Monja que tras ser violada en su infancia padeció alcoholismo da testimonio ante miles de jóvenes
Durante la mañana del pasado 17 de noviembre más de veinte mil jóvenes que venían de distintos lugares de Estados Unidos a la Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos, inundaban con sus cantos y algarabía festiva el Lucas Oil Stadium en Indianápolis.
Cuando la hermana Miriam James Heidland comenzó a dirigirse a ellos -informa CNS y otras agencias de noticias-, poco a poco y sin que nadie se los pidiera fueron guardando silencio. Con voz tranquila el relato de la hermana Miriam conmovió a muchos al escuchar que fue agredida sexualmente cuando tenía apenas 11 años de edad. Varios vieron reflejada su propia historia cuando dijo que tras esa violencia comenzó a beber alcohol a los 12 años de edad. Al año siguiente padecería una nueva violación y hacia sus 21 años de edad vivía totalmente alcoholizada, llena de rabia y temores debido al trauma padecido, les confidenció.
Un sacerdote que refleja a Cristo
Cuando más atrapada estaba en esa dinámica autodestructiva, Dios salió a su encuentro, aunque tardó un poco en ver los signos, siguió diciendo Hermana Miriam. De hecho había conocido a ese sacerdote -recordó- cuando tenía 19 años pero puesto que "estaba muy llena de lujuria, muy rota", tardó un par de años en percibirlo como un hombre de Dios: "Me decía verdades, me animaba a salir de donde estaba, como un padre. Él me decía: «Estás siendo llamada para mucho más. ¿Qué haces con tu vida? Sé que quieres más. Tienes un gran destino. ¿Has pensado en decir sí?»"
"Aquel hombre amaba a Cristo, y dejó que Cristo lo transformara hasta el centro de su ser. Y una de las razones por las que estoy aquí delante de ustedes es gracias a esa persona que dijo sí a Cristo. ¿Y con qué frecuencia tú y yo pensamos que no podemos hacer la diferencia? Pero tu sí importa. Tu vida importa. Cuando dices que sí, el mundo cambia", exhortó la religiosa ante la multitud de jóvenes atentos a su vibrante testimonio.
Sanada por el amor de Dios
"Mis padres biológicos -continuó narrando la religiosa- eran estudiantes de secundaria, de 17 años, obviamente no casados. Hasta el día de hoy nunca les he visto su cara. Tengo la profunda intuición de que en un momento dado mi madre pensó en abortar, pero no lo hizo. Y hoy puedo presentarme ante ustedes gracias a que una chica de 17 años aunque asustada, dijo «sí» a la vida y a la niña en su vientre".
Destacando luego que Dios se ofrece siempre, a cada instante, como don de amor, hermana Miriam finalizó su testimonio invitando a creer y compartir este misterio del amor de Dios. Porque amar, dijo, es la razón de Dios. "Dios anhela sanarte porque estás hecho para más. Te mira y te ama. Dios no tiene otro motivo, sino que ustedes compartan Su hermosa vida".