La denuncia del historiador Alejandro Rodríguez de la Peña: "Han corrompido algo santo como es la compasión"

La denuncia del historiador Alejandro Rodríguez de la Peña: "Han corrompido algo santo como es la compasión"

En el último número de Revista Misión el catedrático de Historia Medieval en la Universidad CEU San Pablo, reflexiona sobre la compasión, una realidad que en su opinión el cristianismo ha llevado a su máxima expresión y que esta cultura poscristiana ha deformado, y que utiliza para fines espurios.

por Portaluz

17 Marzo de 2025

¿Qué es la compasión?

Es un sentimiento por el cual te pones en el lugar del otro y sufres con él. No es lo mismo que la solidaridad, pues la compasión implica, en términos cristianos, ayudar al otro a llevar la cruz.

¿Cuál es su origen?

El origen de la compasión ética es religioso. Es ver en el diferente, incluso en el caso del cristianismo, en el enemigo, a una persona digna de tu misericordia. Mi hipótesis es que no estaba en la humanidad en origen. El desarrollo de esa ética compasiva va a confluir en el cristianismo, que da un paso que no se ha dado en ninguna otra cultura: incluir al enemigo. Esto es el concepto revolucionario que introduce Jesús.

Hablando de culturas y civilizaciones, ¿son todas igual de válidas?

Decir esto es políticamente incorrecto, pero hay civilizaciones que son superiores éticamente a otras. No es lo mismo una civilización que practica sacrificios humanos o el infanticidio que otra que no lo hace. Perder eso de vista es caer en un relativismo moral peligrosísimo. Entre las civilizaciones de la historia hay algunas que han llegado a la regla de oro: hacer a los demás lo mismo que esperamos que nos hagan a nosotros. Se encuentra en la tradición griega, en el budismo o en Confucio. No es algo privativo de la tradición bíblica.

¿No cita al cristianismo?

Es que el Evangelio no es eso. Jesu­cristo no vino a traer una ética ni a predicar la regla de oro.  El cristianismo es la religión salvífica.Y aquí viene la superioridad del cristianismo sobre las demás religiones. No es lo mismo decir  "amarás al prójimo como a ti mismo", a que sea toda la humanidad, incluso tu enemigo.

vladimir gladkov - pexels

¿La compasión fue signo de la civilización cristiana?

La cristiandad pone en valor a los débiles y a los miserables. Y además desecha la crueldad de la vida pública. Y esto cambió la sociedad. Aunque en Séneca, en los estoicos y en Sócrates hay cierto discurso parecido, el cristianismo lo introduce en las masas.

Puede poner algún ejemplo para entender en qué se tradujo esto.

El sacrificio humano desaparece donde llegan los cristianos. Las culturas vikingas, célticas o eslavas lo abandonan según llegan los monjes y se convierten. En Roma se quemaba viva a la gente y se hacían horribles suplicios que la gente pagaba por ver. Eso se terminó con el cristianismo.

¿Algún hito más que destaque?

El cristianismo ha mejorado muchísimo los principios de la humanidad entera. Hoy la guerra o el genocidio se ven de otra manera, están mal vistos. Todo esto es un legado de la ética cristiana.

Pero hoy se niega esto.

Porque se ha presentado como un hallazgo de la Ilustración. Pero estamos en realidad ante una secularización de ideas cristianas.

Hoy sigue, sin embargo, relacionándose religión y violencia.

Es un discurso que se puso de moda trasl el 11-S. Era un tema pasado porque las grandes masacres del siglo xx las realizan ideologías ateas como el nazismo y el comunismo. Tras la ii Guerra Mundial, toda la cuestión relacionada con los derechos humanos fue liderada por personas religiosas, casi todas ellas católicas, por cierto.

¿Qué dice la historia al respecto?

Que las víctimas de las guerras religiosas no llegan al 1 % del total de mortandad en la historia bélica conocida. Casi todas las grandes masacres han sido conflictos territoriales entre ciudades, imperios, tribus...Y luego están las ideologías totalitarias que introducen una nueva forma de guerra y de violencia.

¿En qué se manifiesta hoy esta ética de la compasión?

