Vivimos en un mundo incierto, porque el hombre ha preferido tomar el rumbo incierto de creerse autosuficiente, independiente, sin necesidad de Dios, ha preferido ser faro para sí mismo y brújula de sus propios pasos, en su actuar, ha dejado de lado al único que le puede dar la seguridad y la certeza en su caminar, DIOS. Ha roto con la armonía de la naturaleza, se ha empeñado en darle valor a las cosas que pasan y que son como oropeles, que brillan sin tener ningún valor ni sentido de trascendencia.
- Vivir con Dios es vivir anclados a seguridades eternas, es vivir con justicia, lealtad, sinceridad y paz, es escoger el camino del bien, donde está Dios ahí está todo esto.
- Vivir con Dios es vivir con los criterios sobrenaturales, trascendentes, apoyándonos no en seguridades humanas que son caducas, insuficientes, pasajeras y superficiales.
- Vivir con Dios es abrirse a lo infinito y no perder el horizonte de lo Bueno, Bello y Verdadero.
- Vivir con Dios es vivir con Esperanza, es mantener viva, clara la visión de la Vida Eterna, cuando tengo la seguridad y la claridad de mi futuro, mi presente se convierte en un presente cierto, seguro.
- Vivir con Dios es creer que siempre hay una solución ante los problemas y pensar que yo no estoy solo nunca, que Dios está conmigo y me ayudará siempre a solucionarlo y a darme fuerzas para superar cualquier contratiempo, dificultad o sufrimiento.
- Vivir con Dios es ver al hombre sereno, alegre, paciente en su soledad, siempre alegre y jamás enojado con la vida, para él no existe jamás el vacío de su existencia, no tiene ira, ni resentimientos, busca llenarse con una felicidad profunda, auténtica y no pasajera ni superficial, nunca está triste, desanimado, angustiado.