La Santa Misa en la clínica de abortos que lo cambió todo
Los miembros británicos de '40 días por la Vida' rezan de rodillas en Londres tal como vemos en la fotografía. Los miembros de 'Un Rosario por Chile', cientos, en el país sudamericano más austral del mundo, se coordinan por WhatsApp a las 19 horas, para su “Rosario por la Vida”.
No son masas que hagan saltar el corazón de políticos que desearan sus votos, no ofrecen cuñas de corta vida a los sicarios de la comunicación, tampoco se plantean reaccionarios contra el sistema destruyéndolo todo a su paso.
Por el contrario... desde Londres a Chile, desde Australia a Estados Unidos, una misma opción para defender la vida e invitar a la conversión: Oración (en particular el rezo del rosario), ofrecer sacrificios y Eucaristía son sus “armas” para defender la vida, para amar en definitiva. Y tienen éxito, perdurable en el tiempo.
He aquí el testimonio del periodista K.V. Turley, publicado por Catholic World Report quien pudo comprobarlo...
Temprano una mañana de domingo, después de haber pasado por las calles silenciosas de Londres, llegué a una plaza desierta llena de sol. El edificio que estaba buscando quedó a la vista. Su estructura era imponente, estaba vacío, abandonado, con un gran signo advirtiendo "Do Not Enter". No había nada para sugerir lo que fue alguna vez; tampoco evidencias de lo había ocurrido aquí. Y, sin embargo, hace tres años este rincón de Londres fue el escenario de una batalla, aunque invisible, entre las fuerzas de este mundo y las de otro, y con un resultado totalmente inesperado.
La historia que está a punto de leer mantiene, por razones legales, anónimos algunos personajes. Las fechas son las reales; también el lugar; los nombres de quienes "lucharon", por ahora debo silenciarlos.
Luego grupos diametralmente opuestos a quien los defensores de la vida representan tomaron nota. A su debido tiempo, comenzaron a mostrarse: parecía sólo curiosidad al principio, pero pronto expresaron su enojo, con insultos y orquestando el descrédito. Circulaban comentarios de lo que estaba sucediendo en la plaza, azuzados por la aparición de artículos en los periódicos que criticaban estas vigilias que ocurrían en las calles británicas y que fuera de una clínica de abortos era percibido como particularmente provocativo.
“Dios te Salve María...” se escuchaba como única respuesta, en un susurro que se elevaba, poderoso, por sobre todo otro sonido.
Y entonces la ira se volvió furia. Ya no lanzaban sólo insultos, sino orina y excrementos, enervando su discurso hasta lo blasfemo. Tal como era de esperar, los símbolos satánicos comenzaron a aparecer en los muros de las calles cercanas. El asalto físico no se haría esperar, como bizarra expresión. Sin errar, cual pilotos kamikaze de los últimos días, una panda de ciclistas regularmente se precipitaban sobre la vigilia de oración, apisonando la bandera y a quienes rezaban a su alrededor.
Más policías llegaron. La vigilia, vista por los medios de comunicación como la fuente de los disturbios, alimentaba debates y era denostada en la radio nacional. Sin embargo, ante el rostro de esta acción de odio, las velas seguían ardiendo en la plaza y los que habían venido a dar testimonio se mantuvieron firmes.Maravillas sucedieron. Una joven mujer pasó junto a la vigilia y subió los escalones para ingresar en el centro de abortos. Pero se detuvo, giró sobre sí, se sentó y, tomándose la cabeza entre las manos, se puso a llorar. Luego hablaría con quienes rezaban... para descender de aquellos escalones y nunca subirlos de nuevo. Otras mujeres jóvenes comenzaron también a pedir conversar con quienes estaban en la vigilia. Algunas regresaron de vuelta por donde habían venido; otras fueron enviadas a un centro cercano de asesoramiento en embarazo complejo ( Good Counsel Network ), donde recibieron ayuda social, psico-emocional y espiritual en su nueva vida de bienvenida al mundo. No es impensable que algún día algunos de estos niños salvados de la muerte pasen por esa misma plaza, tal vez inconsciente del drama que allí ocurrió, donde su propia existencia estuvo en juego.Esta acción de amor supremo por la vida humana pasó a través del viento y la lluvia, la desaprobación oficial y el escarnio público. Entonces la Pascua llegó, y con ella la vigilia cesó.
Sin embargo, se fueron sólo para volver la siguiente Cuaresma, para encontrarse con más de lo mismo. Mofándose y burlándose, la oposición fue implacable, pero también lo era el goteo de las mujeres embarazadas que "dio la vuelta". Y así, con cada día que pasó, la vigilia oró más intensamente que nunca; una súplica dirigida al edificio de enfrente, por los corazones y las mentes de quienes asesinaban vidas allí, y por aquellas que se acercaron a sus "salas de consulta."En la Cuaresma de 2013, cerca del final de la vigilia de ese año, una de las trabajadoras surgió del interior de la clínica de abortos y se acercó a quienes rezaban. Aquellos que estaban de rodillas esperaron por los insultos. No ocurrió así. En cambio, la mujer hizo una pausa, y luego, mirando a la cara a los de delante de ella, dijo: "Tus oraciones están trabajando. Las chicas no están haciendo citas". Luego, se volvió y se alejó.
Más tarde, ese mismo año, los abortos cesaron en esa instalación. Poco después, todo el lugar fue cerrado. Entonces, el pequeño grupo que había estado presente enrolló su bandera y en forma anónima, tal como habían llegado, en silencio, se fueron.
Pero eso no iba a ser el final, no del todo. Algo aún más notable iba a suceder.
Durante el apogeo de la manifestación en contra, uno de los gritos que resonaron alrededor de la plaza había sido: "Mi cuerpo, mi elección".Ahora, mientras la luz de las velas parpadeaba en las paredes desnudas y los presentes inclinaban sus cabezas en oración, la palabras que iban a terminar definitivamente todo lo que había ocurrido en ese lugar, fueron finalmente pronunciadas: "Este es mi Cuerpo..."