
Hace veinte años, el sacerdote Ignacio María Doñoro salvó a un niño al que iban a vender por 25 dólares. Desde entonces, no cesó en su lucha contra el tráfico de órganos en el Amazonas.
La historia de encuentro profundo con Cristo crucificado del padre Ignacio María Doñoro, quien fue capellán militar de la Guardia Civil de Intxaurrondo, País Vasco, empezó cuando cruzó el Atlántico hacia América. Le habían donado 20 mil dólares para ayudar a los niños de El Salvador. Al llegar al país centroamericano le conmocionó conocer la historia de un niño que iba a ser vendido por sus padres para el tráfico de órganos.
Según cuenta, una noche se le apareció en sueños un pequeño con una mirada tierna. A la mañana siguiente contó a la superiora del lugar su sueño y le describió al chico. La religiosa, impactada, le contó entonces de Manuel, un niño a quien sus padres habían vendido para el tráfico de órganos y lo iban a matar. "Tenían cuatro hijas, el chico tenía una parálisis y habían decidido venderlo a un grupo de traficantes", explica el sacerdote. Confiesa que al sentir la impotencia de la suerte del menor, decidió comprarlo.
“Fuimos al monte a buscar a los traficantes, les pregunté cuánto valía el chaval. Creía que habían dicho 25 mil dólares; resultó que habían dicho 25 dólares, 25 dólares valía su vida”.
Doñoro decidió comprar al niño con el dinero que disponía. Pero no era llegar y hacer. Cuenta que debió hacerse pasar por traficante de órganos... “Agarré al niño por la camiseta, lo metí en la camioneta. Manuel, tenía 14 años, se orinó de miedo. Lo abracé. 'Manuel', le dije, 'yo estoy dispuesto a dar mi vida por ti'... me miró con tanta ternura que sentí que me miraba Dios”.
Desde entonces, este misionero ha salvado en el Amazonas a miles de niños, "se los he arrebatado a la maldad humana, donde todo vale y ya no importa nada".Nazaret en el AmazonasAhora, a través de su organización Hogar Nazaret, desarrolla la vocación que le despertó el haber sido parte de la historia de Manuel.
En Puerto Maldonado, a más de 1.500 kilómetros de Lima, en la Amazonía peruana, el Hogar Nazaret sigue funcionando y, por tanto, rescatando a niños que sufren la pobreza extrema o la falta de escrúpulos. Aunque la generosidad ha sido muy grande en los últimos años, el sacerdote cuenta que la gente “se va cansando” y mientras las necesidades siguen aumentando.
Hoy, atienden a 470 pequeños, de los cuales 15 viven con él. Poco antes de las fiestas navideñas, viajó a España para visitar a su obispo y, de paso, aprovechar para lanzar un SOS en persona que ya había puesto de manifiesto a través de las redes sociales. Así lo hizo en Facebook, apoyado en la imagen de uno de los niños que atiende: “Soy Iván,vivo en el Hogar Nazaret. El padre Ignacio ya no sabe que hacer. Mas de 500 “Me gusta” a sus peticiones de socorro, pero sólo 23 ingresos. Nos negamos a cerrar, hemos pasado por este trozo de cielo mas de 470 niños. ¿Podéis hacer un esfuerzo en Navidad?”.
En Navidad no hay nada extra en el Hogar Nazaret; la ambientación se reduce a poner al niño Jesús. “Sí, hay alegría y cantamos, pero nada especial, ni juguetes ni comida. Para nosotros, la Navidad es estar vivos”, añade Doñoro. ¿Y los Reyes Magos no dejan nada allí? “Nuestro único regalo de Reyes es seguir con vida”, insiste. Eso sí, el niño Jesús estará muy presente y “volverá a llamar a nuestra puerta a través de los nuevos niños que lleguen”. La acogida de estos nuevos “jesuses” sí es una fiesta que celebran.
¿Y cómo han celebrado la Nochebuena? “No ha habido nada de nada. Ha sido como el auténtico establo, la pobreza de Belén y, sin embargo, ha sido entrañable”, explica. Y, sin embargo, con lo poco que tenían el misionero español y sus niños se lanzaron a la calle para recorrer las casas de los niños más pobres, a los que compraron regalos de un euro. “Nuestros niños, que no tenían ningún juguete, regalaron a otros niños necesitados”, añade Doñoro desde Perú.
En medio de estas fiestas, el Hogar Nazaret sigue trabajando, atendiendo a los más pequeños y acogiéndolos. Lo hacen tan a menudo que ya han establecido un protocolo con dos puntos fundamentales. El primero es un juego en el que los niños tienen que adivinar el nombre y la edad del nuevo compañero; el que lo haga tiene premio. El segundo es un “premio” directamente: aquel niño que coincida en altura y complexión con el nuevo “tiene la oportunidad de regalarle su ropa”. “También compramos una pequeña tarta o piñata y hacemos una fiesta de bienvenida”, explica el sacerdote, que reconoce que de un tiempo a esta parte celebran todas las fiestas, también lo cumpleaños, porque ha visto que “es muy importante”.
Más allá de que las necesidades económicas y las tareas son muchas, Doñoro reconoce que la situación ha mejorado algo en los últimos meses, pues el Gobierno ha mostrado voluntad de acabar con el tráfico de niños al dedicar un juez y un fiscal a esta cuestión, además de la policía de familia. Además de eso, la familia que es el Hogar Nazaret está cada vez “más unida” y es “más consistente”. “Intentamos sacar lo bueno de todo, incluso de lo malo. La mayor parte de estos niños han pasado por situaciones traumáticas, con abusos sexuales y maltrato, pero lo superan y perdonan a las personas que les han hecho daño. Además, aquí preservamos todos sus derechos, también el de tener una familia. No juzgamos las situaciones, sino que intentamos que los niños se reconcilien y perdonen a sus padres que, en muchos casos, les han abandonado”.Nuevos rumbos
Al tiempo que mantiene el Hogar Nazaret, el padre Doñoro sigue pensando en ayudar a más niños y por eso pronto abrirá una segunda casa, esta vez, en Callao, muy cerca de Lima, gracias al apoyo del obispo local, el también español José Luis del Palacio. “Es un hombre enamorado de Dios y de los pobres y nos ha dado la opotunidad de ir allí. Tengo la casa y el contrato cerrado y pronto la pondremos en marcha. Yo estaré allí los primeros meses hasta que coja ritmo. No hay que tener miedo, porque cuando Dios quiere que las cosas sucedan, pone los medios. Un servidor llegó a Perú tras venderlo todo, sólo con una imagen de la Virgen del Pilar, y mira... Soy un inconformista y queda mucho por hacer, pero miro hacia atrás y es increíble lo que se ha hecho en estos cinco años”, afirma. Para la gestión de la nueva casa en el futuro tiene a un matrimonio que se ha ofrecido.
Otro de los proyectos también verá la luz pronto; un regalo de sus amigos. Se trata de un libro que recopilará las historias de los niños que el propio Doñoro ha ido contando a lo largo de los últimos años a través de las redes sociales y la página web del hogar.¿Quieres ayudar? Pulsa haciendo click sobre la imagen