El virus Covid19 infectará a millones, miles morirán y quizás seamos uno de ellos.
En 1920 Jacinta Marto, vidente de la Virgen de Fátima, agonizaba; estaba infectada con el virus pandémico llamado “Gripe Española” (A H1N1).
No había cura.
Dañado su organismo por el virus, desarrolló una neumonía.
Aún impresionada por la pavorosa visión del infierno que la Virgen les permitió ver en su tercera aparición, Jacinta repetía: “¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!”.

Una llaga abierta en el pecho, producto de la pleuresía que se infectó por falta de higiene, provocaba dolor constante a la pequeña Jacinta. “Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María”, confidenció a su prima Lucía.
Los días previos a su muerte, estando postrada, la Virgen se le apareció tres veces: “¡Oh, Mamá! (…) ¿No veis a Nuestra Señora de la Cova da Iría?”, exclamó un día.
Con apenas 10 años, aislada en una habitación de hospital en Lisboa, Jacinta estaba sola al momento de morir el 20 de febrero de 1920. Sola ante Dios, confiada en la promesa que la Virgen de Fátima le hiciera de “venir a buscarla para ir al Cielo”.
Santa Jacinta Marto fue una de las 50 millones de personas fallecidas durante la pandemia de aquellos años, causada por el Virus llamado “Gripe Española”.
Transcurridos 15 años después de su muerte, sus restos fueron trasladados al Santuario de Fátima, donde se constató que su cuerpo permanecía incorrupto. Junto a su hermano Francisco, fue canonizada el 13 de mayo de 2017 por el Papa Francisco.
La Santísima Virgen María continúa mediando…

Hijos míos, no podéis ser felices si no os amáis unos a otros, si no tenéis amor en cada situación y en cada momento de vuestra vida. Yo, como Madre, vengo a vosotros por medio del amor para ayudaros a conocer el verdadero amor y a conocer a mi Hijo. Por eso os llamo a que, de nuevo, tengáis cada vez más sed de amor, fe y esperanza. La única fuente de la que podéis beber es la confianza en Dios, mi Hijo.
Hijos míos, en tiempos de inquietud y de renuncia, sólo buscad el rostro de mi Hijo. Solo vivid sus palabras y no temáis. Orad y amad con sentimientos sinceros, con buenas obras, y ayudad a que el mundo cambie y mi Corazón triunfe. Como mi Hijo, yo os digo que os améis unos a otros, porque sin amor no hay salvación. ¡Os doy las gracias, hijos míos!”.
Observación: Desde el testimonio de las primeras apariciones, hace mas de tres décadas, Mirjana comunicaba el 2 de cada mes un mensaje que recibía de la Santísima Virgen. Hoy ha informado que la Virgen le ha dicho que ya no recibirá más estos mensajes del día 2. Que solo recibirá uno el 18 de marzo.