Hoy rezamos de modo particular por cuantos son discriminados por su testimonio de Cristo. Quisiera decirles a cada uno de ellos: si llevan esta cruz con amor, han entrado en el misterio de Navidad, están en el corazón de cristo y de la Iglesia”, dijo el Papa.

El día después de Navidad, el Obispo de Roma volvió a la Plaza del Santuario de san Pedro, esta vez para rezar el Ángelus con muchísimos fieles y peregrinos, con ocasión de la fiesta de San Esteban, primer mártir de la Iglesia.

Explicó que el evangelio de esta fiesta dice: “Serán odiados a causa de  mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin se salvará” y consideró que estas palabras de Señor, cuando envía a sus discípulos en misión, “no turban la celebración del Navidad, sino que la despojan del falso revestimiento empalagoso que no le pertenece y nos ayudan a comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es vencida por el amor, la muerte por la vida”. Dijo que aunque no todos somos llamados, como Esteban, a derramar propiamente la sangre, “a cada cristiano se le pide ser coherente en cada circunstancia, con la fe que profesa”.El Sucesor de Pedro insistió que el camino es propiamente el indicado por este Evangelio, esto es, dar testimonio de Jesús con humildad, en el servicio silencioso, sin miedo de ir contracorriente y de pagar en persona”. Y pidió rezar “para que gracias al sacrificio de estos mártires de hoy, se refuerce en cada parte del mundo el compromiso para reconocer y asegurar concretamente la libertad religiosa, que es un derecho inalienable de cada persona humana”.

Finalizada la oración y bendición, el Papa agradeció a todos los mensajes y saludos de Navidad: “No siendo posible responder a cada uno, expreso hoy a todos mi sentido agradecimiento, especialmente por las oraciones. ¡Gracias de corazón! ¡Que el Señor los recompense con su generosidad!”
 

 
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