Ferran fue ateo hasta que experimentó el amor de Cristo en Merdjugorje, pudiendo enfrentar el cáncer aferrado a Dios
En su libro testimonial “Amado hasta el Extremo” Ferran España Cucarella desnuda su experiencia de lucha, de fe y de unión con Cristo. Nació y creció en una familia y entorno católico. Pero confiesa que “no creía en nada, ni de niño ni de joven”. Pronto se dejaría arrastrar del todo por la mundanidad y los falsos dioses que se nos ofrecen hoy como fórmula de felicidad.
Cuando tenía 18 años, la separación de sus padres le destrozó. Experimentó en primera persona el impacto de la destrucción de la familia y la huella que esa ruptura deja en las personas. Pero encontró un salvavidas donde menos lo esperaba: “la Iglesia me tendió la mano”, testimonia. Así, empezó a conocer a esta madre que lo acogía y “poco a poco, mi corazón iba descubriendo cosas con las que me encontraba feliz”, sincera Ferran.
Con Clara, la que sería su novia y luego esposa, el itinerario se fue dibujando aún con más precisión. Su relación también iría creciendo al alero de la Iglesia. Llevaban un tiempo casados cuando surgió una imprevista peregrinación a Medjugorje. Aquel viaje marcaría un punto de inflexión en la vida de Ferran y su familia. Allí haría una petición que, poco tiempo después, descubriría que le fue concedida. Ese hecho extraordinario sucedería en medio de la enfermedad. Porque solo un mes después de aquella peregrinación, a Ferran le diagnosticaron un cáncer linfático.
“Vivir la enfermedad con Dios no es lo mismo que vivirla sin Dios”, dice; y Ferran no solo ha descubierto esto, sino que se reconoce “amado hasta el extremo” desde el momento que aprendió a abrazar la Cruz, ofreciendo la enfermedad, creciendo en oración de agradecimiento, a pesar del sufrimiento durante las sesiones de quimioterapia o en la posterior recuperación.
Es normal que cueste entender esto, pero Ferran considera que lo que él ha podido experimentar a través del cáncer es un don, un regalo que se ha sentido llamado a compartir. Como él bien dice, “Dios y la Virgen sabrán a qué corazones debe llegar este testimonio”. Relato que Mater Mundi presenta en el siguiente video...