El pensamiento ocultista y el esotérico diversifican su oferta para llegar a más público a través de las redes sociales, incluso produciendo miniseries. Pero el peligro acecha tras propuestas que se ofertan como benéficas.
Tras abandonar la fe, el ateísmo militante primero y el ocultismo después ocuparon la vida de William David Toro, hasta que un día decidió retar formalmente a Dios. Entonces, dice, la Santísima Virgen María entró en escena.
Cuando alguien abandona la secta o es expulsado, se lo condena al ostracismo social. El ropaje religioso de la medida esconde tan sólo una práctica de control coercitivo de las conciencias.
“Sabía que Dios existía, que el diablo existía y que los demonios eran reales. Sin embargo, no me atrevía a seguir esta línea de pensamiento hasta su final lógico. Si el diablo era real, ¿no significaba eso que el infierno también existía?”