El pasado 5 de mayo, la ciudad española de Zamora acogió una interesante conferencia de un destacado sacerdote y periodista español, José Gabriel Vera Beorlegui. Acudió, invitado por la directora del Club La Opinión-El Correo de Zamora, Carmen Ferreras, para hablar sobre el contenido de su libro La senda de la reputación. Cómo la comunicación puede mejorar la Iglesia, recientemente publicado en España (en la web de la editorial PPC puede verse el índice).

 

El autor, nacido en Pamplona (España) en 1970, es licenciado en Ciencias de la Información, en Filosofía y en Teología por la Universidad de Navarra. Ordenado presbítero en 1997, es vicario parroquial en la parroquia de El Salvador, de Pamplona, y responsable diocesano de la pastoral de sordos. Actualmente es el director de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales y de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española, y es habitual verlo en las ruedas de prensa de este organismo. Además, es profesor de comunicación en varios centros universitarios.

 

Generar confianza

 

 

Vera partió de una constatación: “Las instituciones –y las personas– tienen éxito en la medida en que generan confianza”. Y lo explicó refiriéndose a una experiencia cotidiana en el mundo actual, un ejemplo del ámbito comercial: “Hoy en día, la pérdida de confianza en un producto puede hacer que desaparezca del mercado, por mucha calidad que pueda tener”. Por eso, “si queremos tener éxito en nuestra misión, necesitamos generar confianza”.

 

El sacerdote y comunicador español aclaró en qué consiste la reputación y por qué debe preocupar a los creyentes. “La reputación es una forma de visibilizar la confianza. Los que se relacionan con los demás pueden basar esa relación en un buen producto o servicio que ofrecen. Pero hay algunos que sólo pueden sostenerla en la confianza que generan”, afirmó. “Hay instituciones que solamente viven de la confianza, como las ONG. Si una institución de este tipo quiebra mi confianza, iré a buscar otra que vuelva a darme confianza”.

 

La Iglesia, desafiada

 

 

En este contexto se sitúa la Iglesia católica como institución: “En la Iglesia, la confianza es esencial. Desconfiar del párroco, del responsable de comunicación de la diócesis, del obispo, del Papa… hace que la Iglesia mengüe”.

 

José Gabriel Vera reconoció que “la crisis de los abusos sexuales ha generado un quiebre de la confianza”. Aunque, precisó, “en algunos temas, una cosa es la verdad de lo que pasa, y otra cosa diferente es la percepción social que hay”.

 

Por eso, este sacerdote, desde su experiencia de años en la comunicación institucional de su propia diócesis y de la Conferencia Episcopal Española, afirmó tajante que “para la vida de la Iglesia, es esencial recuperar la confianza. Las familias y las personas han de fiarse de los catequistas, los sacerdotes, los profesores de religión, los colegios católicos…”.

 

Con este objetivo, el padre Vera sintetizó las cinco claves que ofrece en su libro “para recuperar la reputación”, insistiendo en que, más allá de la esfera institucional y comunicativa de la propia Iglesia, “algunas de estas claves están en nuestras manos”, refiriéndose a todo el pueblo de Dios, a cada creyente en particular, en su vida de fe diaria. Veámoslas, una por una.

 

1ª clave: La identidad

 

La identidad es lo que somos. Y los creyentes “tenemos que hacer que la sociedad piense de nosotros lo que realmente somos. No cosas maravillosas, sino simplemente ser lo que somos”. Por si hubiera cualquier duda, el autor de La senda de la reputación recordó lo esencial: “nosotros somos el pueblo de Dios, y queremos parecer eso al resto de la gente”.

 

Invitó a los asistentes a hacerse esta pregunta: “¿realmente soy pueblo de Dios?”. Porque “si queremos que la Iglesia recupere el prestigio en la sociedad, debemos ser cristianos”. Y esto significa una vida entera vivida desde la fe, ya que, como apuntó lúcidamente, “a veces somos el pueblo de Dios el domingo a la hora de Misa”, con un comportamiento diferente el resto de la semana.

 

2ª clave: La misión

 

Después del ser, viene el hacer: “la Iglesia no puede dejar de ser el pueblo de Dios, ni puede dejar de hacer lo que tiene que hacer: su misión”. José Gabriel Vera admitió que los católicos “a veces quizás nos hemos despistado y hemos hecho otras cosas”.

 

Y es que la misión de la Iglesia está clara desde el propio Jesucristo, desde su vida y ministerio. “Solamente tenemos que hacer tres cosas: anunciamos la salvación, celebramos la salvación y compartimos la salvación”, subrayó, citando las bases de esta triple función: el envío misionero de Jesús en su Ascensión, el “haced esto en conmemoración mía” de la última cena, y las obras de misericordia. Porque “si inventamos otra cosa, nos liamos”.

