Carlos recuerda cerrar los ojos mientras lloraba y dirigirse directamente a la Virgen: «María, tú no estás aquí. Son puras mentiras. No estás aquí, pero si estás realmente y te apareces en este lugar, quiero que me digas por qué tu Hijo me quitó a mi novia». Nunca olvidará lo que sucedió a continuación y desde entonces expresa convencido de que «no se debe retar a Dios».