Mas de 60 mil fieles se congregaron en la Plaza de San Pedro junto al Papa Francisco, quien ha celebrado la eucaristía de Domingo de Ramos y la Pasión del Señor. El corazón de la enseñanza del Papa durante la homilía se resume en las palabras con las cuales la ha iniciado:
"«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Esta es la invocación que la liturgia de hoy nos hace repetir en el salmo responsorial (cf. Sal 22,2) y es la única pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio que hemos escuchado. Son, pues, las palabras que nos llevan al corazón de la pasión de Cristo, a la culminación de los sufrimientos que padeció para salvarnos. «¿Por qué me has abandonado?»".
El Obispo de Roma reflexionó sobre el sufrimiento de Jesús, "que fue grande", puntualizó, y remarcó que padeció en el cuerpo, en el alma, en el espíritu. El más lacerante sufrimiento es el del espíritu, según el Pontífice. De hecho, el Vicario de Cristo hizo notar que, en la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Un acontecimiento real, un abajamiento extremo. "El Señor -dijo- llega a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender. Ve el cielo cerrado, experimenta la amarga frontera del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbamiento de toda certeza. Grita el 'por qué' de los 'por qué'".