Personajes

Tenía 39 años y dos hijos cuando se le apareció el Arcángel Miguel. Y entonces la profecía comenzó...

Obedeció el mandato que le dio el Arcángel Miguel y se trasladó a Roma. En 40 años por su apostolado y testimonio se convirtieron miles de personas alejadas de la fe. Esta no es la historia sobre una santa de la Edad Media; es la historia de una esposa y madre italiana que vivía cerca del Coliseo en el año 2000.
por Redacción 15-12-2023
Tenía 39 años y dos hijos cuando se le apareció el Arcángel Miguel. Y entonces la profecía comenzó...

Entre los decretos papales que informan las causas de canonización, publicados el 14 de diciembre de 2023, hay un decreto que proclama "las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Francesca Lancellotti, fiel laica y Madre de la Familia". Nacida el 7 de julio de 1917, Francesca tenía una particular misión que cumplir en su vida; aunque no fue al convento de sus sueños, el matrimonio y la maternidad no obstaculizaron en modo alguno esa vocación y misión, que recibió de manera sorprendente del Creador.

Falleció hace apenas quince años, el año 2008, en Roma, a donde se trasladó tras un sorprendente mensaje del Arcángel Miguel en julio de 1956. Nacida en Oppido Lucano, un pequeño pueblo al pie de la bota italiana cuya población era de menos de 4.000 habitantes, no pensó que desde 1960 viviría en Roma, a casi cuatrocientos kilómetros de distancia. Se mudó allí a la edad de 43 años con su esposo y sus dos hijos.

Quería consagrarse a Dios en la vida religiosa

Aunque Francesca no tenía una educación profesional y se consideraba prácticamente analfabeta, dirigía el negocio familiar en Oppido Lucano junto con su marido. Tanto sus padres como los de Faustino Zotta, su marido, eran ricos: el padre de Francesca era un rico hombre de negocios con sólidos principios morales, que crio bien a sus seis hijos. Aunque no tenían que trabajar, querían tener un trabajo y abrieron un negocio de abarrotes.

Desde pequeña Francesca tenía una profunda relación con Dios; y el Arcángel Miguel hacía parte de su más íntima devoción. Estaba anhelante de dar batalla por amor a Dios junto a su querido Arcángel ingresando como miembro de alguna congregación religiosa, pero escuchó los pedidos de su padre y aceptó el matrimonio para su vida. Faustino demostraría ser un buen esposo y padre, paciente, gentil y creyente; será un gran apoyo en la extraordinaria misión que Francesca recibirá como regalo por su cumpleaños número 39.

Resplandor celestial en la parte trasera de la tienda

Fue el 7 de julio de 1956 cuando comenzaron aquellos sucesos extraordinarios en la vida de Francesca. Estaba en su tienda cuando de repente se sintió obligada a ir hasta la parte trasera del local; esa extraña sensación era tan urgente que caminó rápido hasta esa habitación pequeña y oscura, sin dudarlo. Y allí recibió un regalo de cumpleaños inusual: primero escuchó un fuerte sonido como zumbido, y luego la habitación se iluminó con una poderosa luz blanca, de la que irradiaban rayos luminosos en todos los colores del arco iris. Sin embargo, este no fue el final de las sorpresas: el arcángel Miguel emergió del resplandor celestial.

De su conversación, el mundo sólo conocería por largo tiempo un pequeño fragmento: Francesca relataría, muchos años después, emocionada, que el Arcángel le había dicho que dejara Oppido Lucano y se mudara a Roma, a casi cuatrocientos kilómetros de distancia, algo que la pareja nunca había considerado. El Arcángel Miguel también explicó a Francesca por qué tenía que mudarse: era allí, en Roma, donde debía cumplir la gran misión que Dios mismo le estaba confiando.

Pequeña casa en la gran Roma

El hecho de que esta mujer italiana, firmemente arraigada en su tierra, se tomara en serio el asunto, involucrando en ello a su esposo, habla de lo extraordinaria que fue esa experiencia mística; así cuatro años después Francesca y Faustino se mudaron a una pequeña casa en las afueras de Roma. Fue en agosto de 1960 y el Papa era Juan XXIII, nacido en un pueblo tan pequeño como el de Francesca, pero en el otro extremo de Italia, en la provincia de Bérgamo. La primera casa era básicamente una habitación, por lo que la pareja encontró rápidamente otro hogar para vivir con sus dos hijos.

Y entonces la profecía comenzó a desgranarse. Aunque se llamaba a sí misma "lombriz de tierra" para enfatizar su pequeñez y falta de poder, Francesca comenzó a llevar a cabo paso a paso la misión que Dios le había confiado. Comenzó por familiarizarse con el nuevo barrio; visitó iglesias, conoció gente y se valió de su natural trato afable para dar testimonio de fe. Así, comenzó a ser un punto de referencia espiritual para los demás, comprometiéndose con bondad y cuidado en la ayuda y consejo, para llevar a Cristo, a todas las personas que acudían a ella.

"Todo es gracias al Padre y a la Virgen"

La sencillez, el amor y la ternura de los sabios consuelos de Francesca atrajeron multitudes. En esa casa romana de una pareja de provincias sucedían cosas extraordinarias; el acompañamiento espiritual de esta "mujer sencilla" -esposa y madre que había abandonado su vida bien ordenada a la voz del Arcángel Miguel-, transformó a miles de personas.

Había filas de personas frente a su casa que querían volcar sus dolores, recibir consejos, apoyo espiritual, pedir oraciones solicitando gracias de Dios. Y también no pocos regresaban para agradecer las gracias recibidas por la oración de Francesca. Entonces ella sólo respondía con calma: "Todo es gracias al Padre eterno y a la Virgen de Belvedere".

Las palabras que debió escuchar de Dios y la acompañaron en vida fueron: "¡Siempre estaré contigo, nunca te dejaré!" Y así vivía: siendo una mística modesta, laica, sencilla, que rezaba por el bien y la conversión de miles, madre y esposa, una "lombriz de tierra" en el plan de Dios.

La primera fase de su proceso de beatificación está llegando a su fin. Mirando su vida, no es sorprendente ver las virtudes heroicas de esta "laica fiel y madre de familia" guiada por la voz del Arcángel que le anunció su misión y que aún sigue dando testimonio para llevar las almas a Dios.

Fuente: lancellottifrancesca.com / causesanti.va

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