Opinión

Sobre cómo se eligen y remueven los obispos

Sobre cómo se eligen y remueven los obispos

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En algunas regiones de la Iglesia, se exige como un derecho que las comunidades locales sean tomadas más en cuenta para elegir a sus obispos, o para quitarlos. Así se hizo en algunos casos de la historia remota. Sin embargo, la experiencia secular de la Iglesia, con la asistencia del Espíritu Santo, ha legislado la forma de proceder en la selección de candidatos al episcopado, o en su remoción, tomando en cuenta al Pueblo de Dios, pero no en forma democrática, con mítines y propagandas, con presiones y manipuleos interesados, sino con consultas muy reservadas, protegidas por el secreto pontificio.

¿Cómo se procede para elegir a un obispo para una diócesis o arquidiócesis? Cuando una diócesis queda vacante, por la muerte de su obispo, o porque se le acepta la renuncia por edad o por otros motivos, o cuando se va a elegir a un obispo auxiliar, el Nuncio Apostólico de cada país inicia una amplia consulta no sólo a obispos y cardenales, sino también a sacerdotes, religiosas y laicos. Se nos piden 30 nombres a quienes consultar, para pedirles que propongan libremente candidatos de la propia diócesis o de otro lugar, o para preguntarles en concreto sobre un candidato que se haya propuesto; se insiste en que las personas consultadas no sean sólo sus afines, sino que lo conozcan bien e informen con verdad y libertad. Hace muchos años, propuse a un sacerdote para otra diócesis, pero en la consulta informaron que tenía un hijo. Ya no se le nombró obispo. Esto nadie lo sabe, porque son consultas muy reservadas.

No faltan sacerdotes que desean ser obispos, porque no saben lo que piden. Por ello decía el Papa Juan Pablo II: “Volentibus, nolumus”; es decir, a los que desean ser obispos, los rechazamos. Si alguien se hace campaña, eso mismo lo descalifica. Por otro lado, un alto porcentaje de candidatos, no aceptan, porque no se consideran aptos para esta encomienda. Cuando el 31 de enero de 1991, Mons. Prigione, Delegado Apostólico en aquel tiempo, porque aún no era Nuncio, me llamó a la Nunciatura y me dijo que el Papa Juan Pablo II me solicitaba ir como obispo a Tapachula, le pedí tiempo para ir a hacer oración en el Sagrario. Después de un buen rato, regresé y le dije que no encontraba motivos graves para no aceptar y que mis padres y formadores me habían enseñado a estar disponible para los servicios que se me solicitaran; el 7 de febrero siguiente se informó oficialmente de mi nombramiento para esa diócesis. No es que yo me considerara apto, sino sólo disponible para servir. Dios ha sido extremadamente generoso conmigo. ¡Bendito sea!En cambio, cuando, el 12 de enero de 2000, el mismo Papa me solicitó dejar Tapachula e ir a San Cristóbal de Las Casas, como sucesor de Mons. Samuel Ruiz, me resistí de varias formas, porque no me consideraba idóneo para esa diócesis, aunque siempre manifesté mi disposición de ir a donde se me solicitara. El 31 de marzo siguiente, se hizo público mi traslado para allá.

Discernir

Jesús a nadie consultó para elegir a sus doce apóstoles, en particular a Pedro, sino sólo pasó largo tiempo en oración con su Padre, asistido siempre por el Espíritu Santo. Los eligió libremente, y aunque mucho le fallaron, los fue educando para la tarea que les confiaba: continuar su propia misión.

Actuar

Pidamos al Espíritu Santo que ilumine a su Iglesia para el modo más adecuado de proceder, tanto en la selección de candidatos al episcopado, como en su remoción de una diócesis. Y si a alguien de ustedes le consultan en estos casos, aporte su palabra con libertad y con toda verdad.

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