar.
El legislador católico, a la hora de tener que votar este tipo de leyes debe iluminarse desde su fe y luego votar en conciencia y no por lo que le pide el partido político, pues creemos cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de su actos.