Los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX constituyen un momento fundamental en la historia religiosa contemporánea, ya que surgieron y se consolidaron importantes corrientes esotéricas, normalmente con una fuerte herencia masónica y que, con el paso de las décadas, derivarían en muchos de los principales grupos de la Nueva Era (New Age).
Entre estas corrientes destaca la llamada Sociedad Antroposófica, fundada por Rudolf Steiner (1861-1925). Junto a la entidad de la que procede –la Sociedad Teosófica, fundada por Helena P. Blavatsky (1831-1891)–, se trata quizás del movimiento esotérico más influyente en el mundo actual. Steiner, fascinado por la obra de Goethe, abandonó la Teosofía para fundar su propia organización, dándole un contenido “espiritual” más occidental, basándose en sus propias “percepciones”. Aseguraba haberse encontrado con Cristo, pero siempre lo entendió desde una clave gnóstica y simbólica, no cristiana.
Aunque muchas personas no han oído hablar de la Antroposofía, sí son más conocidas numerosas iniciativas y organismos que se basan en sus postulados doctrinales. Es lo que ha puesto de manifiesto recientemente en el portal Medium un artículo titulado “¿Un ‘movimiento marginal’? Una inmersión en el ecosistema de la antroposofía”, escrito por un investigador que firma como Free Binder.
La importante galaxia antroposófica
Su trabajo no deja lugar a dudas sobre lo que abarca ese “ecosistema”: al menos 250 grandes instituciones se mueven en el entorno antroposófico. De ellas, 60 tienen que ver con la sanidad y el cuidado, 45 con las artes y la arquitectura, 40 se dedican a difundir las obras de Steiner, 30 están en el sector agroalimentario, 25 en el campo de la educación y otras 52 en sectores diversos. Aunque según afirman los propios adeptos de la Antroposofía en una de sus páginas web oficiales, realmente las instituciones que dependen de este sistema esotérico serían unas 10.000 en todo el mundo.
En el resto de su artículo, Free Binder se limita a tirar del hilo de una sola de estas instituciones, la Fundación CoOpera, un fondo de pensiones creado en Suiza en 1984. Este organismo cuenta con una cartera inmobiliaria y con participación en el capital social de 15 empresas, con una suma de 155 millones de euros en 2020. Además, tiene 582 instituciones afiliadas, que el año pasado tuvieron 800 millones de euros en activos.
El ejemplo de la Fundación CoOpera es muy significativo, ya que entre las 15 empresas en las que participa podemos encontrar desde la energía eólica hasta la fabricación de hormigón, pasando por la alimentación orgánica, mobiliario de oficina, bombas para bicicletas o lácteos y carne. Y el artículo recuerda que hay grandes marcas de productos orgánicos, como Demeter, Bio Suisse y Coop NaturaPlan, que se integran en el universo antroposófico. Y no se trata de simples coincidencias, sino de adeptos en los puestos de decisión y de aceptación total de las doctrinas esotéricas de Rudolf Steiner.
La infiltración en el mundo educativo
Pero seguramente el campo más preocupante al que llegan los tentáculos de la Sociedad Antroposófica es el de la educación: la pedagogía Waldorf no es otra cosa que la aplicación directa de los postulados de Steiner –tal como los expuso él mismo en numerosas conferencias dedicadas al tema– a los más pequeños y vulnerables: los niños en edad escolar. Se calculan en unos 3.000 los centros educativos de este tipo en 65 países.
Hace tiempo Portaluz desveló el testimonio de una madre de familia que llevó a su hijo a un colegio Waldorf, donde fue descubriendo el adoctrinamiento esotérico que incluía hablar de la fuerza crística contra las potencias luciféricas, o del karma y la reencarnación, entre otras doctrinas, y “la práctica de la euritmia [hacer visible el Logos creador] como terapia”. Por eso tiene claro que “sin la base antroposófica, la pedagogía Waldorf no tiene sentido” (véase el artículo “Llevó a su hijo a una escuela Waldorf y se volvió adepta a la dañina doctrina esotérica de la Antroposofía”).
Otro ejemplo mostrado en un artículo de Portaluz es el de la celebración de la Navidad en las escuelas que dependen de los postulados de Rudolf Steiner: todo se lee en clave simbólica y alegórica, como “el nacimiento de la conciencia de que un Ser de Luz vive en nuestro interior” (véase “¿Navidad en las escuelas Waldorf? Una distorsión ocultista de la verdad”). A pesar de cualquier apariencia de pedagogía alternativa legítima o incluso de su barniz cristiano, no es otra cosa que ocultismo adaptado a las aulas.
