Tenía apenas 15 años de edad cuando tomó contacto por primera vez con una de las realidades más complejas, dañinas y extendidas de la sociedad: las sectas.
Su profesor de ética les pidió investigar y hacer una valoración afín con la asignatura, sobre algún problema del mundo actual. Junto a otros compañeros del Instituto Claudio Moyano de Zamora (España)- Luis Santamaría del Río se decidió por las sectas; y desde entonces no paró.
Veinte años después este sacerdote es reconocido por instituciones seculares y religiosas, como uno de los más destacados expertos en la materia. Baste mencionar que es asesor de la Conferencia Episcopal española, profesor regular e invitado conferencista en varias universidades, miembro de organizaciones internacionales, director de la Biblioteca-Centro de Documentación "José María Baamonde", co-fundador de la Red Iberoamericana de Estudios de las sectas (RIES) y autor de varios libros.
En esta reveladora entrevista con Portaluz, Santamaría (en imagen adjunta) sincera que no se trata sólo de investigar, acopiar e intercambiar información o analizar. Buena parte de su tiempo lo destina también a educar desde diversas plataformas y en especial acoger-acompañar a las víctimas.
Su labor no está exenta de riesgos, pero el padre Luis aprendió a convivir desde pequeño con ello. Como hijo de un Guardia Civil, nos dice este oriundo de Zamora, “en España cuando el terrorismo de ETA estaba más fuerte yo he vivido tener que mirar debajo del auto antes de salir en coche”. Así entonces, aunque algunos de sus cercanos temen los riesgos del apostolado que realiza Santamaría, él lo agradece a Dios. “Yo lo vivo como vocación. Hay gente que a veces se preocupa por las amenazas que recibo. Yo es verdad que tengo problemas dentro de la Iglesia y fuera de la Iglesia por tratar esto”.
Por lo extensa, la entrevista será entregada en ediciones distintas. Esta es entonces, la primera sección que es de alto interés para jóvenes, padres y educadores.
¿Has enfrentado situaciones de peligro para tu vida por este apostolado de combate directo contra las sectas?
Amenaza de muerte o amenaza vital, no he tenido. Pero sí presiones, amenazas de llevarme a los tribunales por difamación. Claro, pues las sectas intentan acallarnos. Yo antes decía: las sectas intentan silenciarnos a los críticos. Ahora digo: No, no, las sectas intentan silenciarnos a los que decimos la verdad sobre ellas. No es que las critiquemos, es que estamos diciendo la verdad. Yo estoy al final diciendo la verdad y defendiendo a las víctimas. Las víctimas de las sectas y los supervivientes de las sectas se encuentran solos. No hay instituciones que los apoyen. Las administraciones públicas los dejan de lado. Entonces alguien tiene que estar con ellos(...) Siento que es lo que Dios me pide, ayudar a estas personas con mi conocimiento del tema, con mi investigación; con algo que para mí tiene la belleza de hacer algo útil para la Iglesia y para la sociedad.
Esoterismo, Sectas, Nueva Era: 50 preguntas y respuestas, es uno de tus libros más conocidos. Al respecto de sus contenidos, ¿Qué es una secta?
Una secta es un grupo que hace una propuesta alternativa de sentido al hombre, pero en el que se está dando un abuso espiritual y una manipulación que acaba con la libertad de sus miembros.
¿Cuál es su finalidad?
Normalmente la finalidad de la secta obedece al delirio mesiánico de su líder; obedece no al beneficio material, económico, sexual, del gurú; todo eso son medios para alcanzar el delirio que tiene ese líder que se cree Dios, o un enviado de Dios; o se cree un extraterrestre, se cree el salvador, el que trae la verdad al mundo. Entonces para ello necesita poder, necesita someter a personas, necesita medios económicos. Todo el aparato de la secta es un medio para cumplir esos fines retorcidos y perversos que tiene (el gurú) y para ello considera que el fin justifica los medios y cualesquier cosa. Por eso conocemos tantos sucesos terribles protagonizados por sectas (...) Aunque estos sucesos no son lo más normal. Lo más normal, lo ordinario, es la acción silenciosa y terrible que sufren tantas personas y familias, víctimas de las sectas.
¿Cuáles son hoy las sectas más importantes?
Las más numerosas son las tres sectas fundadas en el siglo XIX en Estados Unidos de raíces cristianas: Adventistas del Séptimo Día, Testigos de Jehová y Mormones. Los Adventistas (…) hacen campamentos para niños en los que les adiestran para la supervivencia cuando llegue el fin del mundo. ¡Unas cosas! Los Mormones es una locura politeísta fundada por un estafador, buscador de milagros, polígamo, libertino sexual y masón. Son los tres grupos, que además se enmascaran muy bien. Parecen cristianos. Solo en España entre estas tres son 180 mil personas, la mitad de los que están en sectas (…) Alguien dirá: ‘pero si yo tengo vecinos que son testigos de Jehová y son muy buena gente’. La realidad es que son gente sencilla, engañada y fanatizada por una organización perversa que les quita su tiempo, su dinero y daña su alma. Un tiempo pensé que los Mormones eran inofensivos, hasta que pasas de los libros a la realidad de las víctimas; y uno cuando escucha a víctimas pues ves el daño que hace. Cuando ves a alguien que llora porque le han engañado con lo más sagrado, que es Dios, que es la salvación. Muchos de ellos -como pasa con víctimas de abuso sexual por parte del clero– acaban en el ateísmo.
