Las reiteradas amenazas de un ataque nuclear, el avance de los daños provocados a la Creación, los desafíos que plantean a todos la inmigración y la inaceptable realidad del hambre que a diario padecen millones de hijos e hijas de Dios, han estado de nuevo en el corazón y reflexión del Papa Francisco en esta semana.
¿Qué hacer ante líderes y millones de personas que parecen no querer mirar y aportar soluciones ante esas realidades que amenazan a la humanidad entera?
“Tenemos que escuchar a Dios que nos habla, y no sólo escucharlo de forma distraída. Porque la Palabra de Dios es ‘viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos’ (Heb 4,12)”, señaló el Papa Francisco este viernes 14 de octubre durante un encuentro con miembros de las comunidades católicas francófonas del mundo.
Una escucha que nos mueve a salir al encuentro del otro insistía el pasado domingo 9 -durante la canonización de los nuevos santos, Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti-, refiriéndose a los inmigrantes. Al respecto, con dureza el Pontífice advirtió que "la exclusión de los migrantes es repugnante, es pecaminosa, es criminal”.
Y en medio de las reiteradas amenazas sobre un posible desastre o ataque nuclear, el Papa ha continuado ingentes gestiones y permanente súplica a Dios para lograr evitarlo. “Vivimos en un contexto bélico, que podríamos denominar una ‘tercera guerra mundial’. El mundo está en guerra”. Con esta dramática certeza inició el Santo Padre Francisco su mensaje que ha dirigido el viernes 14 de octubre a Qu Dongyu, director general de la FAO, como una reflexión para la próxima Jornada Mundial de la Alimentación 2022.
Para lograr una mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y mejor vida para todos, que es el tema propuesto a reflexión por la FAO, “es necesario, ante todo, que veamos a los demás como nuestros hermanos y hermanas, como miembros que integran nuestra misma familia humana, y cuyos sufrimientos y necesidades nos afectan a todos, porque ‘si un miembro sufre, todos los demás sufren con él’ (cf. 1 Co 12,26)”, destacó el Papa Francisco. Solo unidos en esta certeza -señaló el Pontífice- se logrará “que las intervenciones sean planificadas y programadas para que contribuyan a erradicar totalmente el hambre y la malnutrición, y no sean simplemente la respuesta a carencias circunstanciales o llamamientos lanzados con motivo de emergencias”.