 

3ª clave: La cultura

 

Tras el ser y el hacer, el tercer paso es el “cómo ser y cómo hacer”. El sacerdote español comentó el ejemplo de las grandes marcas, que tienen una cultura corporativa muy fuerte que marca todo: el estilo, la estética y la apariencia, los modos de hacer, el trato a los clientes… Y recalcó cómo “el papa Francisco está empeñado en trabajar la cultura de la Iglesia”.

 

Y por eso todos los creyentes deben incorporarse a ese esfuerzo “cultural” propuesto por el Pontífice, y que incluye conceptos que van más allá de ser palabras bonitas, puesto que deben marcar las actitudes de los cristianos: “sinodalidad, caminar juntos, Iglesia en salida, periferias, Iglesia hospital de campaña…”, como tanto le gusta repetir al Papa.

 

4ª clave: La imagen

 

 

No nos encontramos ante algo meramente superficial: es innegable que “la imagen es esencial para todos. La imagen de una persona nos ayuda a tomar decisiones con respecto a ella”. Todos tenemos una imagen de los políticos, por ejemplo, y viene marcada por distintos factores: lo que vemos y escuchamos, lo que dicen los medios de comunicación, la historia personal y la formación propias, el entorno… “Y todo eso no lo puede controlar el político, por más que se esfuerce en mostrar una mejor imagen”.

 

Esto mismo lo trasladó José Gabriel Vera a la comunidad creyente: “la Iglesia tampoco puede cambiar la imagen que tiene la gente de ella”. ¿Entonces no hay nada que hacer? Nada de eso: “podemos ayudar a mejorar la imagen de la Iglesia. Nosotros los cristianos comunicamos con todo y comunicamos todos. Si somos amables con los demás, si los recibimos bien… Debemos tener conciencia de que todos comunicamos, de que todos hacemos visible el ser cristiano”. Por eso añadió: “nosotros también estamos evangelizando cuando somos amables con nuestro vecino”.

 

5ª clave: La reputación

 

En continuidad con lo anterior, el sacerdote y periodista explicó que “la reputación es esa buena imagen cuando se extiende a más personas y se sostiene en el tiempo”. Y en el diálogo insistió en que, frente a algunas visiones pesimistas del trato a los católicos en lugares como España, “la realidad es que nada nos impide ser fieles, rezar, anunciar el Evangelio, ayudar al prójimo… ¡Debemos quitarnos los complejos!”.

 

Con su habitual simpatía, comentó que “en España los domingos va más gente a Misa que al fútbol. Lo dicen las estadísticas. Sin embargo, los lunes la gente no habla de lo que ha vivido en la Misa, sino de lo que ha pasado en el fútbol. Eso es porque no tenemos conciencia de nuestra misión”.

 

La necesidad de Dios, los silencios de la Iglesia…

 

 

En el coloquio con su presentadora, la periodista Carmen Ferreras, y con el resto de asistentes a su conferencia, José Gabriel Vera analizó la cultura actual de esta manera: “vivimos en una sociedad que cree que puede sostenerse a sí misma, y por eso da la espalda a Dios. Pero la vida es dura y descubrimos que no podemos sostenernos solos. La gente acaba hundiéndose, porque no es fácil sostenerse sin Dios”. Como comentó también, “está de moda ser ateo, pero siempre necesitamos a alguien que nos quiera”.

 

Preguntado por los silencios de la Iglesia, si están movidos por la prudencia o por la cobardía, el presbítero contestó: “las dos cosas; a veces prudencia y a veces cobardía”. Puso el ejemplo del papa Pío XII, que por experiencia sabía que una denuncia pública del nazismo traería consigo una mayor persecución, y prefirió una ayuda directa para salvar vidas. Y añadió otro caso más cotidiano: “a veces, cuando una persona no es capaz de entenderte, y no quiere hacerlo, lo mejor es el silencio”.

 

Esto lo dijo pensando, sobre todo, en algunos formatos periodísticos, radiofónicos y televisivos. “Debemos tener claro que los medios de comunicación buscan audiencia e influencia; no quieren saber o comunicar la verdad. Por eso, entonces, a veces no compensa acudir en el nombre de la Iglesia a ciertos programas de televisión”.

 

Como recordó en la tertulia, “una Iglesia que no comunica, no es Iglesia. Una parroquia que no comunica, no es parroquia”. Y señaló cómo “en su misión, a lo largo de la historia, la Iglesia ha ido incorporando todos los medios de comunicación de cada tiempo”, desde la predicación oral, la escritura, la imprenta, la radio, el cine, la televisión, Internet, las redes sociales, etc. “La Iglesia incorpora cada nuevo medio de comunicación, y se trata de una dinámica que no va a parar nunca”. Porque una cosa está clara: “donde está la gente, está la Iglesia”.

 

 

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