Contra los dichos de agoreros, falsos profetas o auto-proclamados videntes, Jesús ya advirtió que sobre el fin del mundo sólo Dios Padre sabe cómo y cuándo será.
Por ello el Magisterio de la Iglesia advierte que la única inquietud en la vida ha de ser el seguimiento de Cristo. “El problema no es ‘cuándo’ llegarán los signos premonitorios de los últimos tiempos, sino el estar preparados para el encuentro”, enseñaba al respecto Papa Francisco en su reflexión previa a la oración del Ángelus del domingo 15 de noviembre de 2015 (exhortación que ha reiterado en varias otras alocuciones).
¿Signos premonitorios?
Sin embargo debido a las diversas formas de persecución que hoy sufren los cristianos en el mundo, como también las abundantes expresiones de apostasía que está acarreando la pérdida de la fe, muchos fieles suponen que ambas realidades son signos de una etapa terminal de la humanidad.
¿Qué tan extendidos están efectivamente esos ‘signos’? ¿Cómo mejor afrontar el ‘estar preparados’? Existen estudios estadísticos que responden a lo primero y para lo segundo… la respuesta surge de un impactante ‘hilo común’ entre los dichos de la Santísima Virgen María en varias de sus apariciones y las revelaciones a grandes santos de nuestro tiempo.
Sobre este particular la doctrina de la Iglesia, el Catecismo de la Iglesia Católica, en su nr. 675 profetiza… “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”.
Los significantes datos sobre persecución y apostasía
En paralelo estadísticas del Pew Research Center o la misma Conferencia Episcopal en Estados Unidos y entidades similares de países europeos revelan un rápido avance de la apostasía en Occidente. Ello visto en el descenso constante del número de personas que se declaran católicas y un mayor descenso en el número de quienes -afirmando ser católicos- viven efectivamente su fe o adhieren a la doctrina de la iglesia en sus vidas cotidianas (en temas como aborto, matrimonio homosexual, pobreza, justicia social y otros). Un ejemplo de esta ‘fragilidad’ lo informó en 2015 la propia Conferencia Episcopal de Alemania transparentando los datos de un estudio independiente cuyas estadísticas muestran que apenas un 54% de los sacerdotes alemanes se confiesa (una o ninguna vez al año) o que sólo el 58% de los sacerdotes rezan… y solo una vez al día. Más reciente es la última apostasía en Chile al aprobarse una ley de aborto gracias a los votos determinantes de legisladores que se declaraban católicos.
¿Cómo estar preparados?
Parafraseando a Papa Francisco: Si esta realidad de la fe -persecución y apostasía- que confirman estos estudios, son signos premonitorios o no de los últimos tiempos, no es lo importante. La urgencia ha de ponerse en el “estar preparados” para el encuentro con Dios.
La propia Virgen María ha venido también hablando de persecución, apostasía y del “estar preparados” en sus apariciones, llamando concretamente a la conversión y enseñando un camino para ello… ¡Es este el hilo común que comunica en las advocaciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Lourdes, Nuestra Señora de Pontmain, Nuestra Señora de Fátima, Nuestra Señora de Akita y Nuestra Señora de Kibeho, entre otras!
Establecer entonces una “alianza” con la Madre de Dios -modelo de seguimiento de Cristo, mediadora y protectora que ha vencido y vence siempre al demonio- parece ser un camino seguro para ese “estar preparados” que advierte Papa Francisco. Así lo comprendieron también algunos santos que dejaron su huella hasta hoy...
San Maximiliano Kolbe y la Milicia de la Inmaculada
La inquietud de Papa Francisco anunciada por la Santísima Virgen María, también la puso Dios en el corazón de un santo conocido como el ‘loco de la Inmaculada’, san Maximiliano Kolbe, quien fundó una particular “Milicia” que a la fecha cuenta con más de tres millones de miembros en 48 países.
“Los tiempos modernos –cita san Maximiliano argumentando sobre el por qué crear esta Milicia- están dominados por Satanás y lo serán aún más en el futuro. Ni siquiera los hombres más inteligentes pueden entablar batalla con el infierno. Solo la Inmaculada ha recibido de Dios la promesa de la victoria sobre Satanás. Sin embargo, asunta al cielo, la Madre de Dios requiere nuestra colaboración. Busca almas que se consagren enteramente a Ella, que sean en sus manos instrumentos para la derrota de Satanás y la propagación del reino de Dios en la tierra.”
Es precisamente para dar batalla “en los tiempos modernos dominados por Satanás” que San Maximiliano Kolbe convocó a guerreros espirituales que mediante una consagración total a la Santísima Virgen María pasan a formar parte de la “Milicia de la Inmaculada” al servicio de Cristo. “Consagrarse a la Inmaculada… es dejarse habitar por Ella, sabiendo que es el mejor y más seguro camino para pertenecerle a Jesucristo y por Él a Dios Padre en el Espíritu Santo”, destacan en uno de sus portales web.
