Actor Shia LaBeouf afirma que su ego agnóstico fue remecido por Dios tras aceptar interpretar a Padre Pío
Después de una juventud exitosa con “Transformers”, una historia de escándalos por denuncias de abusos, actos de violencia que habría ejercido contra algunas de sus exnovias, arrestos y adicción al alcohol demolieron al conocido actor Shia LaBeouf al punto de tener ideaciones suicidas.
Así lo confidencia al obispo Robert Barron durante una extensa entrevista de casi 90 minutos difundida por el Canal de YouTube Word on Fire Catholic Ministries. “Tenía un arma sobre la mesa. Estaba fuera de este mundo... Ya no quería estar vivo cuando sucedió todo esto. Sentía una vergüenza que nunca había experimentado, el tipo de vergüenza que te hace olvidar, incluso, cómo respirar. No sabes a dónde ir. No puedes salir. Pero también sentía este profundo deseo de aguantar. ... Cuando todas mis estrategias para tener el control de mi vida, cuando todos mis planes se fueron por la ventana; cuando mi vida condujo a infligir dolor y daños graves a otras personas, levanté las manos y dije: «Mis planes son basura». Ya no quiero estar aquí”, reconoce.
Fue en este momento de crisis extrema que el director de cine Abel Ferrara le ofreció encarnar a Padre Pío, el santo italiano de los estigmas. Shia se aferró a esta propuesta como si fuese un salvavidas en medio de la tormenta. Esa propuesta, que él considera “un milagro”, traía aparejada una condición: para meterse en la piel del personaje, debía pasar una temporada en un convento franciscano, en Italia. Aunque su fuero interno agnóstico y oscuro refunfuñaba aceptó, pues no tenía alternativa. En muchas formas llego al convento tras las huellas de Padre Pío como un derrotado. “No buscaba a Dios, me buscaba a mí y levantar mi carrera. Era el último tren, no tenía a dónde ir. Nada me habría impulsado a irme allí si no hubiese pensado que tenía que salvar mi carrera”.
No lo sabía al comienzo, pero luego comprendió que era Dios viniendo a remecerlo, dice Shia. “Lo siento como si se hubiese tratado de matemáticas celestiales. Se siente demasiado coincidente para ser una coincidencia”.
En el monasterio, Shia dice que entró en contacto con la oración, el rosario y la Eucaristía, lo que en definitiva tocó su alma. “Ahora sé que Dios estaba usando mi ego para atraerme hacia él, y para alejarme de los deseos mundanos. Los dos hechos estaban sucediendo simultáneamente”.
Tras su paso por el convento conoció de san Agustín y santa Mónica. “Todo empezaba a encajar ... Ver a otras personas que pecaron más allá de lo que yo podía imaginar y que habían encontrado a Cristo. Eso me dio esperanza”, finaliza.