A lo largo de la historia contemporánea varios investigadores han documentado y denunciado el vínculo entre las sectas y grupos de influencia o poder en la sociedad. Se comprende su interés de divulgación si se considera que, al interior de las sectas, se establece una dinámica de relaciones que intenta satisfacer la viciosa compulsión hacia el poder, el poseer y el placer de quien impone-ejerce su liderazgo.
Al respecto, Manuel Guerra Gómez -conocido doctor en Filología con abundantes estudios publicados sobre el tema- afirma: “La masonería, sobre todo la marginal-ocultista, ha sido y es como la matriz o el terreno abonado para el rebrote de sectas (…) El influjo de la masonería en no pocas sectas suele mantenerse secreto o, si se prefiere usar la terminología masónica, discreto. Por ello puede ser calificado como “invisible”. Pero no cabe duda de que ha sido un influjo eficaz y que manifiesta la capacidad creativa de los masones” (La masonería invisible II, Almudi).
Precisamente en esta tercera y última sección de la entrevista sobre las sectas, Portaluz pregunta al experto Luis Santamaría del Río respecto a ese influjo sectario que algunas élites de poder o grupos incidentes ejercerían hoy sobre ciertos ámbitos de la sociedad. El director de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) -al igual que otros investigadores- confirma el vínculo entre masonería y sectas. Pero también alerta respecto de los “comportamientos sectarios” que pueden ocurrir al interior de la Iglesia, de liderazgos políticos o ser ejercidos desde los medios de comunicación e internet. “Estamos en el mundo de la pos-verdad, donde nos quieren manipular y engañar…”, destaca Santamaría.
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Padre Luis, ¿existen hoy vínculos entre algunas sectas y grupos de masones u otros círculos de poder económico o político?
Es cierto que muchas veces el poder político ha sido muy cercano o ha pertenecido a grupos esotéricos. Más allá de la masonería, ya que es algo comprobado su presencia en las élites de poder. Una realidad curiosa –pero demostrada por la historia– ocurre también en Europa con algunas casas reales, que han sido muy cercanas al espiritismo, al esoterismo, a tener adivinos. Pues bueno, cuando nos hemos ido “modernizando” y han ido terminando todos los emperadores, reyes, zares… sus sustitutos (en el poder), más modernos y democráticos, presidentes de las repúblicas, también tienen sus adivinos, sus chamanes particulares.
Un periodista ha demostrado que en el palacio de Miraflores de Caracas había dependencias dedicadas a la santería, con sacerdotes santeros enviados por el régimen cubano al régimen chavista. Tenemos muchos fenómenos semejantes. Las personas que detentan el poder político tienen una cercanía a todo esto. El esoterismo siempre ha sido más aceptado por las clases altas, formadas, cultas y esto crece grandemente cuando llegan al poder. Es curioso. Por cierto, hay un trasfondo masónico importante porque gran parte del esoterismo contemporáneo de la New Age tiene raíces en la masonería. Ha nacido de ahí, es el caldo de cultivo que ha dado lugar a la Teosofía, el rosacrucismo, etcétera. Por el propio carácter iniciático y gnóstico de la masonería, pues hace que ahí se creen todas estas cosas. Y por eso muchas veces hay inacción desde el poder, porque puede ser que pertenezcan a grupos sectarios -o aunque no pertenezcan-, simpatizan con ese estilo, ¿no? Entonces no quieren coartar esas propuestas con las que simpatizan desde una postura espiritual esotérica.
¿Algunos contenidos de la publicidad, de los medios de comunicación, facilitan o son cómplices del influjo que las sectas establecen sobre las personas?
Sí, a veces cosas que pueden parecer inocentes o anecdóticas. Como que en la publicidad (–validando o normalizando–) se hable de karma, de chakras, de buena onda, de energía positiva… cosas que pueden parecer tonterías, pero que al final crean un caldo de cultivo, pues se va normalizando algo que no es propio de nuestra cultura, que no es propio de nuestra herencia religiosa y espiritual en occidente.
La secta busca el control de la voluntad del individuo para que adhiera a ciertas creencias que el líder supone son las adecuadas para esa persona. Hoy los líderes de grandes empresas asociadas a las Nuevas Tecnologías siguen un esquema similar para captar el interés de niños y jóvenes. ¿Ustedes como RIES han abordado este influjo de dominación que se da en las sectas y ahora con las Nuevas Tecnologías?
