Fouad, víctima de un atentado terrorista: "El deseo de venganza me perseguía"
Nació en un hermoso pueblo de montaña, en Líbano. Pero con 9 años de edad se vio forzado a dejar junto a sus padres ese pueblo, tras sobrevivir la matanza que grupos seculares y musulmanes perpetraron cuando estaban en la iglesia. Era la guerra civil libanesa que le mostraba su rostro de muerte... “Ese día, perdí a mi abuelo y muchos parientes. Con mi familia nos establecimos en Beirut”. Allí debió acostumbrase a crecer en medio del ruido de las bombas y el sonido de armas de fuego. Tras terminar la escuela, Fouad ingresó a la universidad, sería un cirujano oftalmólogo. “Un día, mientras me preparaba para ir a la universidad, un coche bomba explotó frente a nuestra casa. Casi me muero. No podía ver. Mis padres me enviaron entonces a Suiza para una intervención que era mi gran oportunidad. Así lo creí. Me operaron y al día siguiente, el cirujano me dijo que nada había cambiado: Jamás volvería a ver”. Estaba solo, en un país extranjero y este amargo giro en su vida, el fracaso en los resultados de la intervención quirúrgica, fue para el joven como una segunda bomba... Su convulsión interior era casi insoportable. “Sólo ??una pregunta me obsesionaba: «¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué esta injusticia? ¿Por qué Dios, el Todopoderoso, lo ha permitido?» Afortunadamente después de un tiempo, mi estado alterado disminuyó un poco y fui aceptando mi nueva vida, ciego. Fui a un centro de rehabilitación y rápidamente aprendí a leer, escribir en Braille, a caminar solo en la calle. Necesitaba tener la mayor autonomía posible, con este nuevo estado que ahora era parte de mí”. Después de un período en adaptación e integración, Fouad ingresó a la Universidad de Lyon. En ese momento quienes le conocían pensaban que todo le iba bien... era el mejor alumno de su promoción, tenía muchos amigos, y parecía tener bajo control su discapacidad. “Pero en el fondo, algo faltaba. Estaba triste. No entendía por qué no podía ser feliz. Reflexioné, medité, oré, hasta comprender con toda claridad que debía perdonar a mi agresor. Era la clave para mi felicidad”. El perdón desde el alma