"Mi conversión comenzó en Adviento", confidencia un ex ateo neerlandés
Mark de Vries Nació en Groningen, ciudad cercana al Mar de Frisia en Países Bajos, donde también ha vivido su tránsito del ateísmo a la fe católica; testimonio registrado en su blog In Caelo et in Terra, que inicia con una particular declaración de argumentos...
"Soy Mark de Vries (...) No, no tengo fe por miedo. No tengo fe porque un libro me la transmitió. No tengo fe porque sea la solución más fácil. No tengo fe porque me la enseñaron mis padres. No creo que sea mejor persona que quienes tienen una fe diferente o quienes no tienen fe. No le temo a la ciencia ni la considero sospechosa. Y, por último, tampoco soy un fundamentalista peligroso por tener fe y escribir sobre ella".
Durante años -relata Mark- se definió "como ateo o agnóstico (dependía de mi estado de ánimo la mitad de las veces)", así es que no lleva mucho tiempo siendo católico.
La conversión de este neerlandés comenzó en el Adviento de 2005. Fue algo inesperado, casi accidental, tan solo mediado por su natural curiosidad e interés en la estética religiosa.
Por años, Mark se había interesado en la historia y estética de la arquitectura religiosa. Le resultaba placentero visitar las iglesias antiguas u observar desde la distancia el altar y los ritos que el sacerdote realizaba durante la liturgia, aunque poco y nada comprendía de su contenido espiritual y la realidad de la fe que allí se asentaba.
Pero en aquel día del Adviento 2005, cuando le preguntó a una amiga católica si podía acompañarla a la misa entre semana, no sabía lo que se estaba por desencadenar. Actuaba por satisfacer su habitual curiosidad estética. No sabe cómo explicar lo que ocurrió en esa misa, pero de forma silenciosa e inesperada el alma de Mark se dejó tocar por Dios...
"Algo en algún lugar de mi ser me movió. Es difícil precisar exactamente qué fue, pero me llevó a ir más a menudo a misa. En ese momento todavía era estudiante, pero había pausas para el almuerzo en las que iba a misa en lugar de sentarme en la cafetería de la universidad. ¿Por qué seguí yendo? Creo que un aspecto importante fue que me sentí bienvenido. En un sentido muy básico: me sentía acogido por la comunidad parroquial, las pocas docenas de fieles que asistían a la misa entre semana y, más tarde, también por el párroco y otros católicos de fuera de mi parroquia. No eran personas alejadas del mundo cotidiano, «distantes» o algo por el estilo. No, tenían trabajo, tenían familia, tenían su vida en la ciudad donde yo también vivía. Eran personas normales de todos los ámbitos de la vida, que se sentían como en casa en el norte de los Países Bajos, una zona muy realista. No fingían, decían las cosas tal y como las veían, pero por alguna razón todos creían en el Dios que conocemos en la Eucaristía, en las palabras de la Biblia y en la homilía, y que desempeñaba un papel en la vida de estas personas. Él encajaba en sus vidas, o ellos en la Suya..."
Luego los temores tomaron rostro de dudas e interrogantes. Fue un período de crisis del cual resurgió con fuerza su certeza de haber descubierto un tesoro por el cual estaba dispuesto a jugarse por entero. El punto de inflexión dice, fue al calibrar "la importancia del amor (de Dios), la responsabilidad de las propias acciones o cómo debería ser la relación entre Dios y las personas. En todo eso estaba de acuerdo. La sociedad fría y dura en la que vivimos no ofrecía una vida satisfactoria y supe que coincidía también con la Iglesia en eso".
Esta feliz certeza le movió para conversar con su párroco "sobre mi viaje de descubrimiento". Se inció allí un camino de acompañamiento, de dirección espiritual y formación cuyo culmen ocurrió el año 2007.
"Le pedí a la amiga a la que había acompañado por primera vez a misa que fuera mi madrina, y el 7 de abril de 2007 fui bautizado, confirmado y recibí mi primera comunión en la catedral de San José y San Martín en Groningen. El obispo (ahora cardenal) Wim Eijk ofició la ceremonia.
Las cosas no terminaron con esos sacramentos. De hecho, como pronto me dijo mi párroco, solo estaban empezando. Mi conversión es continua, ya que sigo aprendiendo y practicando mi fe. Probablemente seguiré haciéndolo durante el resto de mi vida, y eso es bueno".