No nos hemos metido en algo que ciertamente sobrepasa nuestras posibilidades. Es cierto. La influencia para manipular a los individuos es algo que no se circunscribe a las sectas. Es algo que está –sobre todo en el ámbito comercial y empresarial– que no busca adeptos, sino consumidores, y en lo político, votantes. Estamos en el mundo de la pos-verdad, donde nos quieren manipular y engañar grandes empresas y poderes políticos. En las sectas se da esa manipulación más circunscrita a un grupo y más intensa en el tiempo, con estrategias sistemáticas dedicadas a esto. En lo otro se difumina de una forma mayor, pero es cierto que responde a esa intención de influir en nosotros; la influencia puede ser positiva y con fines lícitos; o negativa y con fines de proselitismo, captación y adoctrinamiento (…)
Internet y las redes sociales multiplican las posibilidades de las sectas para llegar a la gente. Es decir, ahora mismo no podemos solo preocuparnos por las sectas que tienen un lugar, una sede; sino que ahora las sectas están omnipresentes gracias a las redes sociales. Pueden acercarse a personas a miles de kilómetros. Así ha pasado en España con la joven Patricia Aguilar, captada por un líder que se encontraba a más de diez mil kilómetros. Las redes sociales han borrado las distancias. Mucha gente incluso vive en las redes sociales. La red social es más real para ellas que el resto de su vida. Esto lo hemos estudiado. Recientemente en Italia he dado una conferencia sobre este tema junto con un policía. Él hablaba sobre los peligros generales de las redes sociales para los adolescentes, y yo he presentado el desafío que constituyen las sectas a la hora de captar por internet.
Hace poco tiempo afirmaste en Conferencia a miembros de la Fundación Dos Pilares de Chile que las sectas no han permeado y no pueden permear a la Iglesia Católica.
Cuando hablamos de sectas estamos hablando de grupos con una realidad autónoma. En la Iglesia Católica lo que sí puede haber y se dan casos de realidades grupales –ya sea un Instituto Religioso, un movimiento eclesial, una parroquia, un seminario– en las que puede haber una dinámica de funcionamiento sectario. No hay sectas dentro de la Iglesia, pero claro que puede haber comportamientos sectarios. ¿Normalmente por qué? Pues porque quien dirija esa realidad tenga un perfil de líder sectario e imprima esta dinámica grupal que acabe con la libertad de sus miembros.
¿Los responsables de establecer las leyes y administrar justicia en un estado laico deben considerar la condena y persecución de las sectas?
Es un tema muy delicado porque entramos en el asunto de la libertad de conciencia, libertad de creencia, libertad de culto… que es una piedra de toque de todo sistema democrático. Y los derechos de las minorías. Claro, las sectas se agarran a esto para decir: ‘somos perseguidos por ser diferentes, por ser alternativos’. Hay que deslindar de esto lo que se supone debe ser la acción política, la acción legislativa y judicial. Lo que se debe perseguir son los delitos, las coacciones, todo lo que atenta contra la libertad y los derechos humanos y que se da en las sectas. Entonces los representantes públicos tienen que ser sensibles a esto, escuchar a las víctimas, escuchar a muchos psicólogos que están trabajando en esto. En España hay un grupo de investigación que está demostrando cómo existe el abuso psicológico grupal con unas características; y eso se puede demostrar delante de un juez. Porque a veces nos encontramos con víctimas de las sectas que acaban siendo condenadas por haber querido sacar a la luz pública lo que hacía su gurú; o han sido internadas en manicomios, cuando ellas son las víctimas que necesitan ayuda porque han sido estafadas, a veces con la complicidad o la falta de acción de los poderes públicos.
¿Ser legalmente reprimidas?
Lo que hay que reprimir legalmente son los delitos, la manipulación, la coacción mental. Igual que en países como España se ha desarrollado una ley para la violencia en la pareja, que muchas veces es violencia psicológica, que es la más grave por difícil de detectar. Si se ha conseguido esto, ¿por qué no con las víctimas de las sectas? Hay personas que tienen testimonios, pruebas muchas veces, de que no sólo ha habido una estafa económica, sino coacción, que se las ha obligado a hacer cosas que no habrían hecho en su sano juicio.