Opinión

Protestas desiguales

por P. Fernando Pascual 08-12-2025
Imagen gentileza de Dylan Shaw. Unsplash

Matan a miles de cristianos en un rincón del planeta. La prensa "importante" no ofrece muchos detalles, ni estallan protestas de grupos que suelen presumir de defender los derechos humanos.

Matan a un civil en una acción policial. La prensa "importante" cubre con amplitud el hecho, incluso con acusaciones sobre el exceso de poder de la policía. Pronto estallan protestan nacionales (a veces también internacionales) sobre ese "abuso".

No es correcto exigir que todos defiendan a todos. Un defensor de los derechos del niño por nacer no tiene que estar, al mismo tiempo, ocupado en campañas a favor de la limpieza en los hospitales.

Pero resulta extraño, en temas más o menos afines (la vida y la muerte de personas concretas), cómo algunos que defienden firmemente a unos luego guardan un extraño silencio sobre otros, especialmente cuando se defiende a grupos pequeños y se omite cualquier acción a favor de grupos grandes.

Las protestas desiguales, por desgracia, surgen porque existen ideologías y prejuicios que llevan a "activistas" a levantar protestas enormes contra ciertas injusticias, y a pasar casi de puntillas ante otras.

Esas ideologías y prejuicios llevan a pensar que hay víctimas de primera clase (las defendidas, incluso con violencia, por ciertos activistas que se declaran paradójicamente defensores de la paz), y víctimas de segunda clase, que pasan desapercibidas, con una indiferencia que solo puede explicarse por cierta ceguera ideológica.

El mundo sufre de enormes injusticias. No podemos protestar por todas. Pero es extraño que se generen campañas internacionales ante la muerte de unos cientos de personas, mientras se guarda un silencio cómplice cuando en otro lugar son asesinadas miles y miles de personas.

Frente a las protestas desiguales, quienes de verdad buscan defender la justicia, sabrán levantar su voz por todas las víctimas, sean de una religión o de otra (o sin religión), vivan lejos o cerca, tengan una u otra nacionalidad.

No hay víctimas de segunda clase. No podemos vivir como cómplices que callan ante crímenes sobre inocentes de un grupo porque nos interesa más defender a otro grupo.

Necesitamos superar la lógica que lleva a protestas desiguales, para abrir la mente y el corazón a todos, para promover la condena de cualquier crimen, para tutelar eficazmente a quienes más necesitan de ayuda eficaz para salvar sus vidas y sus derechos fundamentales.