Hay personas configuradas por la prensa. En ella encuentran los temas para sus conversaciones, la fuente de numerosas reflexiones personales, el origen de sus esperanzas o sus miedos.
Creen en lo que se dice sobre la guerra, aunque en ocasiones bastaría un poco de espíritu crítico para reconocer que solo se informa sobre "lo bueno" de unos y "lo malo" de los otros.
Ríen ante el último desliz del presidente, aunque nunca sepan el contexto ni los argumentos importantes sobre los que habló unos minutos antes.
Opinan sobre la agresividad de los adolescentes que acaban de hacer la enésima gamberrada, aunque no sepan nada de tantos otros adolescentes que empiezan a trabajar como voluntarios en diversas formas de servicio social.
Se preocupan por el aumento de casos de una epidemia, aunque no escuchen lo que expertos realmente competentes explican sobre su mayor o menor peligrosidad.
Piensan, porque lo han leído en la prensa escrita o televisiva, que en la Edad Media la gente cometía atropellos graves contra inocentes, pero no son capaces de saber cuántos abortos al año se producen en su país.
De estas y de otras muchas maneras, miles de seres humanos viven configurados por la prensa, que les dice sobre qué temas hablar, quiénes tendrían razón, qué peligros nos amenazan, y cómo encontrar la fórmula de la felicidad sin esfuerzo.
Pero no se dan cuenta de que "la prensa" está en manos de grandes agencias que producen y orientan ideológicamente los asuntos que serán noticia, y que acallan aquello que desean ocultar a la gente.
Es cierto que existen modos alternativos para llegar a otras informaciones y a otros puntos de vista, pero la mayoría de los "blogs" y similares, al final, están también enjaulados en la noticia del último escándalo de un futbolista o de la última aventura de un cantante desorientado.
La vida humana es demasiado importante como para dejar que otros plasmen, a veces con un martilleo adoctrinador, nuestros pensamientos; pensamientos que, si se desarrollan sin formateos externos, promoverían en nosotros un verdadero espíritu abierto y una sana crítica ante el mundo en el que vivimos.
Por eso, necesitamos tomar distancia respecto de los temas que los medios informativos imponen una y otra vez, para empezar a descubrir cómo viven los vecinos de un barrio en dificultad, qué tratamientos reciben los enfermos en hospitales públicos y privados, y cómo promover la defensa de la vida de los hijos antes de nacer.
La lista de temas importantes podría ser infinita, porque vivimos en un mundo complejo. Pero vale la pena un esfuerzo por romper jaulas impuestas por cierta prensa manipuladora, para tener mentes abiertas y ojos atentos a temas que afectan a la vida y a la dignidad de millones de seres humanos.