Lo de darle batalla frontal al demonio es un asunto que el sacerdote Sante Babolin enfrenta no sólo como exorcista de posesos, desde que fuera oficialmente nombrado para tal servicio en la diócesis de Padua el año 2007.
Uno de los escenarios que este italiano disfruta -según ha contado en algunas entrevistas-, es cuando administra el sacramento de la reconciliación en el confesionario... pues allí también se expulsa al demonio. Aunque no fue menos feliz aquellos cuarenta años cuando exorcizaba la ignorancia, dictando la cátedra de Filosofía en el Seminario de Padua y la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Pero a Babolin quien le gana el corazón es la Santísima Virgen María; y de todas las advocaciones, la de Guadalupe puso sello en su alma.
Como una “emergencia pastoral” califica este presbítero la necesidad de que el clero se forme, informe y actúe respecto de la acción del mal en nuestro tiempo. Por ello aceptó la invitación a transferir su experiencia en demonología y exorcismo a sacerdotes reunidos en México para tal fin entre el 21 y 25 de julio pasado.
Según refiere el semanario mexicano Desde la fe -en su edición del 27 de julio-, una de las enseñanzas de mayor impacto en la audiencia de sacerdotes fue contada a modo de anécdota por Babolin...
Madre que interviene para liberar
Dijo el sacerdote que estando en Padua atendiendo a un joven poseso, inició como es costumbre con el Ritual de exorcismos, pero de improviso supo que debía invocar la ayuda de la Virgen de Guadalupe...
«Nuestra Señora de Guadalupe, Reina del Tepeyac, libéralo», recuerda haber dicho entonces el exorcista.
“En ese instante el demonio respondió de manera violenta: «¡Antes de Ella, todo esto era mío allá”»; refiriéndose a México”, precisa el exorcista.
Babolin dice que recordó entonces a Tonanzin -diosa tierra para la pagana mitología indígena mexicana-, e hizo la siguiente invocación: «Nuestra Señora de Guadalupe, tú que has destruido el imperio de Tonanzin (...)».
El exorcista cuenta que no alcanzó a terminar la frase porque... “de inmediato respondió con fuerza el demonio: «Coatlicue», que significa serpiente y (-como concepto sacro de mal-) hace parte de aquella mitología”.
Finalmente el padre Sante refiere que una vez terminado el exorcismo y habiendo quedado liberado el joven, le preguntó si conocía México o algo de su historia. Que incluso le pidió pronunciara el nombre 'Coatlicue'. Pero el joven, dice, “no tenía la más mínima idea del país y mucho menos de sus orígenes y cultura prehispánicos”.
“Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de misericordia”
“Por este motivo desde que inicié a servir en este ministerio del exorcismo, he invocado a Nuestra Señora de Guadalupe llamándola: «Santa María, Madre de Dios, Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de misericordia»”, sentenció.
En su opinión, invocar a la Virgen de Guadalupe causa mucho daño al Demonio por dos razones: “En primer lugar porque expresa una ternura maternal y construye su imperio con el amor y no con el terror”; y por otro lado, “porque su imagen de Madre exalta la familia, unida por su espíritu maternal, que ofrece amor a los papás y a los hijos; y este mismo espíritu maternal trabaja a fin de que todo el pueblo actúe en una fraternidad humana. Todo esto molesta al Demonio”.
“Coatlicue aterroriza -continúa Babolin-, pero la Virgen de Guadalupe atrae y consuela; y Ella misma lo dice -según se precisa en el texto Nican Mopohua que refiere su manifestación-: «Yo me honro en ser madre compasiva de todos ustedes, tuya y de todas las gentes que aquí en esta tierra están en uno, y estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores»”.