Cuando Eric y Andrea Paul llevaron a Bruce, su bebé recién nacido en septiembre de 2022, a sus primeras revisiones, el pediatra detectó un soplo cardíaco y un ecocardiograma confirmó que el bebé tenía un gran orificio en el corazón que requería cirugía. “Sin la operación, no podría vivir. Acabaría muriendo de insuficiencia cardiaca congestiva, pero tenía fe en que Dios permitía que esto ocurriera por alguna razón”, sincera al Register la madre, Andrea.

 

Desde su casa en el suroeste de Alaska, Andrea voló con Bruce -de apenas 5 meses- al Hospital Infantil C.S. Mott de Michigan para la operación a corazón abierto en febrero de 2023. Pero Eric, que estaba en las Fuerzas Aéreas, tuvo que permanecer destinado en Alaska.

 

Durante la operación, los médicos encontraron un segundo orificio y daños en la válvula mitral determinando que para evitar la muerte necesitaría otra operación a corazón abierto cuando tuviera 6 o 7 años.

 

Un año después Bruce no mejoraba y Eric, aunque era un protestante que desconfiaba de los católicos, empezó en ese momento a acercarse a la Iglesia Católica. De improviso recuerda que se topó con un podcast en el que se argumentaba sobre el por qué las reliquias podían ser un canal de la gracia de Dios y mencionaban que por esos días peregrinaba por Estados Unidos una reliquia de San Judas.

 

Eric quiso que Andrea volara a Oklahoma con Bruce, se quedara con sus padres y esperara a que la reliquia de San Judas llegara a Oklahoma City. Pero los médicos no autorizaron el viaje. Fue entonces cuando Natalie, hermana de Andrea, se topó con un artículo de su periódico diocesano, North Star Catholic, que hablaba de una estatua de Nuestra Señora de Beauraing situada a sólo una hora en coche hacia el norte. En la nota del periódico el padre Madison Hayes, que había bautizado a Bruce, contaba que essa imagen, situada en los terrenos de la iglesia católica St. Bernard en Talkeetna (Alaska), era una de varias réplicas de Nuestra Señora de Beauraing realizadas en Minnesota el año 1955, por el soldado estadounidense George Herter, quien se había casado con una mujer belga. “Después de la guerra, el hijo de George estaba entre 70 niños que venían a Estados Unidos en barco. Todos los niños contrajeron tifus. Su madre, que tenía un trozo del árbol de espino (sobre el cual se apareció la Virgen) de Beauraing (Bélgica), lo colocó bajo la almohada del niño. Él se sanó. Los otros niños murieron. En agradecimiento por la recuperación milagrosa de su hijo, George hizo las estatuas y colocó una astilla del árbol de espino de Nuestra Señora en cada una de las réplicas”. Una de esas imágenes es la de Talkeetna.

 

Al conocer la historia, Eric decidió ir con toda la familia a visitar esa imagen. Junto a Andrea, Bruce, Natalie y Dalton, el mejor amigo de Eric, además de sus dos mascotas, emprendieron el viaje. Era un gran salto de fe considerando que… “María era un gran tema de controversia para mí, porque los protestantes no veneran a María. La ven como una mujer bendita que fue un vehículo para la voluntad de Dios. Y eso es todo”, confidencia Eric.

 

El corazón de oro de la Madre

 

Nada más llegar ante la imagen todos quedaron absortos por la quietud y silencio del lugar. De forma espontánea la familia comenzó a orar y así lo recuerda Eric: “Toda la familia nos arrodillamos ante María y le pedimos su intercesión. Le contamos las circunstancias y cómo le pedíamos a Cristo que nuestro hijo pequeño estuviera bien y no tuviera que someterse a otra operación de corazón. Estuve rezando fervientemente con el resto de la familia, de rodillas”.

 

Andrea, la madre, menciona que de pronto y de forma espontánea el pequeño Bruce “tocó el corazón de la estatua, y se podía sentir realmente como si Ella estuviera allí con nosotros. Eso fue realmente milagroso por sí mismo”. Nadie lo motivó para esto, confirma Eric y añade que el niño “estaba cautivado por este corazón. Parecía como si Ella estuviera allí, de pie”.

 

Eric recuerda además que los perros empezaron a comportarse de forma inusual. “El perro más viejo saltó a la base de la estatua y miró directamente a la Virgen como hace cuando te saluda al entrar en casa. Sabe lo que es una persona y no una estatua. No salta sobre las estatuas. Pensé: «¿Qué está pasando?»”

 

Su esposa Andrea admite que, aunque era un poco escéptica y “no tenía la fe que debería haber tenido al principio, cuando fuimos, rezamos y nos pusimos junto a la estatua, y los perros empezaron a comportarse como antes, y Bear, nuestro perro mayor, actuó como si ella [la Virgen] estuviera allí y le dijera 'Hola', sentí su presencia, y fue realmente milagroso. Obviamente, mi fe cambió en ese momento”.

 

Después de la peregrinación

 

 

Los padres del niño cuentan al Register que un primer examen mostró que el soplo «fuerte y claro» de Bruce desapareció después de rezar en el Santuario de Nuestra Señora de Beauraing en Talkeetna. Al siguiente examen, tuvieron los mismos resultados. “¡Alabado sea Dios, y gracias, María! Bruce se someterá a un nuevo ecocardiograma en marzo de 2025, donde podremos ver visiblemente los poderes curativos de Cristo con nuestros propios ojos y reconfirmar este milagro. Su corazón funciona bien ahora. Va a toda velocidad y siempre está en movimiento”, dice exultante Eric.

 

Comentando al Register estos sucesos el padre Hayes destaca que “esta conmovedora historia de Nuestra Señora del Corazón de Oro no ha terminado. Recuerden que el mensaje de Nuestra Señora era 'convertir a los pecadores'. Literalmente hizo falta un milagro para abrir el corazón de Eric a la verdad, la belleza y la bondad del catolicismo”.

 

Eric es ahora oficialmente miembro del grupo de OCIA en Nuestra Señora del Lago en Big Lake, Alaska, "y entrará en plena comunión con la Iglesia esta próxima Pascua, si Dios quiere".

Compartir en:

Portaluz te recomenienda

Recibe

Cada día en tu correo

Quiero mi Newsletter

Lo más leído hoy