La Banca Triodos
Algo que sorprende a las personas cuando lo descubren es la vinculación antroposófica del Triodos Bank, quizás la banca ética más conocida a nivel mundial o, como señala su publicidad actual, “uno de los bancos más sostenibles del mundo”. Una publicidad que atrae a muchos usuarios deseosos de un mejor uso de sus ahorros, que ayuden a “lograr un cambio social, ambiental y cultural positivo”.
Claro que es una banca alternativa… pero que depende de “una corriente de esoterismo, una corriente de magia, una corriente de superstición, una corriente de iluminados, una corriente de conocimiento gnóstico, una corriente de la New Age, una corriente ocultista…. Se trata de la Antroposofía”, en palabras de Vicente Jara hace unos años en el programa “Conoce las sectas” de Radio María España.
Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), ponía entonces de manifiesto cómo Triodos Bank financia “cientos de proyectos solidarios, ecológicos, cooperativas, microcréditos” de organizaciones no gubernamentales y también de organismos de la Iglesia católica y de comunidades eclesiales protestantes, normalmente desconocedores de todo lo que hay detrás.
Como señalaba en 2018 Jean-Baptiste Malet en un largo reportaje publicado en Le Monde Diplomatique (“La antroposofía: una discreta multinacional del esoterismo”), Triodos tenía entonces 14.000 millones de euros en activos bajo gestión, y otra entidad financiera antroposófica, GLS, otros 4.000 millones. Por eso afirmaba sin ambages que un siglo después de su nacimiento, “la antroposofía es un imperio”.
El riesgo de la medicina antroposófica
El pasado mes de octubre, un médico italiano murió afectado por el covid-19 tras haberse negado a recibir las vacunas indicadas para prevenir contra el virus. Tras fallecer en un hospital de Palermo, los medios de comunicación dieron a conocer que Domenico Giannola –así se llamaba– se dedicaba a la “medicina antroposófica y homeopática”.
Efectivamente, la Antroposofía cuenta con su propia versión “sanitaria”, que se basa en las enseñanzas de Steiner y emplea remedios naturales para curar las enfermedades, que se entienden como males de origen espiritual. Por eso la medicina antroposófica habla de un enfoque holístico, el cuerpo astral, fuerzas etéricas y otros conceptos esotéricos, además de tener en cuenta al sujeto en su integridad, es decir, contando con sus reencarnaciones.
Toda una pseudoterapia que yerra en el diagnóstico y el tratamiento indicados a los enfermos, con los graves peligros que esto puede traer consigo. Y no sólo se pueden encontrar en muchos países clínicas y profesionales que aplican esta peculiar “medicina” alejada de todo apoyo en la evidencia científica, sino que incluso algunas universidades cuentan con programas de estudios que la incluyen, lo que contribuye a su legitimación y difusión.
De la cosmética a la agricultura
Junto con el campo médico, otro en el que los presupuestos antroposóficos han adquirido una gran importancia es el de la cosmética, entendida también bajo los parámetros de la “salud holística”. No en vano, la marca Weleda –fundada por Rudolf Steiner en Alemania en 1921, por lo que ahora cumple su centenario– es universalmente conocida y ha logrado convertirse en una importante multinacional del sector de productos de belleza y de naturopatía.
Pero lo que ciertamente está alcanzando niveles cada vez mayores es la difusión de la “agricultura biodinámica” alrededor del mundo, sobre todo en el entorno vitivinícola. Aunque muchas personas la confunden con la agricultura ecológica, no es lo mismo, sino que se trata de “la organización de rituales esotéricos en los campos, encargados de dinamizar espiritualmente los suelos, las plantas y el universo a través de la meditación, una liturgia y accesorios supuestamente provistos de poderes sobrenaturales”, en palabras de Jean-Baptiste Malet.
Así es: la agricultura biodinámica, basándose en las “investigaciones” de Steiner, da mucha importancia a la astrología en los cultivos, e incluye prácticas como la de abonar la tierra con cuernos de vaca rellenos de unos compuestos determinados y con una orientación concreta para que atraiga la “energía cósmica”, o utilizar diluciones homeopáticas obtenidas de vejigas de ciervo llenas de flores, de forma que el campo adquiera “nuevas fuerzas vitales del cosmos”. Como afirma el biólogo Aitor Calero, no es más que “una estafa agrícola en toda regla que, por desgracia, engaña a diario a miles de consumidores y de agricultores” (“La estafa de la Agricultura Biodinámica”).