Un médico italiano ateo conmocionado ante un crucifijo que no fue dañado por el incendio que destruyó su edificio
Un rascacielos en llamas en Milán y solo un crucifijo se salva de la destrucción total ha sido una noticia que ha dejado impactados no solo a creyentes, sino también a un ateo.
El médico Lorenzo Spaggiari, que vive en el rascacielos que ardió en Milán hace unos días, comentó al diario italiano La Repubblica: "Soy un laico, todo está destruido y sólo se salva el crucifijo ... Si fuera creyente, sentiría que estoy ante un milagro. Sin embargo, durante treinta años he operado a personas que padecían cáncer: los contornos de mi idea de la fe se han ido difuminando. Así que sólo puedo describir lo que vi como algo increíble”.
El profesor Emiliano Lorenzo Spaggiari, de 60 años, director de cirugía toráxica del Instituto Europeo del Cáncer y profesor de la Universidad de Milán, vivía con su familia en el último piso de la destruida Torre Moro. Y todos los residentes del rascacielos consideran un milagro que el incendio no haya causado víctimas.
"El techo se derrumbó y lo perdimos todo. La caja fuerte en la pared también se quemó y se derritió por el calor. Sólo una cosa está no sólo segura, sino intacta: un crucifijo. Lo guardé en una bolsa de plástico: estaba como nuevo”, agregó Spaggiari.
Algo desconcertante
“¿Por qué le llama tanto la atención este episodio?”, le pregunta el periodista de La Repubblica y Spaggiari responde: "Somos dueños del piso dieciocho. En doscientos metros cuadrados no sobresale ni un alfiler, y vi cómo se quemaba mi casa en la televisión en directo. El único objeto que ha salido de entre los escombros, en perfecto estado es esa pequeña cruz de oro que estaba dentro de una caja fuerte que quedó totalmente licuada. No se puede negar, mi familia está sacudida.
“¿No puede ser accidental?” insiste el periodista, ante lo cual el médico explica: "Si lo es, es un caso desconcertante. También porque no ocurrió sólo eso. El domingo mi mujer quiso quedarse en casa. Finalmente la convencí para ir a la playa de Liguria con los niños durante unas horas. Nunca había insistido. Si no hubiéramos salido, al estar por encima de las llamas que se habían desatado más abajo, habríamos quedado atrapados. A menudo, los fines de semana nos quedábamos a jugar y a descansar en el desván del decimonoveno piso. La coincidencia, gracias a la cual estamos vivos, nos perturbó: encontrar luego en los escombros sólo esa cruz, nos deja sin palabras".
Fuente: La Repubblica