Si bien no hay muchos datos históricos sobre San José en Nazaret. Los cuatro evangelios aprobados por la Iglesia Católica ofrecen datos confiables para conocer su personalidad y su santidad. Hay además otros evangelios, conocidos globalmente como “apócrifos”, que aportan noticias sobre este santo, aunque hay que discernirlas cuidadosamente para descubrir su veracidad.
Entre ellos sobresale el llamado “Protoevangelio de Santiago” que describe el nacimiento y la vida de la Virgen María. Ella desde temprana edad fue llevada por sus padres al Templo de Jerusalén para permanecer allí con el consentimiento de Zacarías, Sumo Sacerdote. Allí María aprendería las oraciones y las lecturas bíblicas que recitaban los sacerdotes. Pero al llegar a la edad de la pubertad tenía que dejar el Templo para no incurrir en impureza sexual (Levítico 15).
Por ello Zacarías vio la conveniencia de que la joven María pudiera casarse como todas las mujeres hacían. Pero queriendo que María permaneciese virgen, convocó a 12 viudos que estuviesen dispuestos a desposarse con ella manteniendo su virginidad. Para conocer quién era el elegido por Dios, Zacarías pidió a cada uno que trajese una vara para ver en cuál de ellas se hacía algún prodigio.
Precisamente fue la vara de José de donde salió una paloma que voló sobre su cabeza como señal de predilección. El elegido trató de excusarse de ser el esposo de María, argumentando que ya era viudo y tenía hijos e hijas. Pero, Zacarías, inspirado por Dios, le conminó a aceptar esa señal divina, amenazándole si no lo hiciese. Por ello José obedeció y llevó a María a su casa en Nazaret. Allí la dejó, ya que como artesano carpintero tenía que ir a otros lugares para atender los pedidos.
Los evangelios de Lucas (1,26-38) y de Mateo (1,18-25) narran como el Hijo de Dios se encarnó en el seno virginal de María. El Evangelio de Mateo narra cómo José, después de varios meses de ausencia, regresó a Nazaret y encontró a María encinta. José, aunque no comprendió el embarazo de María, como era un “varón justo”, vacilaba si debía echarla de casa, como mujer adúltera.
Pero, sin embargo, fue iluminado en sueños por el Ángel del Señor, quien le indicó que lo concebido en ella venía de la Rúaj Santa (Espíritu) y que salvaría a su pueblo de sus pecados. Entonces José aceptó a María en su casa y asumir la misión de ser el padre amoroso del niño, a quien pusieron el nombre de Jesús, que significa “Yahveh salva”.
Al cumplir la mayoría de edad con 12 años, fue llevado por sus padres en peregrinación a Jerusalén (Lucas 2,41-52). Pero Él, sin que lo supieran sus padres, se quedó en el Templo, escuchando y preguntando a los doctores de la Ley sobre su propia identidad. Todos los que le oían estaban estupefactos por las preguntas y aclaraciones que hacía.
Angustiados, los padres de Jesús, le buscaron angustiados y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo. Su madre, angustiada, le recriminó diciéndole: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”. Pero Jesús les respondió: “¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que yo tenía que estar en la casa de mi Padre?”, descubriendo así su identidad filial divina.
De esa manera Jesús reveló que su Padre Dios le llamaba a iniciar su misión de predicar. Pero, al escuchar el dolor de María y José, entendió que Dios no quería que ya se emancipase. Por eso, regresó con ellos a la casa de Nazaret y allí permaneció obediente, “progresando en sabiduría, en estatura y en gracia antes Dios y ante los hombres”, mientras que su madre María guardaba cuidadosamente todas estas cosas en su corazón. Por ello Jesús regresó con ellos a Nazaret, donde permaneció hasta tener unos treinta años (Lucas 3,23).
Durante ese tiempo Jesús aprendió el oficio de carpintero de José y le colaboraría en su trabajo. Por eso Jesús fue conocido como “el hijo del carpintero” (Mateo 13,55) o simplemente “el carpintero” (Marcos 6,3). Obviamente gran parte de su tiempo, lo dedicaría a la oración y los sábados acudiría a la sinagoga de Nazaret para escuchar las lecturas bíblicas, aprendiendo a conocer el plan de su Padre Dios sobre él.
En Nazaret, Jesús convivió con varios hermanos (Santiago, José, Judas y Simón) y hermanas (Mc 6, 3), conocidas como Lisia y Lidia, que muy probablemente serían los hijos e hijas de José antes de enviudar. Aunque los evangelios no dan datos sobre la muerte de José, hay documentos antiguos, entre ellos el titulado “Historia de José el carpintero” que narran los dolores, la agonía y la muerte de José con Jesús a su cabecera y con su esposa María a sus pies. Por eso San José es venerado como Patrono de la Buena Muerte, en la Iglesia Católica y en las iglesias orientales ortodoxas.
Muchas personas entre quienes sobresale Santa Teresa de Jesús, le han tenido una profunda devoción. El Papa Sixto IV (1471-84) instituyó la fiesta de san José el 19 de marzo. Pío IX le declaró Patrono de la Iglesia Católica en 1870, al finalizar el Concilio Vaticano I en medio de una persecución contra la Iglesia.
En el año 1955 el Papa Pío XII quiso que el 1º de mayo, fecha del Día del Trabajo, se celebrase también la Fiesta de San José Obrero para que “el humilde obrero de Nazaret, además de dignificar a todos los obreros, fuese también el providente guardián de los trabajadores y de sus familias”.
La investigación sobre la vida de San José sigue abierta, pero ya lo arriba expuesto muestra cómo Dios en su plan de redención eligió a María y José, quienes, ayudados por obra y gracia de la Santa Rúaj (Espíritu), asumieron sus respectivos roles de madre y padre de Jesús, el Hijo de Dios (Lucas 1,35). De esta manera Dios, Uno y Trino, ha querido desvelarnos el gran misterio de su propia identidad como Familia Trinitaria, sacramentalmente reflejada en la Sagrada Familia de Nazaret.