San José se aparece a religiosa en Estados Unidos. Le revela que fue coronado en el cielo y exalta la paternidad

02 de diciembre de 2021

San José se apareció a una monja en Ohio, trayendo mensajes sobre la Sagrada Familia, la paternidad y mucho más. Pide que se le honre los primeros miércoles de cada mes recitando los Misterios Gozosos del Rosario y acudiendo a recibir la Santa Eucaristía.

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Estas revelaciones privadas de San José a la Hermana Mary Mildred Neuzil (conocida antes como hermana Mary Ephrem) en Ohio (USA) ocurrieron durante una serie de apariciones de la Santísima Virgen durante las que se presentaba como “Nuestra Señora de América”.  Apariciones plenamente conocidas por el Arzobispo Paul Leibold, quien fue el director espiritual de la hermana Mary Ephrem desde que era Vicario General de la Arquidiócesis de Cincinnati hasta que murió en 1972. Él dio su imprimátur al folleto inicial que las difundía y a su reimpresión publicada con las revelaciones que ella recibió.

 

Tiempos después al examinar la devoción a Nuestra Señora de América, el cardenal Raymond Burke detalló hechos significativos sobre la aprobación y promoción del arzobispo Leibold a esta devoción. "El arzobispo Leibold siempre tuvo claro que la devoción aprobada tenía su origen en una revelación privada recibida por la hermana Mary Ephrem durante muchos años", escribió el cardenal Burke en su evaluación oficial de 2007, señalando que esta devoción ya estaba aprobada canónicamente.

 

Con esa base, veamos la aparición de San José, lo que dijo y enseñó según transmiten los escritos de la hermana Mary.

 

Manifestaciones previas

 

La hermana Mary Mildred no sólo escribió los mensajes en su diario, sino que también ofreció breves comentarios. Describe cómo San José la visitó por primera vez en octubre de 1956, aproximadamente una semana después de la primera aparición de la Virgen. En esta "vista previa" ella no lo vio, sino que sólo le oyó decir:

 

"Es verdad, hija mía, que inmediatamente después de mi concepción fui, por los futuros méritos de Jesús y por mi papel excepcional de futuro Padre-Virgen, purificado de la mancha del pecado original. Desde ese momento fui confirmado en gracia y nunca tuve la más mínima mancha en mi alma. Este es mi único privilegio entre los hombres.

También mi corazón puro estuvo desde el primer momento de la existencia inflamado de amor a Dios. Inmediatamente, en el momento en que mi alma fue limpiada del pecado original, la gracia fue infundida en ella en tal abundancia que, excluyendo a mi santa esposa, sobrepasé la santidad del más alto ángel en el coro angélico.

Mi corazón sufrió con los Corazones de Jesús y María. El mío era un sufrimiento silencioso, pues mi especial vocación era ocultar y proteger de la malicia y el odio de los hombres a la Virgen Madre y al Hijo, mientras Dios quisiera.

El más doloroso de mis sufrimientos fue el de conocer de antemano su pasión, sin poder estar allí para consolarlos”.

  

La primera aparición de San José

 

 

La hermana Mary Mildred escribe que el 11 de marzo de 1958 la Virgen le dijo: San José vendrá en la víspera de su fiesta. Prepárate bien. Habrá un mensaje especial. Mi santo esposo tiene un papel importante que desempeñar para traer la paz al mundo.

 

San José vino como la Virgen prometió y le dijo a la hermana Mary Mildred:

 

"Arrodíllate, hija mía, porque lo que escucharás y lo que escribirás llevará a innumerables almas a una nueva forma de vida. A través de ti, pequeña, la Trinidad desea dar a conocer a las almas su deseo de ser Adorado, honrado y amado dentro del reino, el reino interior de sus corazones. Llevo a las almas la pureza de mi vida y la obediencia que la coronó.

Toda paternidad es bendecida en mí, a quien el Padre Eterno eligió como su representante en la tierra, el Padre-Virgen de su propio Divino Hijo. A través de mí el Padre Celestial ha bendecido toda paternidad, y a través de mí Él continúa y continuará haciéndolo hasta el final de los tiempos. Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios, y junto con mi Esposa Virgen velo por ellos con gran amor y solicitud".

 

San José continuó:

 

"Los padres deben venir a mí, el pequeño, para aprender a ser obedientes a la autoridad: a la Iglesia, siempre, como portavoz de Dios; a las leyes del país en el que viven, en la medida en que éstas no vayan contra Dios y el prójimo.

La mía fue una perfecta obediencia a la Voluntad Divina, tal como me fue mostrada y dada a conocer por la ley y la religión judía. Ser descuidado en esto es muy desagradable para Dios y será severamente castigado en el mundo por venir.

Que los padres imiten también mi gran pureza de vida y el profundo respeto que tuve por mi Esposa Inmaculada. Que sean un ejemplo para sus hijos y cercanos, sin hacer nunca voluntariamente nada que pueda causar escándalo entre el pueblo de Dios. La paternidad es de Dios y debe volver a ocupar el lugar que le corresponde entre los hombres".

