Amor mío. Nuestra historia de amor está lejos de ser un cuento de hadas. Quizás de tanta realidad junta termine pareciendo un cuento.
Nuestro primer encuentro fue tan accidentado. El segundo encuentro siguió siendo accidentado. El tercero no tanto. En el cuarto encuentro me fui a vivir con vos, con un bolsito -eran todas mis pertenencias- y un susto que ni te cuento. Yo tenía diecinueve y vos veintinueve. Recuerdo que era una noche de abril, y una llovizna gris espesaba el aire.
Amor mío. Los primeros años no fueron fáciles. En realidad cuándo fue fácil para nosotros. ¿Será fácil para alguien? Recuerdo que vivíamos al día de ayer, con dos pilchas y un montón de sueños. Y solos. Siempre solos, más solos que la soledad misma. Hubo épocas del repollo. Épocas de las papas y épocas…
A los tres años de vivir juntos quedé embarazada. Ahí por cuestiones de la Providencia, vino algunas veces a vernos el Cura Damián, que curazo el Damián -ahora es un Obispo que sigue siendo cura-,y entre mate y mate, -nunca alcanzaba la yerba- nos peguntó si nos queríamos casar. Quizás fue la sorpresa, quizás la maña del cura para preguntar, pero vos dijiste que sí y yo obvio que quería. Nos casamos un veintinueve de enero, hacía cuarenta grados a la sombra, en el templo se derretían hasta las velas. Y nos casamos con anillos prestados -que nos entraron medio a presión y después nos tuvimos que sacar con mucho jabón- . No teníamos ni para pagar el taxi que nos llevó hasta la Parroquia.
A los meses nació Gino. Fue una bendición impensada que llenó la casa y la vida. Y ahí empezamos, y sin darnos cuenta en tres años teníamos tres hijos. Lo único que teníamos era amor, amor para darles, lo demás se lo dejábamos a la Divina Providencia. A veces pienso que la Divina Providencia debe estar queriendo tomar vacaciones con nosotros y si fuera posible permanentes.
Amor mío. Me fueron años entender y permitirme amarte. Me fueron años entender cuanto me has amado y cuanto me amas. Cuando las personas entramos en el abismo, después si salimos nos llevamos una parte del abismo en los huesos, en la piel, en el alma. Lo que hace el dolor, es dejar grietas que cierran despacio, paso a paso, y algunas quizás quedan un poco abiertas y de vez en cuando sangran: miedo, sufrires, pesares.
Recuerdo cuando nos llevabas a misa, y los chicos no querían bajarse, entonces con tu dosis de humor decías "chicos mamá le va a poner onda y cantar despacio". Yo me enojaba mucho pero en el fondo era así, siempre me sentí soprano con una voz que rompe los vidrios. Recuerdo esa vez que te pedí me acompañaras a probarme al coro. A sabiendas que lo mío era tremendo me acompañaste silbando bajito y te acomodaste en la última silla a esperar la triste confirmación que siempre supiste, "canto como cocino".
Hoy después de 25 años juntos, día a día con miles de crisis encima, miles. Con todas las dificultades posibles a las cuales les pusimos el pecho, el hombro, la espalda, me pregunto ¿Qué es el amor?
Y quizás el amor es esto, seguir eligiéndonos en medio de la multitud cada día. Seguir riéndonos de los defectos del otro y los propios , vos que para cada paso le pedís permiso a toda la Vía Galáctica -y a veces ni así lo das- y yo que soy impredecible y me levanto a la mañana con cosas como: "Vamos a lograr que en cada país del mundo hayan al menos dos casas refugio para víctimas de trata", me levanto con la idea y salgo a ver como se concreta y vos te acomodás en la compu y me decís -sin protestar- ¿a quién le dirijo las cientos de cartas que vamos a hacer?
¿Qué es el amor? Quizás el amor sea esto de sorprendernos, de querernos en medio de todas las tormentas juntas, de reírnos de las cosas que nos pasan, hasta a veces de lo trágico. De compartir las cosas y apoyarnos, de sostenernos y llorar juntos. De emocionarnos en lo pequeño, cada día.
A Dios eternamente agradecida por cruzarte en mi camino y a la Virgen el milagro de encontrarte. Hasta que la muerte nos separe, bueno, un tiempo... después allá arriba te busco o te espero.