Personajes

Fue abusado en la infancia y por décadas odió lo que sentía. Confía en la "terapia de la esperanza"

Testimonio de un niño, adolescente, joven, hoy adulto, que por décadas resistió el sentir atracción hacia personas de su mismo sexo... hoy busca la paz consigo mismo y su entorno. La valentía de atreverse a ser.
por Redacción 28-11-2013
testigo

“Un falso consenso afirma que la orientación homosexual es siempre, por definición, hermosa, buena y feliz; que sólo hay gays alegres activistas y no persona alguna con incertidumbre e incomodidad”.

Estas palabras de la Doctora Chiara Atzori, extraídas de una entrevista que publicamos hace algunas semanas, son para Alejandro M. (ha pedido anonimato) la verdad de su vida, que en exclusiva comparte para los lectores de Portaluz.

Por la riqueza del relato, que nos envió a través de su terapeuta, la psicóloga chilena Marcela Ferrer, lo presentamos como narración en primera persona, sin adaptación a género periodístico alguno...

El abuso, las carencias, la tortura

“Casi toda mi vida arrastré conflictos y confusiones interiores. Nací en una familia numerosa y muy pobre, supe lo que es el hambre, la soledad y el abuso. Ya no podía más cargar con esto. Era un niño muy pequeñito, no fue culpa mía, mi mente en forma fugaz lo recuerda, no sé cuando empezó, tal vez en la cuna, pero sé que terminó a los 6 años, cuando en mi inocencia presentía que aquellos juegos no eran tan inocentes...

Pasaron los años y en una nueva noche de angustias, como tantas en mi vida, desorientado, sin rumbo y sin esperanzas buscaba en Internet testimonios de quienes habían salido de la homosexualidad. Anhelaba tener pistas y esperanza a mis confusiones. De repente di con aquella página, EPE, “Es Posible la Esperanza”.

Al leer los primeros textos me vi reflejado en cada uno de los párrafos. Supe que la AMS (Atracción hacia el Mismo Sexo) no solo era producto de la horrible experiencia que había vivido, sino que también de un conjunto de situaciones que fueron formando y fortaleciendo la desorientación en mi vida...

El falso niño bueno, el desapego emocional y también la dependencia emocional, la soledad absoluta y devastadora en la cual no se ve horizonte y solo quieres dormir y nunca más despertar. Sí, infinidad de veces me aferré a mi almohada y gritaba de angustia pidiendo morir. Me decía: «Yo no nací así, ¿Por qué debo sentir esto en mi vida?». Llegué a extremos de locura sintiéndome un maldito por haber nacido. Me sentía como lo más bajo del mundo y me castigaba día por día. Hoy sé que todo esto era la droga de mi mente. Necesitaba dañarme e insultarme para sentirme bien; era híper dramatización, tal vez, pero surgía así.”

El engaño

“Mi primera decepción amorosa llegó a los 19 años. Llamé entonces amor a lo que era una dependencia emocional e intoxicado de pastillas fui a parar a urgencias. Pero sólo quería dormir, no suicidarme, nunca fue mi intención, yo creía en Dios y nunca más lo repetí. Con los años llegaron otros dos jóvenes. Los idolatré, les veía perfectos, protectores. Cada palabra que decían para halagarme, en mi mente la adornaba y me decía «¡qué bueno es!»... gracias por estar acá y por quererme, gracias por ser mi amigo.

La verdad es que ellos nunca me quisieron, ni tan siquiera como amigo. Era yo quien construía estas relaciones artificiales. Me sentía pleno arreglándoles su vida, pagándoles sus cuentas y dándoles regalos. Incluso a sus familiares. Si, tal vez lo hacía por conseguir favores sexuales (que nunca se concretaron)... me conformaba y era feliz si me abrazaban, si estaban para llenar en algo la soledad y mi tristeza. Sin embargo -y lo agradezco a Dios-, nunca tuve con ellos relaciones sexuales. Pero hay hechos que me avergüenzan, como mi adicción a Internet, mi proveedor constante de imágenes y conversaciones que fortalecían la “AMS” en mí.

Hoy descubro que mi lucha contra lo que sentía y vivía comenzó cuando tenía seis años. Sin saber nada de nada mis instintos me decían: «esto no es correcto». Pasé años luchando contra Goliat, pero sin las armas adecuadas. Sólo la fuerza natural de un hombre que no acepta un destino que percibía dañino, sin sentido y esclavizador.”

Re-encuentro, camino de liberación

“Pero Dios sanó mis heridas. Sé que estuve muy dañado y veo un milagro real en mí... Tras un año en terapia, mi vida ha dado un cambio total. Me caí, me levanté y seguí adelante. Recuerdo que hace un año, la sexualidad para mí era algo casi prohibido; sucio, tal vez excitante, pero sucio y al final dañino. Hoy la vivo como natural, complementaria, pura.

Llegué donde Marcela, mi terapeuta, con llantos de tristeza y ahora, en mi última consulta, lloré de emoción sabiendo y sintiendo que la vida me da la posibilidad real de ser padre. Hace un año esto era inviable, pero recorrí desde el origen mis conflictos. Si bien el abuso y daño sexual que sufrí fue grande, no fue la única causa para que la AMS se hiciera parte de mi vida... también lo fueron el desapego a mi padre, la ausencia de imagen masculina; mi propio niño interior, terco e introvertido que puso su cuota. Demoré más de 35 años en salir de ese mundo de tinieblas y hoy percibo las cosas diferentes.

Esta semana ha sido genial. Conocí a una mujer, me siento completo con ella, en paz... debo reconocer que pasé muy rápidamente de niño a hombre, pero me siento realizado, completo y en paz. Sólo le ruego a Dios me dé el tiempo suficiente para reordenar mi vida. Me he reencontrado y veo una pequeña luz en el horizonte. Doy gracias a Dios y a EPE por ayudarme a salir del laberinto en que me moví desde que era un niño.

La AMS ha retrocedido mucho, no digo que ya desapareció, por no subestimar a un enemigo como es la AMS. Pero en el nombre de mi Dios quiero decirlo: ¡La AMS se acaba en mi vida! Está agonizando, está muriendo y yo estoy empezando a vivir. Gracias a mis compañeros que me apoyan, gracias a Marcela, mi terapeuta; me siento feliz, me siento libre... le entrego a mi Dios mis avances y que nunca me suelte de su mano.”

Al concluir transcribimos otra de las afirmaciones, atingente a la historia de Alejandro M., de la doctora Chiara Atzori, cuya entrevista publicada en Portaluz referimos:

“La terapia reparativa no se propone a los gays, que por definición son homosexuales felices y satisfechos con su condición. Ésta nació para un tipo diferente de personas: los que experimentan en sí mismos una orientación homosexual no deseada, que viven con el malestar y la incertidumbre”.