San Juan Pablo II
También san Juan Pablo II Papa estaba consciente de la implicancia que para la salvación de millones, tiene la actual crisis en la Iglesia y en el mundo. En Homilía el Día de la Asunción del 15 de agosto de 1993 enseñaba: “Existe una gran confusión en amplios sectores de la sociedad acerca de lo que está bien y lo que está mal, y están a merced de quienes tienen el poder de crear opinión e imponerla a los demás. La familia se halla especialmente atacada…”
Incluso dos años antes de ascender al papado, en 1976, durante una visita a Estados Unidos para el Congreso Eucarístico celebrado en Filadelfia -siendo el Cardenal Karol Wojtyla- había advertido: “Estamos ahora frente a la mayor confrontación histórica que la humanidad ha atravesado… la confrontación final entre la Iglesia y la anti-Iglesia, del Evangelio contra el anti-evangelio. Tenemos que estar preparados para pasar grandes pruebas en un futuro no muy lejano; pruebas que requerirán que estemos dispuestos incluso a entregar nuestras vidas, y una donación total de nosotros mismos a Cristo y por Cristo… A través de vuestras oraciones y las mías, es posible aliviar esta tribulación, pero ya no es posible evitarla... ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia se ha producido con sangre! No va a ser diferente esta vez.”
Esta alocución del santo Papa Wojtyla sería recordada y citada el año 2013 a la Conferencia de obispos de los Estados Unidos por Monseñor Carlo Maria Viganò, destacando su carácter profético y el vínculo de la misma con las visiones de Santa Faustina Kowalska, registradas en su Diario… Texto que contiene abundantes referencias que el propio Jesús entrega en visiones a la santa sierva de la Divina Misericordia, mostrándole cómo lograr ese “estar preparados” para el encuentro con Dios, a través de una alianza donde la Santísima Virgen María es medular…
Santa Faustina Kowalska
En la página 183 de su Diario santa Faustina narra una revelación sobre el Fin de los Tiempos que le hizo la Santísima Virgen María…
“El día 25 de marzo… vi a la Santísima Virgen que me dijo: «Oh, cuán agradable es para Dios el alma que sigue fielmente la inspiración de su gracia. Yo di al mundo el Salvador y tú debes hablar al mundo de su gran misericordia y preparar al mundo para su segunda (91) venida. Él vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo. Oh, qué terrible es ese día. Establecido está ya. Es el día de la justicia, el día de la ira divina. Los ángeles tiemblan ante ese día. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aun el tiempo para conceder la misericordia»… Por la noche vi a la Santísima Virgen con el pecho descubierto, traspasado por una espada. Lloraba lágrimas ardientes y nos protegía de un tremendo castigo de Dios...”.
Más adelante santa Faustina confidencia que fue el mismo Jesús quien le enseñó cómo rezar para reparar y agradar a Dios con las siguientes palabras:
“«…una hora de adoración durante 9 días; [en] esta adoración intenta unir tu oración con mi Madre. Reza con todo corazón en unión con María, también trata de hacer el Vía Crucis en este tiempo...» Jesús me enseñó cuánto le agrada la plegaria reparadora; me dijo: «La plegaria de un alma humilde y amante aplaca la ira de mi Padre y atrae un mar de bendiciones».”
¿Cómo se unía Faustina en alianza espiritual con la Santísima Virgen María según se lo solicitó Jesús? La fórmula breve de esta consagración la dejó también registrada en su Diario y dice así:
“Oh María, Madre y Señora mía. Te ofrezco mi alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella. Pongo todo en tus manos, oh mi Madre. Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo. Con tu poder defiéndeme de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una máscara de virtud. Oh Espléndida Azucena, tú eres mi espejo, oh mi Madre”.
Pero Jesús dio un regalo más a la humanidad a través de Santa Faustina para “estar preparados” al encuentro con Dios. El mensaje -que contiene también una profecía según señala en su Diario- le fue dado al atardecer…
“…estando yo en mi celda, vi al ángel ejecutor de la ira de Dios. Tenía una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la nube salían rayos y relámpagos e iban a las manos y de sus manos salían y alcanzaban la tierra. Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la tierra y especialmente cierto lugar, por justos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia… Nunca antes había rogado con tal potencia interior como entonces. Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes:
«Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros».
A la mañana siguiente, cuando entré en nuestra capilla, oí esta voz interior: «Cuantas veces entres en la capilla reza en seguida esta oración que te enseñé ayer».
Cuando recé esta plegaria, oí en el alma estas palabras: «Esta oración es para aplacar mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave Maria y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero»”.
Conclusión
Nadie conoce si será convocado al martirio derramando su propia sangre por amor a Cristo. Pero todos los bautizados son llamados al llamado “martirio blanco”: sufrir fielmente con Jesús, en su Iglesia, unidos al Papa, en estos “tiempos de preparación”.
Ninguno sabe cuándo ocurrirá el fin del mundo, pero cada bautizado es responsable de dar una buena batalla… “Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada” (Mt 24,42-44).