Los tejedores de palmas unen fe y cultura para aclamar a Cristo el Domingo de Ramos

01 de abril de 2023

Las palmas se guardan en lugares de honor en muchos hogares durante un año, cuando tradicionalmente se queman para hacer cenizas en las celebraciones del Miércoles de Ceniza que marcan el comienzo de la Cuaresma.

Compartir en:

Arriba, en la imagen central de esta crónica, vemos a María Consuelo Palapa tejiendo una palma en un diseño tradicional mexicano con la ayuda de su hijo Omar, de 7 años, en la Iglesia de la Encarnación en Minneapolis (Estados Unidos) el pasado miércoles 29 de marzo de 2023. Esta feligresa católica, cuenta al periódico digital Crux que estos ramos de palmas se venderán para recaudar fondos y se bendecirán en la Eucaristía del Domingo de Ramos. Añade que se unió a esta actividad "para ayudar primero a la iglesia, y para enseñarle al niño mis tradiciones".

 

Mientras nuevos voluntarios para armar los ramos seguían llegando a la Iglesia de la Encarnación, otro feligrés, Reynaldo Hidalgo, preparaba palmas frescas para que las tejieran en elaborados diseños de ramos que se elevarán para aclamar a Cristo al comienzo de la semana más sagrada del cristianismo. "Es para dar la bienvenida al Rey, nuestro Señor Jesucristo", corrobora Hidalgo, que lleva media docena de años dirigiendo, junto con su esposa, talleres mexicanos de tejido de palmas. "Queríamos guardar un recuerdo de esta tradición", señala.

 

 

Muchos cristianos en todo el mundo harán lo mismo que estos feligreses de Minneapolis, conservando esta tradición milenaria. Porque Domingo de Ramos es una celebración no sólo de la fe, sino también de la identidad cultural que se transmite a las generaciones más jóvenes. Es así como adolescentes y niños pequeños, algunos con sus deberes a cuestas, se reunieron el miércoles en el sótano de la Encarnación, donde el perfume tropical de las palmeras frescas contrastaba con el frío de la noche.

 

María Consuelo Palapa vino con su hijo Omar, de 7 años, "primero para ayudar a la iglesia y para enseñarle al niño mis tradiciones" del estado mexicano de Puebla, aclara. Y cuando tuvo problemas para tejer el dorso de una palma de medio metro de largo en forma de flor gigante, consultó a la esposa de Hidalgo, Isabel Tenorio, que supervisó los esfuerzos para producir más de 400 palmas antes de las misas de este fin de semana.

 

 

"Me gustaría que la comunidad siguiera con esto, para ayudar a nuestra iglesia", dice Isabel Tenorio mientras las hojas tejidas se amontonaban en la gran mesa frente a ella y seguían llegando tantos voluntarios que algunos probaron suerte en la artesanía de pie. Una de las primeras en llegar fue Adriana Mozo, feligresa desde hace tiempo, pero tejedora por primera vez, cuyos padres emigraron de México. "Soy muy mañosa, pero esto es salvaje", dijo mientras abordaba las frondas verdes, quebradizas y resistentes al mismo tiempo. Hace un par de años compró una que sigue enmarcada en su comedor. "Se siente como una conexión con Dios", comenta.

 

Las palmas se guardan en lugares de honor en muchos hogares durante un año, cuando tradicionalmente se queman para hacer cenizas en las celebraciones del Miércoles de Ceniza que marcan el comienzo de la Cuaresma. "Es una forma de ratificar un pacto de los creyentes con la religión católica", afirma Elio Masferrer, antropólogo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México. "Es una forma de refrendar una alianza social", especialmente para las comunidades migrantes.

 

 

En la iglesia de San Miguel de New Haven, Connecticut, Jean Quartiano inició talleres de tejido precisamente para que no se perdiera una tradición que trajeron las monjas de Italia hace casi un siglo. Esta semana, ha estado en la iglesia hasta 12 horas al día, formando a voluntarios para trenzar crucifijos de palma que venderán en misa, para ayudar a mantener encendidas las luces de la menguante parroquia. "Vamos a mantener viva la tradición mientras podamos", afirma Quartiano.

 

De vuelta en Minneapolis, un estudiante de secundaria que vino por la oportunidad de aprender una nueva artesanía se alineó para recibir los consejos de Tenorio detrás de un dúo de madre e hija que recordaban haber visto artesanos vendiendo los diseños de palma fuera de las iglesias en su Puebla natal. "Me crié en esta cultura, donde es una bendición tener una palmerita bendecida", dice Kari Mendoza mientras su madre asentía con la cabeza. En ese mismo instante Victor Ramírez -quien vino con su mujer y su hijo de 16 años para aprender a tejer palmas-, corrobora y recuerda que sus abuelos guardaban los ramos bendecidos en su casa del estado mexicano de Morelos como protección contra tormentas y otros males. "Todos guardamos palmas como símbolo de alegría", agrega Ramírez.

 

Fuente: Crux

Compartir en:

Portaluz te recomienda