El Santo Niño milagroso de Aracoeli y la profecía sobre Roma

05 de enero de 2023

El altar de la Basílica Santa María in Aracoeli que lo acoge, fue construido antes del nacimiento de Cristo. Luego, el siglo XV, un fraile franciscano devoto de esta aparición, utilizó una madera de olivo del Huerto de Getsemaní para tallar la figura del Santo Niño.

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Durante el mes de enero, en diversos lugares del mundo los católicos celebran al Niño Jesús. Una de sus apariciones más antiguas -junto a su Madre, la Virgen María- cuya fiesta se celebra cada 5 de enero, está íntimamente vinculada a una poco conocida profecía sobre Roma y sus habitantes.

 

En la colina del monte Capitolino de la Ciudad Eterna, al costado de la Plaza del Campidoglio, se alza la Basílica de ‘Santa María in Aracoeli’, en cuyo interior se conserva la imagen del "Santo Niño" milagroso que honra aquella antiquísima aparición.

 

Son abundantes a lo largo de los siglos los testimonios de curaciones de enfermedades graves, protección de la ciudad ante plagas o enemigos e incluso se habla de resurrección de entre los muertos. Se dice que los labios de este Santo Niño se vuelven rojos cuando está a punto de conceder una gracia y blancos cuando el caso que se le presenta es desesperado.

 

Un altar para Jesús antes de su nacimiento

 

 

Fue Santa Elena, madre del emperador Constantino, quien erigió la Basílica a la que llamaron ‘Santa María in Capitolino’.  Pero el peso entre los fieles de una leyenda que habla de una visión ocurrida antes del nacimiento de Cristo forzaría a que se le cambiase al nombre actual, “Santa María in Aracoeli”.

 

La leyenda, recogida en el texto Mirabilia Urbis Romae , afirma que una misteriosa mujer con un niño en brazos se apareció sobre aquella colina del Capitolino diciendo: "Este es el altar del Hijo de Dios".

 

Pronto se reconoció que la mujer de la visión era la Santísima Virgen María, Madre del Niño Dios que llevaba en sus brazos. Así lo señala el referido texto Mirabilia: "Esta visión tuvo lugar en la cámara del emperador Octavio Augusto, donde ahora se levanta la Basílica de Santa Maria in Capitolino”.

 

Quedando muy impresionado de esta visión, el emperador hizo construir allí mismo un altar del cielo (ara coeli) en honor del “Señor del cielo”. Fue sobre ese altar que se erigió la citada Basílica del Capitolino en Roma que los fieles espontáneamente comenzaron a llamar Santa María in Aracoeli, recordando aquella visión del emperador y el altar que mandó construir en honor del Hijo de Dios.

 

La Imagen del Santo Niño siglos después

 

 

Cuenta la leyenda que el siglo XV un fraile franciscano, devoto de esta aparición, utilizó una madera de olivo del Huerto de Getsemaní para tallar la figura del Santo Niño. Al finalizar se dio cuenta que no tenía pinturas apropiadas para terminar la obra y apenado comenzó a rezar hasta que se durmió. Fue entonces cuando Dios, atento a la devoción del fraile, autorizó a que los ángeles pintasen el rostro y cuerpo de esa imagen del Santo Niño, que más tarde sería adornada por los fieles con numerosos exvotos, agradecidos por los milagros recibidos.

 

El fraile decidió llevar la obra milagrosa a Italia, pero durante el viaje en barco cayó al mar a causa de la tormenta. El franciscano, desesperado, encontró la estatua en la orilla de la playa de Livorno en el mismo cofre donde la había colocado. Finalmente, la figura del Santo Niño milagroso arribó a su destino: la Basílica Santa María in Aracoeli.

 

La profecía

 

 

En 1994 la figura del Santo Niño milagroso fue robada y la que hoy se exhibe es réplica de aquella original que permanece desaparecida.

 

La comunidad de la Basílica recordó entonces que una antigua profecía predijo el rapto del Niño porque ya no era venerado en el corazón de los romanos y que sólo volvería al Altar del Cielo cuando ocurriese la conversión de los habitantes de Roma.

 

 

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