Empresario, agnóstico y adúltero, revela su impactante experiencia con el demonio
Desde hace un par de años Portaluz tenía información del empresario Pablo de Torreones, quien por largo tiempo estuvo poseído por el demonio y cuya dramática historia narra en su libro testimonial, éxito de ventas: “Desde el infierno de Ulises al cielo de Pablo”.
Ese rasgo de personalidad, fue el que le permitió seguramente a este Ingeniero conquistar el éxito en los negocios. Pero también -confidencia- tenía el corazón duro... cegado por el agnosticismo, y un pecado reiterado: la infidelidad.
Hombre fuerte en la actividad empresarial y en su familia, si alguien le hubiese hablado de Dios o más aún del demonio, se habría “reído o burlado”, reconoce... Aunque en aquellos años Pablo no tenía buen dormir e ingería una buena dosis diaria de fármacos para tratar una depresión diagnosticada, estados de angustia, síndrome de piernas inquietas, artrosis y reiterados dolores de cabeza y en la espalda.
Ignorante espiritual, señala, desconocía que aquellos males eran también los síntomas de una verdad trascendente: “Dios y el Demonio luchaban por conquistar el corazón de un hombre”, el suyo. Su agnosticismo y fragilidad moral le impedían “ver esta verdad”. Destaca Pablo que precisamente escribió su libro y ha concedido esta entrevista a Portaluz “impulsado por Dios”, pensando en los millones de mujeres y hombres que pudieren estar ciegos como alguna vez lo estuvo él...
Tengo todos los sacramentos... fui bautizado, hice la Primera Comunión, hice la Confirmación, pero no estuve abierto a un encuentro con el Señor. No conocí a Dios sino hasta que él vino a mí la madrugada del día 23 de marzo de 2008 cuando su misericordia se manifestó sensiblemente liberándome del demonio que me poseía.¿Qué aspectos de su vida cree facilitaron esa posesión demoníaca?
Sin duda el pecado. El demonio a uno lo tienta a pecar. Cuando uno es reiterativo en el pecado-y esto lo dicen algunos exorcistas como el fallecido padre Amorth-, el demonio puede poseerlo. Creo que ese fue mi caso.¿Cuál era su pecado?
La infidelidad, el adulterio.Tras haber sido liberado de una posesión demoníaca por acción directa de la misericordia de Dios -según narra en el libro-, seguramente cambió su percepción y conducta respecto de los demonios.
Antes no creía en la existencia del demonio y si alguien me lo hubiera mencionado me habría reído o burlado. Hoy, no solo estoy seguro que el demonio existe sino además tengo la convicción que su objetivo es separarnos de Dios y llevarnos al infierno.A la luz de su experiencia espiritual, ¿cuáles cree son hoy las principales conquistas del demonio? ¿Dónde y cómo podemos identificar su presencia, su acción evidente?
La gran conquista del demonio es pasar desapercibido, que nadie crea en su existencia. Jesús nos enseña: “El que no está conmigo, está contra mí”. Estas palabras de Jesús se aplican a todos los hombres. Servimos a Dios o al demonio, aunque no nos demos cuenta. No hay alternativa intermedia. Dios nos ofrece la pureza, el diablo predica la fornicación. Dios nos ofrece la paz y la vida, el diablo la discordia y la muerte. Así, las huellas del demonio las encontramos en los divorcios, el adulterio, los suicidios, los asesinatos, el aborto, la ideología de género, las guerras, la tortura, la pornografía, el tráfico sexual, las drogas, la actividad homosexual o lésbica, etcétera.A partir de ciertas experiencias que describe con detalle en su libro, se concluye que el demonio es un enemigo del matrimonio y la familia...
El demonio quiere destruir el plan de Dios, por eso ataca la familia. Hay una profecía de Sor Lucía la vidente de Fátima que dice que la batalla final entre Dios y El Diablo tendrá como campo de batalla el matrimonio y la familia. Hoy, esto está en su apogeo.¿Cuál ha de ser la actitud espiritual y práctica del creyente en relación al demonio?
