Impactante video testimonio del auxiliar de exorcismos argentino Pablo de Maio
El padre Carlos Alberto Mancuso (q.e.p.d.) ayudó durante gran parte de su vida a personas que padecían la acción extraordinaria de los demonios. Su lugar de combate habitual era la parroquia Nuestra Señora de Luján.
Uno de los laicos auxiliares de padre Mancuso durante los exorcismos fue el argentino Pablo de Maio que en el video sobre estas líneas ofrece su impactante testimonio. Una breve parte de este video-testimonio, transcrito, lo ofrecemos a continuación:
¿Cuál es eh la experiencia más dura que tú has tenido durante un exorcismo? Es una pregunta difícil porque has tenido muchas, pero ¿cuál destacarías?
Sí, obviamente. Mira, este caso quedó en los archivos del arzobispado de la Plata, porque llegó a oídos del arzobispo. Una señora del norte que la pareja era un brujo, un chamán y le había proferido un maleficio. De tal manera que cuando el padre Carlos recitaba el ritual mayor de exorcismo, se le inflaba el vientre como si fuera un globo de cumpleaños y por la vagina expulsaba escuerzos vivos. El escuerzo es como un batracio, como un sapo, pero el doble de grande. Y salían saltando por la sala. Pero no uno solo, sino cuatro o cinco. El tema es que había que atrapar eso porque es la materialización del mal. No significa que el batracio estaba dentro de su cuerpo porque obviamente no puede vivir, pero al materializarse el mal se materializaba ese batracio que era la forma con la cual le habían proferido el maleficio.
Entonces, ¿qué se hace con los batracios, con los sapos, con las ranas? Se hacen los llamados maleficios de muerte que consisten en introducir una fotografía o una pertenencia de la víctima en la boca, se la cose y obviamente por inanición el animal muere y la persona se va secando y así es como funciona. Entonces a través del exorcismo había que expulsar al demonio que se había invocado para la práctica de este maleficio y poder sanar esta persona.
¿Y por qué aparecen varios sapos?
Y porque era tan grande el poder del maleficio que no alcanzaba la materialización de un solo animal, sino de varios. Y eso hay que destruirlo porque es la materialización del mal. Y vos fíjate que en toda materialización del mal siempre surge lo contrario a la perfección, porque Dios crea todo perfecto. Dios crea todo perfecto, pero en la materialización el demonio manifiesta lo imperfecto, es decir lo contrario a Dios. Y siempre nosotros examinábamos estos animales y había una imperfección. Por ejemplo, le faltaba una pata u otra pata en vez de tener, vamos a suponer que un batracio tiene cinco deditos, tenía siete. Entonces ahí se manifiesta la imperfección. Vos siempre en cualquier manifestación diabólica existe la imperfección porque el demonio es lo contrario a lo perfecto, es decir, lo imperfecto. De ahí viene el triple seis contra el triple siete que es el simbolismo de la perfección absoluta.
Qué impresionante. Vamos, tú te quedarías alucinado, ¿no? Al ver eso.
Sí. No, aparte, vos fíjate en el exorcismo cuando salían empezaban... Porque esta persona se quejaba de tal manera que había que obviamente eh los familiares, nosotros no podíamos intervenir ahí porque son las zonas íntimas de la persona. Le tenían que sacar el pantalón, tapar con una sábana y cuando eso pasaba empezaba a expulsar y salían saltando y se iban por la sala y había otras personas. Entonces, el padre tenía que parar el ritual y nosotros teníamos con sumo cuidado tomar estos pequeños animales, pequeños no porque eran bastante grandes, introducirlos en una bolsa y después proceder a su destrucción. Que eso es otra cosa también, ¿no? No se puede matar así sencillamente, lleva todo un proceso y un ritual de destrucción de los objetos malditos o la materialización del mal, ¿no? A través de los maleficios proferidos.
¿Cómo se destruía?
Bueno, en este caso había que agarrar al animal, rociarlo con agua exorcizada mientras se hacía la oración a San Miguel o un Ave María y después lamentablemente quemarlos, quemarlos. Esa la mejor forma, porque el fuego es lo que purifica con la oración y el agua exorcizada. Después los restos enterrarlos en lugares deshabitados o arrojarlos en una corriente de agua. Nunca, como dice el padre Lusón, tirarlos en el inodoro o en un desagüe porque se traba, se atasca, ¿no? Entonces, esa es la mejor manera, enterrarlos en un lugar deshabitado o en una corriente de agua como ser un río, una alcantarilla, en fin, que nadie pueda tocarlos o encontrarse con esos restos.