En la noche del 9 al 10 de octubre, un ataque aéreo israelí alcanzó la iglesia greco-católica de Derdghaya, pequeño pueblo al este de Tiro, en el sur de Líbano. La acción destruyó por completo el salón parroquial, matando al menos a ocho personas, entre ellas cinco miembros de la Defensa Civil libanesa. El edificio sagrado, una iglesia de piedra que data de 1911 y está clasificada como patrimonio libanés, sufrió graves daños.
Según Vincent Gelot, director de la oficina libanesa de Œuvre d'Orient, la iglesia «ya había sufrido daños durante la guerra civil (1975-1990) y luego de nuevo por los israelíes en 1992. Tras ser reconstruida, se había convertido en una hermosa iglesia de piedra». La esperanza de Gelot, según dijo, es poder reconstruir el edificio con la ayuda de la fundación Aliph, especializada en la restauración del patrimonio en zonas de guerra.
La Defensa Civil informó en un comunicado que los equipos de rescate estaban reunidos en el salón parroquial para responder a las llamadas de emergencia. Entre las víctimas se encontraba también un socorrista cristiano, Joseph Geryes Baddaoui, que recibió un funeral aparte en la iglesia greco-católica de Tiro, en una ceremonia presidida por su padre Marius Khairallah. Baddaoui deja mujer y tres hijos, uno de ellos de apenas un año. Gelot declaró: «Estamos intentando ayudar a esta familia y a otros huérfanos afectados por la tragedia».
Este suceso representa un «golpe muy duro» para la comunidad cristiana del sur del Líbano, ya probada por años de conflictos y tensiones. Aunque es la primera vez que Israel destruye por completo una iglesia libanesa desde el comienzo del actual conflicto, ya se han producido episodios similares. El último fue el 20 de noviembre de 2023, cuando la Fuerza Aérea israelí alcanzó parcialmente la iglesia greco-católica de San Jorge en Yaroun, otro pueblo de población mixta en la frontera con Israel.
El ataque se produjo en un marco de crecientes tensiones entre Israel y el sur de Líbano, donde el partido chií Amal y Hezbolá luchan junto a la resistencia palestina. Los habitantes cristianos de estas zonas se han visto atrapados entre los bombardeos israelíes y la presión de los grupos armados locales, lo que ha obligado a muchos de ellos a huir.
El derecho internacional, a través del Protocolo Adicional de 1977 a los Convenios de Ginebra, prohíbe claramente los ataques contra lugares de culto que constituyan el patrimonio cultural o espiritual de los pueblos. Sin embargo, la destrucción de iglesias y otros edificios religiosos sigue siendo un triste signo de la intensificación del conflicto en Oriente Próximo, que afecta indiscriminadamente no sólo a las infraestructuras, sino también al tejido humano y cultural de estas atormentadas regiones.