Lo primero es tomar conciencia que el demonio existe, es nuestro enemigo y nos quiere destruir. Pero no hay que temer, pues aunque el demonio es un ser espiritual superior a nosotros, Jesús ya los venció en la Cruz. Por tanto debemos buscar a Dios, pues sólo en Él estamos a salvo de todo ataque. Hay que llevar entonces una vida sacramental, leer y vivir su palabra, mucha oración, recurrir a los santos y a los ángeles, usar sacramentales. También la caridad ayuda. Recomiendo a los lectores que lean Efesios 6,10. En mi libro encontrarán varias enseñanzas que testimonio sobre el cómo defenderse y combatir al demonio. En lugar de estar viendo televisión, en lugar de estar metido en la Internet, en lugar de estar metido en las redes sociales, ¡recen, recen!, ¡adoren a Dios!¿Todo creyente debería plantearse su vida espiritual como una batalla contra el demonio?
Lo creamos o no, nos guste o no, estamos en una batalla espiritual. El mal tiene una causa primera, Lucifer y los demonios. Seres espirituales, reales, insertos en la historia de todo ser humano, de todo tiempo y lugar. Engañan, seducen, alientan al mal; presentando incluso como bien aquello que destruye la bondad y pureza, que es propia del alma humana al ser hijos de Dios.
El origen del mal es el demonio, así como también del infierno. Dios nos dio el libre albedrío. Esta cualidad nos lleva a tomar decisiones: algunas apuntan al bien (Dios) y otras al mal (Demonio). No tener conciencia que el diablo está detrás del mal es dejarle la puerta abierta para que entre en nuestra casa.¿No es más sabio acaso poner el foco en identificarse con Cristo que andar fijando la mente y el día a día en los demonios y sus ataques?
Nuestro foco debe ser Cristo. Sin embargo, el mismo Cristo reveló la existencia del demonio y lo combatió. Si lo hizo es por algo. Olvidarse del demonio, no combatirle o tenerle miedo es desconocer las enseñanzas de Cristo.Al respecto de lo anterior, ¿Qué novedad nos enseña su experiencia en el libro “Desde el infierno de Ulises al cielo de Pablo?
El lector podrá conocer en detalle cómo trabaja el demonio y qué hacer para defenderse. Lo que he vivido creo será muy valioso para los matrimonios. Les permitirá descubrir a ese ser que los quiere separar y el por qué sin la presencia de Dios, es difícil que el matrimonio subsista.
El libro contiene abundantes referencias a la Sagrada Escritura, el Magisterio de la Iglesia sobre el tema y argumentos de expertos en la materia; como además los mejores testimonios que en la historia de la Iglesia y de tiempos recientes, denuncian al Enemigo de Dios. Así el lector podrá descubrir las innumerables estrategias que el Mal utiliza para seducir, tal como lo viví... Porque el demonio puede atacar en nuestras emociones, recuerdos y sugerir ideas. Pensamientos que suponemos son nuestros ¡no lo son!, llevándonos al error. Ataca nuestro sentido común. También puede enfermar y causar dolores corporales diversos para los que el médico no encuentra la causa. Asimismo depresión, angustias y ansiedad. Los demonios pueden impulsar ideas de suicidio, como también a separarnos de nuestra familia, de la Iglesia, de la fe. Todo lo anterior lo viví y tengo la plena convicción que venía del demonio. Un sacerdote que me conoció antes y después de los hechos extraordinarios que viví, habla en el libro al respecto. También un psiquiatra da su juicio sobre ello.La mayoría de las personas agnósticas, siendo exitosas en sus trabajos, divorciadas o casados(as) infieles, difícilmente creerán lo que usted narra en su libro sobre la acción del demonio y la intervención extraordinaria de Dios, precisamente por ser agnósticas y porque hoy la sociedad laicista no les cuestiona mayormente. ¿Qué hacer para ayudarles a que -siguiendo su línea de estilo narrativo- no sean fagocitados por el demonio?
Lo primero es rezar por ellos. Por todos los que se están perdiendo, por todos los que no conocen al Señor. Lo segundo, ¿qué mensaje darles? Bueno, testimoniarles que el éxito sin Dios es peligroso. Sin el Señor se pavimenta ¡un camino para irse al infierno! Al Señor no le gusta la soberbia. Al contrario, él es Señor de la Humildad, pues sin Él no podemos construir nada. El hombre que no encuentra a Dios en esta vida es un fracasado. Aquí estamos para encontrar y amar a Dios y como consecuencia amar a nuestro próximo. Por tanto, recomiendo leer el libro “Desde el infierno de Ulises al cielo de Pablo” a católicos, personas de otros credos religiosos, como también agnósticos y ateos.