En la India apenas un 2% de los 30 millones de niños abandonados en las calles, logran ser rescatados por instituciones de protección y cuidado; y menos de 2000 son legalmente adoptados cada año. Estas son las cifras oficiales, pues muchos bebés abandonados nunca son encontrados. Víctimas del abandono mueren de hambre, devorados por animales, asesinados a manos de los traficantes de órganos o en el mejor de los casos adoptados por desconocidos sin que el estado tenga registro de ello.
Al respecto el Dr. Pascoal Carvalho, de nacionalidad india y miembro de la Academia Pontificia para la Vida, denunciaba en AsiaNews hace un año atrás… "Este grito de los pobres recién nacidos es una tragedia que requiere un cambio concreto. El grado de desarrollo de una sociedad no se mide por el ingreso per cápita, sino por la existencia de sistemas de contención para quienes luchan con necesidades materiales y emocionales. Toda persona debe sentirse amada y poder contribuir al bien común".
Sentirse amado
En 1962 aquel bebé sin nombre, citado en el título de esta crónica, comenzó a sentirse amado cuando Madre Teresa de Calcuta lo rescató del abandono que sufría en las calles de Bombay. La santa de los pobres le llevó a la guardería de San José y más tarde transfirieron al niño a un orfanato; era la Casa de Nuestra Señora, en Bombay, donde se unió a otros 250 huérfanos. Allí lo bautizaron con el nombre "Patrick" y algunos años después recibiría el apellido "Norton".
Patrick, ahora de 61 años, recuerda que iba a misa todos los días y rezaba el rosario con otras personas a las 7 p.m. No olvida que en el Hogar eran tan pobres que dormían "en el suelo" y pasaban "hambre", cuenta a la Catholic News Agency.
En una ocasión, cuando no había comida, dice Patrick, todos rezaron un rosario extra, pidiendo ayuda a la Virgen. ¡Y el cielo los escuchó! "Recuerdo que llegaron camiones grandes y nos traían donaciones: leche en polvo, huevos en polvo y harina", comenta.
La casa de una fotografía
Como todos los niños pobres, también ellos se entretenían con aventuras sencillas que organizaban. "A veces íbamos a una propiedad abandonada al lado del orfanato para buscar juguetes en la basura. Una vez encontré un pedazo de hoja de una revista. Tenía escrito ‘USA’. La foto era de una casa. Se veía muy bien", señala Patrick Norton (en imagen arriba).
Estaba feliz con esa foto y se la mostró a uno de los sacerdotes del orfanato, quien le dijo que mejor la botase pues jamás iría allí. Pero Patrick la guardó en su bolsillo y poco después con un poco de arroz húmedo, usándolo como pegamento, la pegó en la pared sobre su cama como si fuese un cuadro. "Le pedí a Dios que un día pudiera ir allí", confidencia.
La respuesta de Dios
Una noche, en que se incrementó el conflicto bélico entre Pakistán y la India, dos monjas y dos sacerdotes sacaron del hogar a los niños por la noche, con la esperanza de que los bombardeos no los alcanzaran. Patrick recuerda que entonces miró hacia las estrellas y la luna, angustiado le rezó suplicando. "Le dije: «Dios, para ya la guerra. Mira lo hermoso que es tu mundo»".
Pasaron los bombardeos y pocas semanas después Patrick supo que él y otro niño, llamado Martin, se convertirían en hermanos pues serían adoptados por una numerosa familia estadounidense: el juez John Henry Norton y su esposa Marjorie, quienes, aunque tenían nueve hijos adoptaron a cinco más, Patrick y Martin entre ellos.
Patrick llegó a Connecticut en "USA" el 25 de octubre de 1976. Tenía 14 años cuando Dios le regaló a su nueva familia. "Éramos 14. Estábamos en la televisión en 'Good Morning America'. A mi padre le preguntaron: «¿Por qué adoptaste a tantos niños?» y él les respondió: «Quería agradecer a Dios por todo lo que nos ha dado»", confidencia.
En su nueva familia, Patrick pudo crecer en su fe y valores católicos. Todas las noches, después de la cena, la familia se reunía para rezar el rosario. Luego, siendo un adulto joven, conoció a su futura esposa, Sandy en una peregrinación. Son padres de tres hijos.
Cincuenta y cuatro años después de que la Madre Teresa rescatara a Patrick, un donante hizo posible que viajara con toda la familia a Roma para su canonización el 4 de septiembre de 2016. Recuerda que allí entre la multitud, una hermana de las Misioneras de la Caridad le dio unas palmaditas en el hombro y les señaló un lugar donde podían situarse para ver con comodidad la celebración. Cuando se movieron unos metros al lugar indicado toda la familia se giró para agradecer, pero la religiosa había desaparecido. En ese instante, dice Patrick, se les acercó un guardia que los llevó a la primera fila, ante el altar de la misa.
Dar testimonio
Patrick Norton a menudo comparte su historia sobre la Madre Teresa. Aún recuerda cuando le pidieron por primera vez que hablara a un grupo de personas en una iglesia, pues estaba muy nervioso. "Me confesé y fui a la Santa Misa, recibí la Eucaristía. Quería tener un alma pura para que Dios pudiera obrar a través de mí. Le dije a Dios: «Lo que quieras que le diga a la gente, que sea de ti»", comenta.
Desde entonces ya ha dado cerca de 100 conferencias y siempre preparándose de la misma manera. "Le digo a la gente que simplemente viva el Evangelio y deje que Dios obre a través de ellos. No tienes que ser alguien que no eres", añade. También anima a la gente a confesarse con frecuencia porque, dice, "el alma necesita una limpieza regular, como todo lo demás".
Patrick siempre menciona en sus conferencias el haber sido rescatado de la muerte por la santa de los pobres… "Si la Madre Teresa no me hubiera salvado yo no estaría aquí", testimonia y luego también le agradece el don de su gran amor por Dios en la Eucaristía. "Antes de que las hermanas salieran a cuidar a los pobres, pasaban una hora en adoración. La Madre Teresa siempre hablaba de amar a nuestra Santísima Madre y decía que Ella nos guiaría. Yo no tenía una madre terrenal, pero hablo con la Santísima Virgen. Le digo a la gente que si quieren estar con Nuestra Señora solo recen el rosario y Ella estará con ustedes".
Fuente: CNA