 

Cuando San José terminó, la hermana Mary Mildred escribió haber visto su "purísimo corazón". Parecía estar recostado -puntualizó- sobre una cruz marrón. Del corazón brotaban llamas y en medio de ellas aparecía lo que parecía un lirio.  Entonces oyó de nuevo a San José:

 

"Contempla este corazón puro tan agradable a Quien lo hizo. La cruz, hijita mía, sobre la que descansa mi corazón es la cruz de la Pasión, que estuvo siempre presente ante mí, causándome intensos sufrimientos. Deseo que las almas vengan a mi corazón para que aprendan la verdadera unión con la Voluntad de Dios”.

Luego le dijo que volvería al día siguiente y "te daré a conocer cómo Dios quiere que se me honre en unión con Jesús y María para obtener la paz entre los hombres y las naciones".

 

Visita en el día de su fiesta

 

 

En la noche del 19 de marzo de 1958, San José se apareció como la Virgen había prometido y le dijo:

 

"Hija mía, deseo que se reserve un día para honrar mi paternidad. El privilegio de ser elegido por Dios para ser el Padre-Virgen de su Hijo fue sólo mío, y ningún honor, excluyendo el concedido a mi Santa Esposa, fue ni será nunca tan sublime ni tan elevado como éste. La Santísima Trinidad desea honrarme así para que en mi paternidad única sea bendecida toda la paternidad.

Querida niña, yo fui rey en el pequeño hogar de Nazaret, pues acogí en él al Príncipe de la Paz y a la Reina del Cielo. A mí pidieron protección y sustento, y yo no les fallé. Recibí de ellos el más profundo amor y reverencia, pues en mí vieron a Aquel cuyo lugar ocupé sobre ellos. Así, el jefe de familia debe ser amado, obedecido y respetado, y a cambio debe ser un verdadero padre y protector de los que están bajo su cuidado. Al honrar de manera especial mi paternidad, honráis también a Jesús y a María. La Divina Trinidad ha puesto en nuestra custodia la paz del mundo. La imitación de la Sagrada Familia, hija mía, de las virtudes que practicamos en nuestro pequeño hogar de Nazaret es el camino para que todas las almas alcancen esa paz que sólo viene de Dios y que ningún otro puede dar".

  

Cuando San José dejó de hablar, la Hermana Mary Mildred dice que tuvo el favor de una "visión única y maravillosa del glorioso San José". Ella describe cómo él parecía suspendido "a una corta distancia sobre lo que tenía la apariencia de un gran globo terráqueo con nubes moviéndose alrededor. Su cabeza estaba ligeramente levantada, los ojos mirando hacia arriba como en éxtasis. Las manos estaban en una posición similar a la del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa, sólo que se extendían un poco hacia arriba".

 

Entonces vio que dos ángeles llevaban “lo que parecían ser pequeñas almohadas cubiertas de satén, uno sostenía una corona de oro y el otro un cetro de oro, y oyó decir: «Así debe ser honrado aquel a quien el Rey desea honrar»".

 

Al terminar esta visión, San José le habló de nuevo, diciendo: "El Santo Padre no debe temer, pues he sido nombrado su protector especial. Como Dios me eligió para ser el guardián especial de su Hijo, así me ha elegido guardián especial de aquel que en nombre de Cristo es cabeza del Cuerpo Místico de ese mismo Hijo en la tierra. Mi especial protección del Santo Padre y de la Iglesia debe serle dada a conocer. Dios quiere hacérselo saber para que reciba con ello un renovado consuelo y aliento.

Querida niña, preciosa para el corazón de tu padre espiritual, vendré de nuevo el último domingo de este mes. Jesús y María vendrán también en una visita especial. Recibe mi bendición".

 

Al arrodillarse para recibir la bendición, la hermana Mary Mildred dice que sintió las manos de San José sobre su cabeza y escuchó: "Que Jesús y María a través de mis manos te concedan la paz eterna".

 

Devoción del primer miércoles

 

 

El 30 de marzo San José le dice:

 

"Soy el protector de la Iglesia y del hogar, como lo fui de Cristo y de su Madre mientras vivía en la tierra. Jesús y María desean que mi corazón puro, tanto tiempo oculto y desconocido, sea ahora honrado de manera especial. Que mis hijos honren mi purísimo corazón de manera especial el primer miércoles del mes, recitando los misterios gozosos del rosario en memoria de mi vida con Jesús y María y del amor que les profesé, del dolor que sufrí con ellos. Que reciban la Santa Comunión unidos al amor con el que recibí al Salvador por primera vez y cada vez que lo tuve en mis brazos. Los que me honran de esta manera serán consolados por mi presencia en su muerte, y yo mismo los conduciré con seguridad a la presencia de Jesús y de María.

Vendré de nuevo, hijita de mi purísimo corazón. Hasta entonces, continúa con la paciencia y la humildad, que tanto agrada a Dios".

 

(n. del ed.: Obsérvese cómo esta petición completa la trinidad de devociones iniciada con los Primeros Viernes, luego los Primeros Sábados, ahora los Primeros Miércoles. El cielo lo deja perfectamente claro. Al mismo tiempo, estas visiones parecen una consecuencia de la aparición de San José en Fátima).

 

 

Para más información visite OurLadyOfAmerica.com

 

 

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