Bajo una ligera lluvia, tras cerca de una hora de viaje en un utilitario, en medio de un tráfico de coches y ciclomotores inconscientes de que se apartaban a un lado para dejar pasar al coche con el Papa a bordo, Francisco ha llegado a la parroquia romana de Santa Maria Madre dell'Ospitalità la tarde del 16 de noviembre, recién pasadas las 16 horas. "¡Cuántos curas!" dijo el Pontífice, bromeando, al llegar.

 

La de Santa María Madre de la Hospitalidad, es una parroquia situada en la periferia de Roma, enclavada en la prefectura XVII, que abarca las zonas de Tor Bella Monaca, Torre Angela, Torre Gaia y otros barrios vecinos. Se trata de una extensa zona, Due Torri - Villa Verde, salpicada de situaciones de pobreza y marginación; zonas en las que, sin embargo, la Iglesia interviene activamente en el tejido social, trabajando en estrecho contacto con los habitantes de bloques de pisos y casas de protección oficial en "hermosas iniciativas de solidaridad y colaboración".

 

Un centro acogedor

 

 

Particularmente en Santa María Madre de la Hospitalidad, construida en 1985, la hospitalidad no sólo está en el nombre, sino también en el ADN de la parroquia. En el barrio (el llamado "pueblo"), situado en una gran zona verde, lejos del centro de la ciudad, hay de hecho un complejo de doce pisos donde viven familias en situación de emergencia habitacional, tanto italianas como extranjeras. Pobres, refugiados o familias que han sufrido un desalojo: "Cuando pierden su casa", explicó al Papa el párroco, el Padre Rocco Massimiliano Caliandro: "Acogemos a toda la familia: madre, padre, hijos. Normalmente, cuando pierden su casa, se separan. Los mantenemos juntos durante uno o dos años, luego se van solos". Al final de la visita, el Pontífice saludó a algunas de estas familias, entre ellas refugiados de África y Ucrania.

 

El objetivo principal de la visita del Obispo de Roma, sin embargo, era encontrarse con "sus" sacerdotes, continuando el ciclo de visitas a las distintas prefecturas, inaugurado con el encuentro en la parroquia de Santa María de la Salud, el pasado 29 de septiembre, en el barrio de Primavalle, conocido en los medios de comunicación por el asesinato de dos mujeres: la joven Michelle Caruso y la enfermera Rossella Nappini. Esa tarde, el Papa dialogó con 35 sacerdotes.

 

La oración ante el Santísimo Sacramento

 

 

Hoy en Santa María Madre de la Hospitalidad había al menos cuarenta sacerdotes, dispuestos en semicírculo a la entrada del gran edificio amarillo. Presentado por el obispo auxiliar Riccardo Lamba, el Papa estrechó la mano de cada uno: "¿Los he saludado a todos?", dijo, distribuyendo rosarios. Durante unos minutos se detuvo en el interior de la parroquia, donde le esperaban Rosario y Anna, una pareja que celebraba su 50º aniversario de boda. "¿Quién ha sido más paciente?", preguntó Francisco. "¡Yo!", exclamó Ana y le regaló a su hijo, el menor de los cuatro, padre de uno de los ocho nietos de la pareja. Francisco les regaló también un rosario: "Recen por mí", les pidió. Inmediatamente después, se trasladó a la capilla del Santísimo Sacramento, donde, sentado en una silla de ruedas, permaneció unos instantes en oración, haciendo finalmente la señal de la Cruz.

 

Tras un café ("Gracias, así no me duermo", bromeó), atravesando el pórtico de mampostería, el Pontífice se trasladó a una pequeña sala donde, junto a los sacerdotes, recitó la oración al Espíritu Santo elegida para el año pastoral 2023-2024. Desde allí, charló con los sacerdotes que, a su vez, le hicieron preguntas. Sentado ante un escritorio, el Romano Pontífice tomó notas y respondió a cada pregunta.

 

Hora y media de diálogo

 

Entre bromas, indicaciones y reflexiones, el diálogo duró aproximadamente una hora, totalmente centrado en temas pastorales: el trabajo, la Primera Comunión, los sacramentos, la pobreza, la hospitalidad, la asistencia a los grupos socialmente más débiles, la evangelización.

 

Fue "un diálogo muy abierto, cordial y familiar", cuenta monseñor Lamba. El Papa "animó a todos a continuar con el buen trabajo que ya hacen, a seguir estando entre la gente, a proponer continuamente el Evangelio aunque haya dificultades". Dijo que siguieran teniendo este estilo sinodal en las parroquias, que implica una colaboración continua entre laicos y sacerdotes".

 

La anécdota de la anciana encontrada en San Pedro

 

El sol ya se había puesto detrás de la espesa arboleda frente a la parroquia cuando Bergoglio terminó su diálogo confidencial. Una anécdota para sellar el encuentro que se desarrolló en un clima de "gran familiaridad", como dicen los presentes, que ya compartió en otras ocasiones. Una vez, una anciana de 87 años, en la Plaza de San Pedro al final de una Audiencia General, le pidió que rezara por él: "Por supuesto, lo haré". "¡Hágalo, por favor!" "Sí", respondió la mujer, según relató el Santo Padre, "rezo a favor. Ellos están ahí rezando en contra", dijo la mujer con una sonrisa, señalando a la Cúpula.

 

Aplausos y risas, luego el "gracias" de todos y también de Bergoglio que dijo a los sacerdotes: "Gracias por su paciencia". "¡Vengan cuando quieran! Claro... no es fácil", exclamó un párroco. El Obispo de Roma también quiso saludar uno a uno a los presentes. Algunos le pidieron un selfie de recuerdo o que rezara por un familiar o le firmaron una tarjeta: "Es para los feligreses".

 

Con las familias de acogida de la parroquia

 

La última etapa de la visita fue el encuentro con las familias acogidas en la parroquia. Entre ellas, se encontraba una madre y un padre con dos hijos que huyeron de la guerra en Ucrania y llegaron a Roma hace un mes. Dispuestos en círculo, los invitados acogieron la llegada del Papa con aplausos. "¡Aquí está!", exclamó una niña, de origen africano, apretando en sus manos una foto suya con el Sucesor de Pedro en la plaza de San Pedro. "Aquí eras pequeña, ahora eres grande", sonrió la madre. La escena del apretón de manos entre el Papa, sentado en una silla de ruedas, y un asiático de 20 años también en silla de ruedas por tener las piernas amputadas, fue conmovedora. Con él no hubo palabras, sólo una mirada y una sonrisa. Gracias por la bienvenida", comentó el Papa. También dio las gracias al pequeño grupo de periodistas que había permanecido fuera de la parroquia esperando el final de la visita: "¡Gracias por vuestro trabajo!".

 

 

Fuente: VaticanNews.va

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