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Rocío ya es de Jesús y afirma: "Lo han visto mis ojos"

Viajó desde su natal Colombia a Badajoz en España. Allí, el 12 de diciembre pasado hizo público su Sí al Amado que nació en Belén.

por Portaluz

23 Diciembre de 2015

"¡Hacen falta contemplativos porque cuanto más profundamente esté sumergida una época en la noche del pecado y en la lejanía de Dios, tanto más necesita de quienes estén íntimamente unidos a Él!", reflexionaba la santa carmelita Teresa Benedicta de la Cruz.

Tras diversos eventos que ella misma narra en estas líneas, Rocío, una joven colombiana comprendió que sus prioridades estaban erradas... “Tenía a mi familia en el lugar que le corresponde a Dios”. Luego cruzó el Atlántico, para incorporarse a una comunidad de vida contemplativa en la clausura del Real Monasterio de Santa Ana, de las Hermanas Pobres de la Orden de Santa Clara, en Badajoz. Con 26 años tomó los hábitos el pasado 12 de diciembre.

Todo empezó en un encuentro nacional de jóvenes del Camino Neocatecumenal en Bogotá, el 30 de junio de 2008. Durante 5 años tuve un semi-proceso vocacional con los responsables itinerantes de Colombia, y el 29 de junio de 2013 hicieron un sorteo para las chicas que estábamos dispuestas a ir a los monasterios de Vida Contemplativa, especialmente en España. Así es como llegué aquí, hace aproximadamente 22 meses. Los primeros tiempos fueron un poco duros, cambiar de estilo de vida, de espacio, de horario, sobre todo lo que más me costaba era estar lejos de mi familia, pero ahora me doy cuenta que el Señor permitió esto para ayudarme a crecer, madurar, organizar mis afectos, pues la verdad es que tenía a mi familia en el lugar que le corresponde a Dios. A pesar de mis rebeldías el Señor siguió abriéndome el oído, llamándome, seduciéndome, hasta que me venció con su Amor por medio de la Palabra, los Sacramentos, la liturgia, la oración y la fraternidad en donde he encontrado hermanas que son un testimonio fuerte de fe, pues me han acogido con un afecto sincero, desinteresado, transparente... ¡Gracias hermanas!

Como la primitiva comunidad cristiana buscamos tener un solo corazón y una sola alma.El Señor ha estado grande conmigo, ha sido fiel a su promesa de felicidad, antes creía que todo era renuncia pero puedo decir que es verdadera la palabra de Mt 19, 29 porque el Señor me ha recompensado con el ciento por uno, Él no me ha quitado nada, sino al contrario me ha dado todo, se ha dado Él mismo completamente por mí, por nosotros, en la cruz, y sigue dándose cada día.Lo he sentido tan cercano durante los 9 meses de aspirantado (tiempo de adaptación) y el año de postulantado (tiempo de preparación al noviciado). En ellos me ha enseñado a conocerme a mí misma pues antes, con tantas ocupaciones, tenía poco tiempo para reflexionar quién era la verdadera yo, como dice el libro de Job: “Antes lo conocía de oídas pero ahora lo han visto mis ojos”. Me ha concedido conocerlo como Padre, Creador, Esposo, hermano, amigo, guía, Luz, Verdad, Redentor, dador de Vida; me ha dejado extasiada ante la inmensidad de su misterio de amor hacia la criatura.

Le doy gracias por concederme hacer parte de la Iglesia orante...: “Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos” (Ef 6,18).

Fue un momento precioso, pues era “oficial” el convertirme en su prometida, saber que he sido creada para Él, que mi corazón de mujer solo encontrará su descanso y será colmado por Él; las lecturas del rito y de la Eucaristía me invitaban a saltar de gozo, de alegría, de júbilo al ser escogida para ser suya, y por fin el momento que con tantas ansias esperaba, la “vestición”. En paralelismo a lo que hizo nuestra Madre Santa Clara, despojándose de las pompas del mundo para tener como única riqueza a nuestro Señor Jesucristo, hice lo mismo despojándome de un vestido rojo de fiesta muy bonito y de las joyas que llevaba, para revestirme de la Cruz, del Hábito, que tiene esa forma, deseando que como exteriormente me he revestido, interiormente pueda por su gracia, despojarme de mi misma y revestirme de Cristo... Gracias a todos: ¡El Señor los bendiga y les de su paz!”.Fuente: Diócesis de Badajoz