“Apariciones y signos sobrenaturales salpican la historia, entran en el vivo de los acontecimientos humanos y acompañan el camino del mundo, sorprendiendo a creyentes y no creyentes. Estas manifestaciones, que no pueden contradecir el contenido de la fe, deben confluir hacia el objeto central del anuncio de Cristo: el amor del Padre que suscita en los hombres la conversión y da la gracia para abandonarse a Él con devoción filial. Éste es también el mensaje de Fátima que, con un angustioso llamamiento a la conversión y a la penitencia, impulsa en realidad hacia el corazón del Evangelio”
Todo es entonces cuestión de amor. Dios nos ama y la Santísima Virgen María es mensajera de este amor. En
Lourdes y manifestándose como la Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen María pidió…
"¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Ruega a Dios por los pecadores! ¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!"
En el trascendental tercer y último secreto que la Madre de Dios confió en Fátima a los pastorcitos, su presencia y mensaje fue precedido por un ángel que recordó el mensaje de Lourdes: “¡Penitencia, penitencia, penitencia…!”.
En Fátima La Virgen confirma con fuerza lo dicho en Lourdes
Del testimonio de los tres pastorcitos videntes reconocido por la Santa Sede, respecto de las palabras dichas por la Santísima Virgen y las visiones que ella les presentó, podemos concluir que todos somos invitados a la conversión. Para ello la Madre de Dios nos propone:
. Rezar el Rosario todos los días.
. Devoción (actos de piedad) al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María.
. Vivir el espíritu de Penitencia ofreciendo estos sacrificios por la conversión de los pecadores y como reparación de nuestros pecados.
. No ofender más a Dios (cumplir sus mandamientos), enmendarse y pedir perdón por los pecados (acudir al sacramento de reconciliación para confesarse).
. Oración de reparación para que sean perdonados y se conviertan quienes no creen ni aman al Señor (una buena instancia es la Adoración Eucarística).
. Acudir regularmente a la Eucaristía en reparación por los propios pecados y los del prójimo.
Visión del infierno, fue un radical gesto de amor
La Santísima Virgen María, por amor a toda la humanidad vino en Lourdes con un llamado a la conversión. En Fátima lo reiteró y para destacar la urgencia de ese llamado abrió ante los ojos de los pastorcitos la visión del infierno.
La visión marcó espiritualmente a los tres pastorcitos, en especial a la vidente Jacinta (1910-1920) quien, al decir de los historiadores, vivió sus últimos tres años apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno.
En la página 123 del
libro de sus memorias, refiriéndose a Jacinta, Sor Lucía de Fátima (también vidente) relata:
“Con frecuencia se sentaba en el suelo o en alguna piedra y, pensativa, comenzaba a decir:
– ¡El infierno! ¡El infierno! ¡qué pena tengo de las almas que van al infierno! ¡Y las personas que, estando allí vivas, arden como la leña en el fuego!
Y, asustada, se ponía de rodillas, y con las manos juntas, rezaba las oraciones que Nuestra Señora nos había enseñado:
– ¡Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno,
lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a aquellas más necesitadas de tu misericordia!
Ahora, Exmo. y Rvmo. Señor Obispo, ya V. Excia. Rvma. Comprenderá por qué a mí me daba la impresión de que las últimas palabras de esta oración, se referían a las almas que se encuentran
en mayor peligro, o más inminente, de condenación.
Y permanecía así, durante largo tiempo, de rodillas, repitiendo la misma oración. De vez en cuando me llamaba a mí o a su hermano (como si despertara de un sueño):
– Francisco, Francisco, ¿vosotros rezáis conmigo? Es preciso rezar mucho, para librar a las almas del infierno. ¡Van para allá tantas! ¡tantas!
Otras veces preguntaba:
– ¿Por qué Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? ¡Si ellos lo vieran, no pecarían para no ir allá! Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente (referíase a los que se encontraban en Cova de Iría en el momento de la aparición). Verás cómo se convierten.”
Se
dice también que antes de morir, Jacinta le dictó a su madrina la madre Maria da Purificacao Godinho:
“Si los hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida”. Jacinta tenía entonces sólo 10 años.
Cumplimiento de los tres secretos de Fátima y desafío al siglo XXI
El 13 de mayo de 2000 siendo el Vicario de Cristo en la tierra el hoy beato Papa Juan Pablo II, con su autorización, el Cardenal Tarcisio Bertone comunicó resumidamente desde Fátima (y ante el Santo Padre) al mundo que los tres secretos de Fátima habían tenido su cumplimiento durante el transcurso del siglo XX…
“La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio. Es un interminable Via Crucis dirigido por los Papas del Siglo XX (…) Hermanos y hermanas, agradecemos a la Virgen de Fátima su protección. A su materna intercesión confiamos la Iglesia del Tercer Milenio.”
La intención de cierre presentada a Nuestra Señora de Fátima por el cardenal Bertone ha tenido el eco esperado toda vez que el actual Papa Emérito Benedicto XVI en su momento y Papa Francisco el pasado 13 de octubre de 2013 han consagrado tanto sus pontificados como el mundo al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de Fátima.
Esta unidad espiritual de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, señala el rumbo que ha de orientar la vida de todo fiel…
Devoción orante con el rosario y prácticas de piedad, al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María, respondiendo así a la súplica que en Lourdes y Fátima ella ha expresado a la humanidad:
“Penitencia, Penitencia, Penitencia… por la conversión de los pecadores” (que nos incluye a todos).
Pero la proyección de Lourdes y Fátima fue señalada ya por Juan Pablo II al decir:
“Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado, la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, conserva todavía hoy una estimulante actualidad. «La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo ... La invitación insistente de María santísima a la penitencia es la manifestación de su solicitud materna por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y perdón »” (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 1997, n. 1, en: Insegnamenti, vol. XIX2, 1996, p. 561).
Fiesta de Nuestra Señora de Fátima: 13 de mayo.
Breve de la historia
En el año 1916, cuando la guerra se había extendido sobre Europa y Portugal, en una de las colinas que rodean Fátima, tres pequeños campesinos portugueses: Lucía de 9 años, Francisco de 8 y Jacinta de 6, se encontraron con una resplandeciente figura que les dijo: "Soy el Angel de la Paz". Durante aquel año vieron dos veces la misma aparición. Los exhortó a ofrecer constantes "plegarias y sacrificios" y a aceptar con sumisión los sufrimientos que el Señor les envíe como un acto de reparación por los pecados con los que El es ofendido.
Al año siguiente, desde el Desde el 13 de mayo de 1917 y hasta el 13 de octubre de ese mismo año, la Santísima Virgen María se apareció en seis ocasiones a los tres pastorcitos…
Para conocer en detalle los acontecimientos
pulse aquí.
Primer y Segundo secreto de Fátima (versión oficial de la Santa Sede)
(Redacción hecha por Sor Lucía en la “Tercera Memoria” del 31 de agosto de 1941 destinada al obispo de Leiria-Fátima)
“Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.
Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
«Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz».”
Tercer secreto de Fátima (versión oficial de la Santa Sede)
(Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima)
“Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz:
«¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!»
Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.”