El diablo puede tentarnos, es un experto en conocer todos los flancos a través de los cuales tejer seductoras trampas para ir poco a poco logrando que, por libre decisión, el propio ser humano abrace el error. Incluso muchas veces creyendo hacer el bien, por el engaño, se genera el mal.
Sobre este asunto, la llamada "acción ordinaria" del diablo, Francesco Bamonte, destacado sacerdote italiano, vicepresidente de la Asociación Internacional de Exorcistas en un artículo recién publicado por esta institución, advierte cuán peligrosa es esta acción diabólica ordinaria… pues busca "conducirnos a la posibilidad definitiva y absoluta del sufrimiento eterno". Al respecto el sacerdote recuerda la cita del n° 74 del Catecismo de la Iglesia Católica: «Toda la obra de los demonios entre los hombres consiste en tratar de asociarlos a su rebelión contra Dios».
Padre Francesco alerta que "Satanás y los demonios estudian a fondo las debilidades de cada uno de nosotros actuando mediante la tentación sobre nuestra esfera psíquica con la intención de alterar el juicio de nuestro intelecto y obtener el consentimiento de nuestra voluntad. Para tentarnos, se sirven de dos poderosos aliados: la «carne» y el «mundo»".
"La carne" -enseña el exorcista- es nuestra naturaleza humana herida por el pecado original y que incluso después del bautismo sigue siendo vulnerable, "porque está inclinada al mal en lo que el lenguaje tradicional denomina concupiscencia", denuncia.
Luego, Bamonte advierte que cuando se refiere al "mundo" no se trata solo del ambiente en el que vivimos o una referencia al género humano en general, sino también, como escribe el evangelista Juan, está pensando en "aquellos que, con diversos grados de conciencia, viven separados de Dios, formando el grupo de los que, en efecto, sirven al «príncipe de este mundo», es decir, a Satanás, difundiendo el pecado en la sociedad".
Sobre este punto invita a meditar en las enseñanzas del Papa Francisco quien de forma reciente recordaba que "el mundo", incluidos los medios tecnológicos creados y gestionados por el hombre, nos presenta continuamente oportunidades para pecar, instigándonos a hacer lo contrario de lo que Jesús nos enseñó, señala padre Bamonte.
El exorcista recuerda que el diablo se sirve del "mundo", para proponer como amables, refinadas e imitables espectáculos corruptos, placeres y diversiones inmorales, actos que en realidad son un auténtico escándalo. "Al mismo tiempo -señala Bamonte- siembra discordias, atiza guerras, crea divisiones, confunde las mentes incluso mediante ideologías revestidas de falsa humanidad. Hoy utiliza los poderosos medios de comunicación social, para orientar y condicionar el pensamiento de la humanidad contra Dios, separándolo de Su Amor".
Padre Francesco adhiere y agradece las enseñanzas que el Papa Francisco entregó en su reciente catequesis del 25 de septiembre pasado (pulse para leer) sobre cómo Satanás tienta hoy a muchos desde el esoterismo, el ocultismo, la brujería y el satanismo. "Satanás se esfuerza por hacer creer que a través de estas prácticas se puede obtener la elevación espiritual, poderes extraordinarios, la autorrealización y el cumplimiento de los propios deseos y la felicidad. En realidad, es exactamente lo contrario. El hombre, al adherirse a la mentalidad mágica y a las prácticas ocultas, recorre el camino indicado por Satanás, pues crece cada vez más en su deseo de querer llegar a ser como Dios, asumiendo el antiguo reto de los ángeles rebeldes y poniéndose engañosamente en el lugar de Dios. Su caída en ese punto es inevitable", advierte Bamonte.
Pero el hombre que se aferra a Cristo -insiste el sacerdote italiano- puede resistir todas las tentaciones de Satanás y los demonios, vencer en esa acción ordinaria que ejercen. Se trata, añade, de revestirse con la armadura de Dios, como lo enseñaba San Pablo.
Así, al concluir, el exorcista alienta a todos a seguir el siguiente consejo: "Debemos ser vigilantes en la oración, asiduos a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, pasando a menudo tiempo con Jesús en la adoración eucarística. En particular, debemos cultivar una verdadera devoción mariana, rezando amorosamente el Rosario y, unidos a la Virgen, cumplir bien nuestros deberes cotidianos con espíritu de fe y amor a todos. Si, por falta de vigilancia o por otra causa, a veces prevalece la tentación y caemos en el pecado, no debemos perder la esperanza. El Señor está siempre dispuesto a perdonar a sus hijos que, sinceramente arrepentidos, llaman a la puerta de su misericordia. Con este fin, instituyó el sacramento de la Confesión, que, recordémoslo, no es sólo para la remisión de los pecados, sino también un medio para llevar a cabo la conversión permanente que necesitamos".