¿Y las de mayor peligro?
Las sectas más peligrosas son aquellas que no conocemos. El caso en Chile de ‘Antares de la Luz’. Decía que era Dios. ¿Quién lo conocía? Nadie. ¿Quién conocía a un gurú de Lima, Perú, de 35 años, que captaba adolescentes mujeres de todo el mundo a través de Facebook? Y tenía una secta de diez, doce personas en Lima; y no se conocía hasta que captó a una joven de España a quien contactó desde que ella tenía 16 años, la estuvo adoctrinando a través de Facebook y a los pocos días de cumplir los 18 tomó el avión, se vino a Perú, la familia ahora mismo no sabe si está viva o muerta. La policía peruana ha tardado más de un año en moverse. Entonces, las más peligrosas, las satánicas, las esotéricas, que a veces no tienen un nombre y se reúnen en casa de alguien y hacen sus ritos.
¿Toda secta, en su discurso interno a los miembros, configura una suerte de creencia con una mirada trascendente?
No necesariamente. Luego, desde la dimensión cristiana sí vemos que al final es una propuesta de sentido en su raíz religiosa. Pero hay sectas que rechazan el ser religiosas. Se presentan como sistema filosófico o como una simple terapéutica, de coaching. La secta es una realidad que siempre se enmascara. Como dice mi compañero de la RIES Vicente Jara, practica el mimetismo. Unas se hacen pasar por religión, otras por una espiritualidad difusa, otras por un grupo científico, por un movimiento político o ciudadano; o sea, tienen formas de camuflaje para llegar al tipo de público al que van dirigidas y engañar.
¿Cuáles suelen ser las pautas de captación?
Las sectas van al corazón. Van atrayendo afectivamente a la persona. Es como sucede con las drogas. Se plantea algo de interés, un señuelo atractivo, algo que llame la atención de la persona y la ponga en contacto con un grupo que la atraerá enseguida porque sabe tocar las teclas de lo afectivo y lo espiritual.
Deben estar alerta en primer lugar a quienes ofrecen soluciones fáciles y simples a los problemas de la vida que son complejos. Cuando nos ofrecen técnicas, prácticas, que automáticamente traen consigo una serie de supuestos beneficios o efectos positivos, eso es magia o una actitud mágica. Nosotros en la Iglesia no ofrecemos eso, y quien lo haga lo está haciendo mal; nosotros ofrecemos un camino de seguimiento de Jesús.
Otro elemento es la ambigüedad con la que se mueven muchos de estos grupos y propuestas. La ambigüedad en la que vemos elementos religiosos, espirituales, terapéuticos, científicos… en un sincretismo que busca atraer a la persona religiosa por lo religioso y a la escéptica por lo científico. Entonces, cuidado con estas ofertas que lo mezclan todo y se aprovechan de nuestra incultura científica y religiosa para engañarnos. Después –cuando uno empieza a participar en una realidad nueva, con un grupo nuevo, con nuevas personas–, que no pierdan nunca el contacto, el diálogo y la escucha de lo que digan los que lo han querido y lo van a querer siempre, su familia, sus amigos. Porque desde fuera pueden ayudarle a advertir un cambio que está sucediendo en su vida y que no está siendo realizado en forma libre, porque le están induciendo a eso.
Poniéndose en el lugar de una madre y un padre no necesariamente católico, ¿qué debería hacer para inmunizar a sus hijos respecto del influjo de las sectas y sus líderes?
Bueno, pues que haya información sobre esto es importante. Pero más que la información, diría, la formación. Es decir, cuanto más madura sea una persona, más capacidad tenga de distinguir el bien del mal, la verdad de la mentira; cuanto más se conozca psicológicamente, sus virtudes y defectos, sus carencias, sus talentos, qué partes de su vida son los flancos más vulnerables, por dónde le pueden atacar o engañar… Todo eso es importante. Como fortalecer la propia familia y las relaciones. Y claro, aunque no sean católicas, fomentar que la persona tenga una verdadera experiencia religiosa. Porque las sectas van siempre a por lo afectivo y lo espiritual (…) El adepto perfecto a captar por la secta es quien tiene un vacío espiritual en su vida o carece de una práctica espiritual sana, que humaniza; y/o quien no mantiene relaciones afectivas sanas, maduras. Aunque siempre pueden acceder a cualquiera aprovechando un momento vulnerable, que los tenemos todos.