En algo bueno y algo malo. Lo bueno es que tenemos una herencia ética según la cual la violencia contra desarmados y personas indefensas está mal. Incluso en la época totalitaria ni el gulag ni el Holocausto fueron mostrados al público. Los asirios o los romanos presumían de su violencia, había una propaganda de la crueldad.

¿El lado malo cuál es?

Hay un discurso demagógico y woke del victimismo, según el cual la víctima siempre tiene razón. Muchos grupos de presión se esconden detrás de una supuesta condición de víctima para exigir cuotas de poder. Es darle la vuelta al origen de la compasión. Y está ligado a la falsa solidaridad.

¿A qué se refiere?

La compasión es sufrir con el que sufre. Si tú no sufres, no es compasión, será solidaridad, que es bastante barata comparada con la compasión. Compasión es implicarte y por eso tiene que ver con la religión. Toda ética compasiva tiene una dimensión de renuncia, que es lo que se ha querido olvidar y que sólo desde una experiencia religiosa se puede entender.

adrianna geo

¿Por qué triunfa la victimización?

En un debate en la televisión, ¿quién gana de cara a ganarse al público? El que adopta la posición de víctima. Eso es así. Frente al mundo precristiano, donde el admirado era el fuerte aunque fuera absolutamente cruel, hoy el que lleva las de ganar es el que enumera una mayor lista de agravios a su colectivo. El discurso de la víctima es popular porque es eficaz.

¿Por qué es eficaz?

Porque llevamos dos mil años de cristianismo y aunque la población esté secularizada tiene algunos instintos que son fruto de generaciones de ponerse al lado del débil. Eso es de origen cristiano. Pero este discurso se usa ahora para fines espurios. Han corrompido, ensuciado con sus sucias manos, algo santo como es la compasión.

Incluso hay una connotación negativa del término "compasión".

No sólo de la compasión, la que ha sido absolutamente aniquilada en el discurso público es la palabra caridad. Ha sido cancelada, lo cual indica que estamos enfermos espiritualmente.

Hanna Arendt hablaba de la banalidad del mal, y usted de la banalidad de la compasión. ¿A qué se refiere?

La banalidad del mal es la rutinización de algo que es el mal absoluto, que es hacer daño a los indefensos de forma sistemática e industrial. Pues lo mismo ha pasado con la compasión: personas que rutinizan el bien, que les da absolutamente igual el sufrimiento de un primo o su vecino, pero que se preocupa de los niños de Burundi. Esto es una compasión de supermercado.

Incluso se vende que la eutanasia o el aborto son actos de compasión.

Es más grave que el discurso de la falsa víctima. Esto es neopaganismo, volver a la situación precristiana donde se eliminaba al débil sin remordimiento. Esta falacia consiste en que en lugar de decir la verdad, que los paganos no tenían problema en decirla, ahora se dice que es un acto de amor.

¿Cómo ilustraría una sociedad sin compasión?

Se parecería mucho a la Roma clásica. Si ahora se paga por un espectáculo de boxeo, ¿por qué no podrían matarse como los gladiadores? ¿Y por qué no cobrar por asistir a una ejecución en la silla eléctrica? Una sociedad sin compasión es aquella en la que se puede disfrutar sin vergüenza del sufrimiento de los demás como un espectáculo.

¿Qué podemos hacer nosotros?

Dos cosas: una, anunciar la Verdad, aunque moleste. Si estamos callados ante el consenso dominante y no hay Anuncio, esto jamás va a cambiar. Y segundo, practicar la compasión. Los autores paganos anticristianos del siglo iii y iv reconocen que los cristianos cuidaban de los enfermos y de los pobres como no hacían ellos. Parte del éxito del cristianismo fue que brillaban con luz propia sus obras de caridad.

¿Qué bien nos puede hacer a cada uno la compasión?

Simone Weil tiene una teoría preciosa. En los años 30, antes de las tabletas y las redes sociales, insistía en que no se puede ser compasivo si no se mira con atención al otro. Tenemos que prestar atención sin distracciones al del frente, empezando por nuestra familia. Una sociedad donde el otro raramente es objeto de nuestra atención es una sociedad menos compasiva, porque la compasión empieza por la atención.

 

 

Fuente: Revista Misión